Julián Licastro explica al poder como un factor de conducción social, como práctica que se debe realizar en función social. En el país existen dos modelos políticos claramente distintos: uno participativo, donde el poder representa anhelos comunitarios de justicia social, independencia económica y soberanía política; y otro excluyente, donde el poder permanece en círculos estrechos de influencia y presión con fines especulativos, de dependencia a expensas del desarrollo integral del país (subdesarrollo, pobreza y exclusión).
A 213 años de la Declaración de la Independencia breguemos hoy por terminar con este sistema político excluyente, sosteniendo como aspiración el modelo político participativo de la mano de acciones que posibiliten revertir la crisis de representatividad política actual, crisis que está marcada por un escepticismo social, de apatía, desencanto y descreimiento.
Argentina tiene dos almas, una derrotada que está mirándose en su frustración y otra mirando hacia adelante -latente en el subsuelo de la patria- que está buscando en el mañana una esperanza.