Desde la creación de esta Área «se nuclearon distintas direcciones que trabajaban por separado, pues cada una se ocupaba de lo suyo», puntualizó Villalba. En ese sentido, en cada uno de los puestos de fiscalización se dispuso la presencia de un inspector de flora y fauna, uno de ganadería, y uno de citricultura.
En cuanto al procedimiento de fiscalización específico de productos cítricos, el funcionario provincial indicó que «como primer paso se hace detener el camión, luego se observa la carga que lleva y se le exige al chofer una guía que debe entregar al inspector. Después se revisa la carga, se sella la guía y se le toman sus datos». Básicamente se controla -en colaboración con el Senasa- la calidad de la fruta, es decir si está en condiciones de ser consumida.
«Los controles se realizan de acuerdo a las normativas existentes respecto al coloreo, ratio y porcentaje de jugos (madurez de la fruta)», explicaron desde la Federación del Citrus de Entre Ríos, institución que siempre bregó para que la barrera sanitaria de Concordia continúe con su labor, independientemente de los gobiernos de turno.