La casa isla

La tormenta que se precipitó esta madrugada “complicó un poco porque sino llovía iba a bajar un poquito pero ahora hay que esperar un poquito que pasen 24 horas a ver que pasa”, admite el vecino.
No es fácil vivir en medio de la creciente. “Se trata de vivir como se puede. Vivir bien no se puede porque me voy a trabajar y queda mi señora ahí y aparte un poco de miedo te queda”, señaló Julio. Los hijos se fueron a la casa de la abuela.
En la casa sólo duermen porque la comida la reciben junto con otras familias refugiadas en los vagones ubicados por Roque Saénz Peña. “Cuidamos un poco, la casa de algunos vecinos también”. Además las pertenencias se encuentran en el segundo piso. Donde calcula que el agua no va a llegar a no ser que el río trepe hasta los 17 mts.
A una cuadra de distancia, sobre el paso a nivel de avenida Carriego, un solitario vagón es utilizado como refugio diurno por Rita Montiel y su familia. Su casa se ubica por Carriego frente a la cancha de Libertad. El lunes de la semana pasada debió abandonarla. Sus pertenencias fueron trasladadas hasta la casa de una amiga ubicada en calle Buenos Aires.
El agua ya tapó las puertas y ventanas del hogar de Rita. “Me quedaron la mitad de las cosas. Como es una casa alta pensé que no le iba a llegar, que no era tanta el agua y dejamos muchas cosas: cama, cucheta, ropero de los chicos”, admitió. Si bien la creciente rodeó su casa el lunes pasado, el jueves se produjo el mayor ingreso de agua al interior que ya no pudo entrar para retirar lo que quedaba.
“Tengo una galería con vidrios, me volteó el muro, los vidrios se me rompieron todos; el ropero que quedó anda flotando ahí dentro rompiendo las puertas, todo”, dijo la vecina.
El marido junto a su sobrino se queda todos los días en el vagón. Además otros vecinos de calle Carriego permanecen en ese lugar para cuidar que no se lleven las chapas, las rejas. “Anda gente que anda recorriendo y no les podés dejar vía libre”, indicó. Si bien Rita observa mucha seguridad, aseguró que “hay una señora en calle Buenos Aires que le levantaron las chapas y le sacaron comos seis chapas”. “Andan nosotros no los venos pero no hay que confiarse”, afirmó.

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