La Biblioteca Popular resiste en soledad los embates de tiempo

Los manchones de humedad se pueden apreciar en los techos de la biblioteca. Además, en algunos sectores superiores del salón, el revoque cae paulatinamente, con el consiguiente riesgo de golpear a quien esté leyendo sentado en una mesa. La falta de estantes es otro inconveniente, a punto que una góndola de supermercado fue improvisada como biblioteca.
“Los techos se llueven, se han hecho trabajos, se han cambiado algunas chapas, se han puesto membranas pero no dan, no dan” recalca Corrá. “Se junta mucho agua porque las canaletas de aquel entonces eran muy chicas y no tenían la capacidad de desagote correspondiente. Todo esto requiere hacer cosas nuevas”
El encargado expresó que no se ha hecho ninguna reparación importante hasta la fecha. “No tenemos gas, el sistema eléctrico habría que renovarlo, remozarlo porque estos tubos, para una institución en donde hay muchos libros, donde la gente viene a leer, a estudiar, viene a hacer sus investigaciones, no es la luz adecuada”, expresó.
Además, el equipamiento informático está obsoleto. “Esta es una computadora vieja que nos regalaron, no tengo impresora”, describió.
Corrá mencionó que hay una institución de bibliotecas populares en el país que se llama Conabip, perteneciente a la presidencia de la Nación. Pero no tienen forma de acceder a los fondos que prodiga la entidad. “La comisión nacional si no viene a ver las cosas como están, si no manda gente a inspeccionar; uno puede escribir lo que se le antoje que ellos no contestan. No tenemos comunicación nosotros y posiblemente mucha gente más”, dijo.
Una leve esperanza surgió cuando se enteraron que el gobierno de la provincia “piensa asignar una partida del presupuesto para el mantenimiento de las bibliotecas de la provincia, que en estos momentos son 52. Posiblemente haya otras que no están reconocidas”.
Días pasados salió en el Clarín salió un comunicado de la Secretaría de la Cultura de la Nación, que había créditos de $ 800 para los eventos culturales. “Yo solicité esto y me dijeron que iban a estudiar el caso para ver que podían hacer”. Corrá les recriminó el entregar libros en las canchas de fútbol o en distintos espectáculos de diversa índole, y excluir a las bibliotecas de la provisión de material. “Nosotros sabemos donde llevarlos”.
Las últimas tratativas entabladas fueron con Juan Carlos Chagas, delegado ante la CTM (Comisión Técnica Mixta de Salto Grande). “Vinieron tres ingenieros con él, en tres oportunidades distintas. ‘Te vamos a mandar esto o lo otro’, dijeron. Hasta ahora, nada”, mencionó.

Proyectos a futuro

El encargado de la biblioteca tiene un proyecto para llevar los libros a los barrios y a las industrias. “La Argentina no tiene mano de obra especializada. Con los elementos que podemos encontrar en la biblioteca, vamos a un taller, una quinta, una industria, una pyme, lo que sea. Podemos aportar algo”, sostuvo.
La propuesta es llevar, a través de un equipo móvil, una computadora, libros y personal capacitado para dar una conferencia, para capacitar. “Por ejemplo, la gente que trabaja con el arándano, hay gente que está capacitada en eso, que no tenga ningún inconveniente en ir y participar, que les explique como se cultiva, cuál es el rendimiento, el tratamiento”. También mencionó que se puede intervenir en el citrus, la ganadería, etc.
Corrá alberga otros proyectos para acrecentar la prestación de servicios a la comunidad. “Quisiéramos contar con abogados, escribanos, médicos que puedan asesorar gratuitamente a los ciudadanos y profesores que puedan dar una mano a los chicos”. Incluso, mencionó la posibilidad de formar un grupo sinfónico. “No hablemos de 50, 30 o 20 ejecutantes, sino lo mínimo, aunque sea un cuarteto para interpretar música”.

Fondos escasos

Los únicos ingresos que posee la biblioteca proviene de la cuota societaria que cobra a 200 socios: $ 4 mensuales. “Los beneficios para los socios es que hay 8.600 novelas; e socio puede llevar 2, 3 hasta 4 novelas. Puede demorar 15, hasta 30 días en devolverla”.
De esos $ 800, el cobrador se lleva el 20 % ($ 160). Luego hay que descontar gastos de funcionamiento: luz, teléfono. “Y darle unos pesos a este muchacho que colabora, una mísera contribución, unos 20 mangos”, dice señalando a un joven que interrumpe la charla para pedirle indicaciones sobre libros que necesitan un par de estudiantes. En definitiva, cuando queda “algún $ 50”, la biblioteca puede adquirir nuevas obras. “Cuando las cosas vienen bien, cuando alguno te dice que te va a pagar todo el año”.
Otro déficit que se tiene en la biblioteca es personal que se ocupe de la limpieza. “No puedo encontrar un Plan Trabajar que me venga a limpiar. hablé con toda la ‘runfla’ de la municipalidad y no consiguen a nadie”, expresó.
Corrá añora épocas pasadas, donde podían encontrarse aportantes privados. “Los bancos aportaban dinero para las bibliotecas”, recordó. Por último, solicitó la donación de chapas o tarros de pinturas. “Lo que quieran donar, con muchísimo gusto lo esperamos”, finalizó.

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