La antipolítica como política

El artículo 37 la Constitución Nacional Argentina “garantiza el pleno ejercicio de los derechos políticos con arreglo al principio de soberanía popular y de las leyes que se dicten en consecuencia”.

Los derechos políticos, ganados allá por el SVII durante la Revolución Francesa, son derechos que se ejercen de forma constante e inevitable. A través de determinados discursos, formas y acciones, se han desarrollado y garantizado a lo largo de este siglo XX.

Pero desde  la segunda mitad del siglo pasado, observándose el empoderamiento que significaba para las grandes mayorías  el ejercicio de los derechos políticos, que dan como origen a los gremios, sindicatos, mutuales, partidos políticos y movimientos populares, se comienza a deslegitimar la política… y acá cabe diferenciar entre  legalidad y  legitimación.

 El artículo 37 legaliza el ejercicio pleno del derecho político, en cambio, desde el común de la ciudadanía hay una deslegitimación de la política. Legal es todo aquello que está garantizado por la ley escrita y legitimo es lo que está avalado por el derecho ciudadano, con o sin ley, desde la ética. Es muy importante que los ciudadanos defiendan el legítimo derecho al ejercicio legal de la política; esto que parece un juego de palabras es para que se entienda que la política en sí misma, como tal, es un derecho legítimo y legal que garantiza la constitución y que todes deberíamos ejercer para sostener el pleno imperio de la carta magna.

Pero ciertas acciones de algunos funcionarios (puntuales y pasajeras) que ejercen cargos públicos, dan pie para que los discursos antipolítica se desarrollen. Discursos que benefician a grupos sociales que pretenden despolitizar la sociedad. ¿Por qué? porque son minorías que históricamente hay ejercido el poder desde el autoritarismo, la fuerza y el sometimiento, defendiendo intereses individuales y de clase, pero sin interés en el colectivo general.

Entonces se escuchan discursos como que “la política es una asco” o “yo de política no hablo”, “en la escuela de política no se tiene que hablar”, “no se debe educar políticamente”. En realidad se está confundiendo el partidismo y la militancia política con la expresión política de las personas, es decir, se confunde la adhesión a un partido político, a una ideología política con el ejercicio pleno de la política como derecho ciudadano, al que todes acceden aunque no quieran porque son seres políticos, porque son sujetos políticos y desde el mismo momento en que se desarrolla la capacidad de comunicarse se ejerce la política.

En el momento del nacimiento, cuando se produce la inscripción en el registro civil, se adquiere el número de documento único y un nombre que lo representa; a partir de ahí se es persona política, constituidos ciudadanos y ciudadanas. Todas las acciones de comunicación y de relación con el entorno son acciones políticas.

Defender el derecho a la vida plena  como expresión política es reconocer el artículo 37 de la Constitución, pero también es reconocer que las personas solo a través de la forma de comunicarse y de actuar, pueden relacionarse con otras personas. Por eso no es conveniente deslegitimar la política, porque de ser así solo se estará haciendo “política” para beneficiar a minorías cuyos intereses no  incluyen a todas y todos.

Observar los casos recientes de Bolivia y EEUU, donde el pueblo empoderado ejerciendo legal y legítimamente sus derechos políticos ponen en jaque a las minorías dominantes, debería ser contenido temático del campo educativo, porque solo conociendo se pueden ejercer libremente los derechos.

 

 

Lic Verónica López

Tekoá Cooperativa de Trabajo para la Educación

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