“Pienso que si tiene un poquito de corazón y sentimiento, quizás me ayuda, que es lo único que le pido”, expresó la madre de Fernanda en declaraciones realizadas a la prensa. “Federik nos comentó que el juez se había jubilado. Yo le dije que hiciera lo que le parecía correcto. Si creía que era conveniente cambiar el juez, que se cambie”.
Acerca de esta nueva demora, Cabrol sostuvo: “Si hemos esperado tantos años, un mes más no sería mucho”.
La mujer se manifestó no obstante esperanzada acerca de la posibilidad de hallar a Fernanda con vida, puesto que, según dijo, “a medida que uno va de un lugar a otro, se da cuenta de que cada vez hay más chicas esclavas sexuales”.
En referencia a sus últimos viajes por el país y el exterior, destacó la “colaboración de la gente, que es lo que a uno lo levanta. Uno va investigando y se entera de cosas que hacen que sienta más la espera por la postergación del juicio por la desaparición de Fernanda”.
La madre de la joven desaparecida, dijo que la posible liberación de Mirta Cháves ante la demora en el inicio del juicio “podría hacer que recapacite”. Reiteró que sólo pretende que aparezca su hija y que mientras tanto organizan una misa para hoy, 25 de julio, en el tercer aniversario de su desaparición.
La ceremonia está prevista en la parroquia de San Benito. A las 19 se hará la Santa Misa y a las 19.30 se rezará el Santo Rosario por las calles, aunque si la temperatura es demasiado baja se llevará adelante dentro del templo.
Tres años sólo para alimentar historias del imaginario popular
En un artículo publicado en El Diario de Paraná se observa lo interesante que resulta sondear la opinión popular o al menos la manera en que se plantean los interrogantes de la gente común a tres años de la desaparición de Fernanda Isabela Aguirre. Pero no deja de resultar llamativo cuando a uno, como periodista, se le acerca cualquier vecino que supo seguir a través de las noticias esta lamentable historia, aún sin desenlace y lo interroga con dos preguntas claves. ¿Qué es lo que puede haber pasado con esta joven? y la segunda, la que demuestra que el imaginario popular alimenta sospechas y suspicacias: ¿Hay algo más debajo de esto, no?… porque, dicen que a (Miguel Ángel) Lencina lo mataron y por la manera que se metía el Gobierno… vamos, ¿ustedes saben algo más, no?, inquieren pensando que por el solo hecho de ser cronista de la realidad se conoce un trasfondo aún no publicado.
** Lo que quizá no se sabe bien, es que en la mente del periodista estas subjetividades también afloran en cada momento, al recorrer los archivos de la búsqueda iniciada en 2004, de cómo se fueron dando las pautas investigativas en el fuero judicial federal y muchas embarradas de cancha, culpa de tremendas internas policiales, torpes maneras de inmiscuirse de políticos, algunos quizá con fines de figurar y otros con una aparente desesperación de responder a alguien, como asimismo los desaciertos de los mismos funcionarios a cargo de dirigir el expediente. Los serios interrogantes de la cercana intervención de los más altos funcionarios de Gobierno en la misma búsqueda de las primeras semanas y hasta la insólita y se podría decir única vez en la historia en que un mandatario provincial, con la excusa de buscar una solución solidaria, asiste al penal de mujeres para hablar con la que en ese momento era la única detenida por la causa, Mirta Cháves, la mujer de Miguel Ángel Lencina, cuando ésta había sostenido su negativa de recibir a cualquier persona que no fueran sus familiares, se transformó en un hecho que fue sospechosamente tolerado por la justicia y volvió a generar polémica.
**Con gran desconcierto, al otro día, quien hasta el momento de retirarse para candidatearse como intendente de Paraná, el secretario de Justicia doctor José Carlos Halle, ex juez Correccional, negaba públicamente ese encuentro privado y posteriormente lo reconoció, generando aún más barro y olor desagradable alrededor de lo que ya era una seguidilla de desprolijidades. Mientras tanto se seguía hablando de la muerte dudosa dentro de la celda en la que estaba encarcelado dentro de la Comisaría 5°, de Miguel Lencina, quien había quedado sindicado como el autor del secuestro y que —según los defensores de Mirta Cháves— sometió psicológicamente a la imputada para hacer la llamada pidiendo el rescate, argumento con el cual buscarán su libertad.
