Ahora, el Ejecutivo bajó el perfil con las declaraciones y se limita a decir que el proyecto será enviado al Concejo Deliberante para ser revisado y aprobado por los ediles, pero hasta el momento, no ha llegado la propuesta de Videocable al Deliberante local.
Uno de los datos sobresalientes mencionados en la reunión y ratificados más tarde por funcionarios municipales, es que una vez que todas las cámaras estuvieran instaladas, el municipio asumiría el mantenimiento del servicio de fibra óptica provisto por Megacable, la empresa prestataria de Internet de Videocable, el cual rondaría los $80.000 mensuales
En el sitio oficial de la empresa, puede constatarse que la red de fibra óptica de Megacable no aborda toda la ciudad, razón por la que la empresa no ofrece este servicio a todos los abonados al cable, sino exclusivamente a los que se encuentran dentro del área de cobertura. El plano que la empresa publica en su sitio Web precisamente para que los usuarios verifiquen si pueden o no contratar el servicio, pone en evidencia, el área al que se pretende acotar la cobertura de las cámaras de vigilancia. Es decir, las 50 cámaras que costeará el Municipio, serán las únicas gratuitas y se colocarán –en principio- dentro de ésta red, que se limita a una reducida porción de la ciudad, marginando particularmente las barriadas populares.
La pregunta entonces es ¿con qué paradigma de seguridad es que se propone este proyecto?
¿Es que acaso se insinúa que los delitos solo se cometen en la zona céntrica de la ciudad?
¿Es acaso que los que acontecen en otras latitudes de la urbe no revisten interés público o político?
Prueba de esto es que no hay registros de la cantidad de delitos contra la propiedad que se cometen en los barrios de la Concordia de calles de tierra, pero ese dato puede obtenerse caminándola, recorriéndola. Y cuanto más precarias las viviendas más difícil es protegerse.
¿Será acaso que hay una concordia vip, que se merece tener cámaras de vigilancia, mientras en la otra Concordia, las comisarías no cuentan siquiera con móviles de patrulla? (o al menos eso es lo que le dicen a la gente)
Si resulta cada vez más evidente que la presencia policial no elimina sino que redirecciona el delito y que si no se generan más puestos de empleo y no se combate decididamente el narcotráfico, los robos seguirán ocurriendo, simplemente que se desplazarán a otras áreas de la ciudad, como ya viene ocurriendo desde hace décadas en Concordia, donde el mayor número de delitos contra la propiedad se da en los barrios alejados del centro comercial y administrativo de la polis. Pero es en el centro histórico de la ciudad donde hay mayor presencia policial, y donde se encuentra la jefatura de Policía, y donde se pretende ahora instalar las cámaras de vigilancia.
Concordia siguió expandiéndose, hacia al norte y el noroeste. Hacia el norte, pasando Boulevard Ayuí, la zona suburbana ya se está uniendo con Villa Zorraquin. Y si no han proliferado más barrios en esa zona todavía, ha sido simplemente porque el municipio no llega con los servicios de agua y cloacas, pero pese a éste inconveniente Concordia se sigue expandiendo y lo que antes era centro hoy es el extremo sur de la ciudad. Este extremo de la ciudad, que es el centro para los concordienses, cuenta con más postas policiales, más móviles de patrulla, más presencia de la policía motorizada y el refuerzo de la Guardia Especial de la Jefatura, esos hombres de uniforme marrón oscuro, que suelen custodiar la peatonal, y que no son otra cosa que el ex Grupo de Infantería Adiestrada, personal entrenado para operaciones especiales o de riesgo, que vestían uniforme negro.
Mientras tanto en las comisarías barriales, los donde las condiciones son más desfavorables para garantizar seguridad, porque la mayoría de las seccionales se componen de barrios con escasa iluminación, calles de tierra, cortadas por doquier, los jefes cuentan con un reducido número de funcionarios a los que debe administrar de acuerdo a las exigencias de la zona.
