Eslovenia, por su parte, comenzó a levantar barreras en la frontera con Croacia para controlar mejor el flujo constante de refugiados que pasan con rumbo a Austria y Alemania, que a su vez anunció que gastará hasta 22.600 millones de euros entre este año y el que viene para recibir la ola inmigratoria.
Los refugiados en huelga de hambre se encuentran en el centro de acogida checo de Drahonice, una antigua prisión a 60 kilómetros al este de Karlovy Vary, donde residen en total 150 migrantes.
Los huelguistas, que proceden en su mayoría de Irán, "tienen miedo de ser expulsados", dijo el ministro del Interior, Milan Chovanec y confirmó así las informaciones dadas por los defensores de los inmigrantes.
"Hemos huido de la muerte en nuestros países, no vamos a volver allí", señalaron en una declaración. Un gran grupo de internos ya habían sido trasladados al país en el que se registraron por primera vez, se informó.