** Para un gran parte del imaginario popular Lencina no se suicidó, pero para la Justicia, a través del doctor Ricardo González —otro de los integrantes del Tribunal que debía juzgar a Cháves y a Monzón— resolvió que sin duda alguna, fue una muerte por autodeterminación.
** Centenares de policías, perros adiestrados, civiles, especialistas y hasta videntes buscaron un cuerpo que nunca fue hallado, siguiendo el relato del pequeño Nazareno, sobrino de Lencina, a quien su tío supuestamente intentaba hacer debutar sexualmente aquella tarde del 25 de julio de 2004.
Si pudieron enterrarlo, si la quemaron en un horno de ladrillos, tal como hacía Lencina con perros vivos para divertirse, según llegó a contar su propia madre o si la introdujeron en una red de trata de blancas, fueron siempre las dudas planteadas por los pesquisas. Solamente, una vez se llegó a barajar la posibilidad de que tras un hecho traumático existiera la decisión propia de la joven de no volver, lo que fue interpretado como una irrespetuosidad ante la evidencia planteada en la causa.
** “La buscamos viva, tenemos esperanzas”, sostuvo siempre el querellante Julio Federik, mientras la madre de Fernanda, María Inés Cabrol viajaba a cuanto lugar se indicaba como posible destino de la desaparecida, ante el hallazgo de esquelas, versiones o llamadas anónimas.
Pero paradójicamente y regresado el expediente a manos del juez Héctor Toloy, al mismo tiempo que se manifestaban esperanzas de vida, el magistrado y sus colaboradores buscaban bajo tierra.
Quienes desalentaban las esperanzas de un final feliz, con un reencuentro entre la adolescente y su desconsolada madre, recordaban el hallazgo y reconocimiento de las zapatillas de Fernanda en manos de allegados a la Cháves, en la provincia de Santa Fe, quienes las recibieron de regalo, admitiendo la imputada que Lencina volvió aquella tarde de domingo con el calzado en sus manos y sin manifestar detalles.
** ¿Tenemos que pensar que secuestraron a la chica y le cambiaron los zapatos caprichosamente?, mencionaban quienes recordaron que en 1994, en una actitud que marcaba perfectamente su perfil psicópata, tras violar y asesinar a Pamela Trepán de Fischer y a María Dolores Domínguez, los zapatos mocasines L´epoque de la primera y las zapatillas deportivas de la segunda, junto a otras prendas, les fueron regaladas a Rubén Darío Monzón —primo de Lencina— y a su concubina. Luego, algunos conocieron de boca del mismo Lencina su cruel hazaña, de la cual se jactaba en rueda de íntimos.
** El agasajado con el regalo era nada más y nada menos que un familiar directo de Raúl Monzón, otro de sus primos, que fue el que dijo que después de varios años había vuelto a ver a Miguel Lencina aquella noche en la terminal de ómnibus y que se quedó comiendo una pizza con él y su pareja y luego fueron hasta su casa en barrio La Delfina, donde estuvieron charlando hasta la madrugada, cuando los llevó otra vez a la terminal.
Fue la propia hermana de Monzón —María Rosa— la que lo señaló a Raúl diciendo “es mentira que lo veía por primera vez aquella noche, ya habían estado juntos antes, en el velorio de la hermana de Miguel. Yo no le creo lo que dice, pero que lo aprieten a él, porque culpa de él la policía me está siguiendo a mí”.
** Se piensa que Monzón pudo haber prestado un apoyo logístico para sacar el cuerpo —con o sin vida— en un automóvil Renault Fuego que fue analizado con perros adiestrados que sembraron indicios, sin fuerzas de certeza.
Pero otros elementos probatorios y tras una serie de idas y venidas, la Justicia ordenó que Monzón sea privado de la libertad hasta el momento del debate.
** Hoy las suspicacias vuelven a estar en el tapete, mientras los abogados Nora Lanfranqui y Humberto Franchi estudian las estrategias para representar a Cháves, mientras el doctor José Iparraguirre analiza planteos con los cuales aspira a lograr la libertad de Monzón, mientras le grita a la cara al propio gobernador Jorge Busti su desconfianza por un supuesto accionar político turbio en este caso. En tanto, los querellantes Julio Federik y Leandro Ríos analizan la dilatación de los tiempos procesales, el sorpresivo alejamiento del juez Felipe Celli, sus explosivas declaraciones de tono político y lo que ocasiona al varar una causa que era esperada con gran expectativa, lleva a que el imaginario popular vuelva a ser un avispero.