Como ya lo informó DIARIOJUNIO, el fenómeno del desplazamiento pudo verse claramente en el barrio San Agustín, meses atrás cuando la policía colocó una casilla de guardia policial en el barrio “El Toronjal” ante las sucesivas denuncias provenientes de ese barrio; simplemente los robos a la propiedad comenzaron a desplazarse hacia barrios aledaños.
En diálogo con DIARIOJUNIO, un ex jefe de comisaría, señaló que; “en los barrios el tema de las cámaras no tendría mucho éxito, porque hay que ver si las cuidan, o si van a dejar que se rompan, lo que funciona en los barrios es el compromiso de la gente, hay barrios donde los delincuentes ni entran porque la gente los repele”. Aseguró el funcionario evidenciando cual es el paradigma con el que se pretende garantizar la seguridad en Concordia.
“En el centro la gente denuncia, porque los que roban son de otro barrio, en los barrios la gente no colabora, porque el que le roba es su vecino, pero en los barrios donde los vecinos se ponen firmes, los delincuentes ni entran”, agregó.
¿Cómo llegamos al punto que la gente deba defenderse sola?
Si el punto número uno del contrato social versa sobre la renuncia de ese derecho, a partir del traslado de ese poder en el Estado. Uno renuncia a defenderse violentamente porque existe un estado de derecho, y acepta que sea el Estado en encargado de aprehender, juzgar y eventualmente castigar a los que violan ese contrato, que no es otra cosa que el código que las leyes que rigen nuestra vida, nuestros límites, nuestros derechos y obligaciones.
Pero ¿Qué ocurre cuando es el Estado el primero que incumple el contrato?
¿Que ocurre cuando, -Cómo ocurre en la mayoría de los barrios periféricos de Concordia- el Estado no garantiza esa seguridad ni esa justicia, así como antes no garantizó esa educación común, ni se constituyó como autoridad en esa otra Concordia donde el transa del barrio tiene más poder que el agente de policía?
En el día a día, recorremos los barrios y nos encontramos con que la gente sufre robos casi cotidianamente, y ha llegado a un punto en el que decide dejar de hacer la denuncia y resolver el tema por mano propia”
“Lo denuncias, y no pasa nada, y lo tenés que ver todos los días, o tenés que seguir conviviendo con la familia”, nos cuenta una vecina del barrio Esperanza, un asentamiento de la zona Noroeste de Concordia.
No, los vecinos hace tiempo que las cosas las resuelven así como nos contó este ex jefe de comisaría, por mano propia. Generándose una situación de violencia constante.
Entonces vemos como se van profundizando cada vez más las contradicciones entre una Concordia VIP y otra Concordia que de ese contrato social solo conoce la parte de las obligaciones, y a la que sistemáticamente se oculta. Se la oculta desde el propio Estado. Porque uno no ve esa Concordia si vive en el centro y se mueve en automóvil por las avenidas últimamente mejoradas, reasfaltadas e iluminadas.
Pero la otra Concordia no es “otra”, es Concordia, y es esa Concordia postergada, abandonada la que abarca más espacio geográfico, y en la que viven mayor cantidad de Concordienses.
Sintonía fina es también distribuir la seguridad, pero distribuir la seguridad no es solo distribuir la cantidad de policías o de cámaras de seguridad, sino también y fundamentalmente la forma y el fondo en que se destinan los recursos económicos con que el Estado cuenta.
También es política de seguridad iluminar los barrios, asfaltar calles de tierra, desmalezar los terrenos ociosos, donde a menudo se ocultan objetos robados; pero fundamentalmente, Sintonía fina es entender que mientras se trabaja por apagar incendios se deben ir generando las condiciones para que éstos no se sigan iniciando en otro sitio. Léase atacar coordinadamente desde el aparato estatal, las problemáticas en las que tiene su génesis el delito violento, que es el que genera más sensación de inseguridad en la opinión pública, y que básicamente son; la pobreza y el narcotráfico.
Eso sería -en la línea nacional popular- dejar de gobernar para las corporaciones y empezar a gobernar para los 170.000 concordienses.