«El mensaje no es otro que el de la integración, que el río no nos separe como frontera, sino que sea motivo de unión y cercanía», dijo el prelado uruguayo.
Monseñor Galimberti destacó que «más allá de la controversia meramente coyuntural, las raíces son comunes y nos sigue poniendo frente a frente, no como adversarios, sino como hermanos».
En tanto, monseñor Lozano explicó que el encuentro formó parte de «los gestos de fraternidad entre los pueblos que venimos realizando en el marco del diferendo», y anticipó que se repetirá en el 1 de octubre en la ciudad argentina de Colón.
El prelado gualeguaychense aclaró que se trató de una reunión de «carácter pastoral», por lo que no se consideró oportuno efectuar una declaración para exhortar a los presidentes Néstor Kirchner y Tabaré Vázquez a la búsqueda de soluciones mediante el diálogo.
La iniciativa de las iglesias consistió en un encuentro y una misa, que también concelebró el obispo auxiliar de Salto, monseñor Heriberto Bodeant.
El anterior gesto fue el 28 de mayo, cuando argentinos y uruguayos rezaron por el retorno del diálogo entre los gobiernos y rogaron a Dios que haya voluntad para solucionar el diferendo por la vía diplomática.
Un millón de personas, según fuentes eclesiásticas, adhirieron a aquella jornada de oración por la concordia entre pueblos que se consideran hermanos, convocada por las conferencias episcopales de la Argentina y Uruguay.
Si bien el presidente Néstor Kirchner había expresado que «sería bueno» que ambas iglesias colaboraran en solucionar el conflicto a través del diálogo, el pedido nunca se formalizó y llevó a los Episcopado uruguayo y argentino a no intervenir.
El 9 de marzo, las conferencias episcopales de ambos países -junto a otras personalidades de la cultura e intelectuales- habían pedido «un gesto de grandeza» a Kirchner y Tabaré Vázquez.
Pero el reclamo eclesiástico a los presidentes no prosperó, por lo que el conflicto por la construcción de las plantas de Botnia y Ence se agudizó, al punto de llegar hasta la Corte de La Haya.
Mientras tanto, los presidentes de los Episcopados, cardenal Jorge Bergoglio (Buenos Aires) y Pablo Galimberti (Salto), mantuvieron contactos para conocer la real situación de la crisis y los obispos de las diócesis fronterizas realizan reuniones semanales, a fin de acompañar los reclamos de la gente en ambas márgenes del Río Uruguay.