Fueron acusados por un chofer chileno, a quien le habrían pedido una coima para permitirle continuar su camino. Los acusados se despegaron de las acusaciones, se quejaron por cómo fueron tratados y cuestionaron el procedimiento.
Los acusados son Ángel Daniel Acuña, Juan Martín Franco y Fabio Daniel Valdivia y Sandra Paola Padilla, integrantes del Grupo Seguridad Núcleo, dependiente de la Sección Seguridad Vial del Escuadrón 6 “Concepción del Uruguay” de Gendarmería, quienes podrían recibir una pena de entre uno y seis años de prisión y ser expulsados de la fuerza de seguridad, de la que fueron apartados preventivamente.
En el inicio del debate declararon los cuatro imputados, quienes rechazaron las acusaciones que pesan en su contra y le apuntaron al jefe de Gendarmería en Colón, Alberto Farías, que recibió la denuncia del camionero chileno, a quien acusaron de tener una actitud de intimidación y malos tratos permanentes.
Además, dejaron traslucir que su estrategia apuntará a impugnar las actuaciones prevencionales, a cargo del mismo Farías, por haber supuestamente violado sus garantías al momento de ser requisados, no comunicarles que estaban detenidos y que el acta de todas actuaciones se confeccionó en el escuadrón, en Concepción del Uruguay, según las declaraciones coincidentes de los cuatro imputados.
Farías, en su declaración ante el tribunal, negó haber violado los derechos de los imputados, explicó que las actuaciones se fueron plasmando en el acta en cada uno de los lugares donde ocurrieron los hechos, lo que justificó en que el procedimiento se extendió por más de diez horas. Y sus dichos fueron corroborados por uno de los testigos civiles convocados para el procedimiento.
La denuncia
Manuel Figueroa Salinas, de nacionalidad chilena, conducía un camión cargado con fardos de celulosa desde Santiago hasta Montevideo, Uruguay. Era el 15 de agosto de 2010. A las 21.30 llegó al puesto de Gendarmería en el cruce de la Autovía 14 y la ruta provincial 39, en el acceso a Concepción del Uruguay.
Los gendarmes le hicieron señas para que detuviera el camión y uno de ellos, luego se supo que era Franco, le hizo notar que el tacógrafo no tenía el disco que registra la medición de velocidad a la que circula el camión.
El camionero diría luego que el gendarme le explicó que la multa le costaría 900 pesos, pero que se podría arreglar de otra forma. El chofer le mostró que tenía solo 85 pesos en su billetera. El agente se los manoteó y hasta se metió en la cabina para quedarse con un billete de 50 pesos que se había caído al suelo. Y después lo dejó seguir. En la denuncia dejaría asentado que cuando se iba escuchó el nombre de “Acuña”.
–Listo Chile, andá nomás –dice Figueroa Salinas que le dijo el gendarme.
El camionero estaba indignado. Le molestó la coima, sí. Pero más el hecho de que se hubieran quedado con todo el dinero que tenía para recorrer los 400 kilómetros que todavía tenía por delante. Eso lo motivó a hacer la denuncia.
Pasada la medianoche se presentó Farías en el puesto caminero. Munido de una orden judicial, y con dos testigos civiles, ordenó requisar a los gendarmes que habrían estado sobre la ruta al momento del control. Acuña tenía 162 pesos en su billetera y 74 pesos en el bolsillo del pantalón; y Franco, que fue quien estuvo con el camionero y luego marchó hacia el sur, al puesto de Colonia Elía, tenía tres billetes de 100 pesos, dos de 50, uno de 20 y uno de 10 pesos. Las comunicaciones telefónicas comprometieron seriamente también a Saldivia e involucraron también a Padilla.
–Está pobre la bocha, yo llevo 400 y ya me retiro –le dijo Franco a Saldivia en un mensaje de texto de esa noche.
Otra comunicación también involucró también a Acuña:
–¿Ya le enseñaste a Acuña? –preguntó Franco en otro mensaje.
–Jaja, maso, pero le falta –contestó Saldivia.
“Franco exigió primero y arrebató el dinero después. Pero se trata de un accionar concertado y conjunto (…) Tomaban para su propio provecho lo que exigían indebidamente a los automovilistas”, se consignó en el requerimiento de elevación de la causa a juicio.
Padilla, en tanto, quedó involucrada en el hecho porque tras el procedimiento encabezado por Farías en el puesto caminero, donde fueron requisados Acuña y Saldivia, alertó telefónicamente a Franco que el jefe iba en camino. Así las cosas, el juicio continuará hasta el miércoles en el Tribunal Oral en lo Criminal Federales de Paraná.
Se despegaron
En la primera jornada del juicio, los cuatro gendarmes se despegaron de las acusaciones. Acuña, Franco y Saldivia, que estaban sobre la ruta en el momento del hecho, repitieron como un coro que el camión venía a gran velocidad y lo hicieron detener la marcha. Acuña aseguró que fue Franco quien lo hizo apartarse del camino; pero Franco lo desmintió y dijo que ambos le hicieron señas, y Saldivia corroboró a este último.
Sin embargo, un testigo reprodujo un diálogo que escuchó entre Franco y el camionero:
–¿Por qué me denunciaste vos? –le escuchó decir a Franco.
–Porque vos me coimeaste –fue la respuesta del camionero.
Los tres se quejaron del trato que les dispensaba Farías, insistieron en que nunca les leyeron sus derechos ni les informaron que habían sido detenidos, cuestionaron la forma en que se realizó el procedimiento y afirmaron que los obligaron a firmar el acta.
Sobre los mensajes de texto en los que hablan de lo que serían las coimas que pedían a los automovilistas, Franco y Saldivia dijeron, con poca convicción que “era una broma”.
Padilla, por su parte, lloró al recordar el episodio y dijo que envió los mensajes de texto avisando a su compañero Franco que el jefe Farías iba hacia su puesto “para que no lo encontraran en falta”, pero que no controló ni tuvo contacto con el camionero chileno.