Durante aquella memorable jornada se dejaron inauguradas las obras iniciales, que consistieron en la construcción de un paquete de 5 piscinas con distintas temperaturas, dos cuerpos de vestuarios y sanitarios, un patio de duchas y un moderno edificio de ingreso. Además se trabajó sobre el ensanchamiento de Avenida Entre Ríos, para que el futuro complejo tuviera un estacionamiento con capacidad para 700 vehículos.
Aquel “Complejo Comunitario”, como se lo denominaba antes de su inauguración, tuvo una inversión inicial de 700 mil dólares, que al poco tiempo se había duplicado.
Esa primera etapa se había desarrollado en un predio contiguo a la perforación, cuya superficie alcanzaba las 2,5 hectáreas. En esos momentos el chorro termal, abastecía una piscina provisoria, con una surgencia que alcanzaba los 450 mil litros horas y ya comenzaba a recibir a miles de personas provenientes de Capital Federal y distintos puntos de la provincia de Entre Ríos.
Ante las dificultades económicas de la época, la comuna no contaba con recursos como para financiar tamaña obra y entonces surgió un esquema de gestión, por medio del cual se aprovechó la capacidad de trabajo de la estructura municipal, mientras se recaudaba poniendo a la venta los lotes en la zona termal, los que atraían a inversores foráneos y locales motorizando un desarrollo que, en esos primeros años, ya resultaron impactantes para una comunidad que no superaba los 10.000 habitantes y tenía una economía en crisis.
Desde sus inicios, este modelo promovió la combinación de lo público y lo privado, ya que en aquella ocasión también se dejó inaugurado el moderno Spa “La Posta de Mandisoví”, ubicado dentro del predio, al que circundaron un restaurante y las pagodas que prestan servicio gastronómico a los bañistas.
Integralmente, la propuesta consistía en un área de piscinas, con sector pasivo y sector recreativo, un sector de servicios y el complejo terapéutico como se denominó inicialmente al Spa. El proyecto preveía una amplia área para su desarrollo, que se fue completando con otras piscinas, que hoy suman 1.300 metros cuadrados de espejo de agua, y otras atracciones.
“Que no se privatice”
Alcides “Gringo” Miñones fue el intendente que decidió construir el Parque Termal. Ni bien se hizo cargo del ejecutivo municipal, ocupó la mayor parte del año 1996 en esa tarea; la que recuerda como ardua y compleja, “eran días en los que dormíamos poco”, dice hoy, a nueve años de la inauguración del parque, y manifiesta su deseo de que el manejo del parque siga en manos del estado, “que no se privatice”, exclama.
Para Miñones la gente estaba esperando esa obra, “era lo que querían”, dice a la distancia el ex intendente, “después de dos años que había salido el agua, todos te preguntaban, qué pasaba, estaban nerviosos y creo que con razón”, recordaba y consideraba aquellos momentos como “embromados”.
Según lo relata, a partir de esta inquietud, desde el gobierno comenzaron a buscar alternativas, “empezamos a ver de qué forma podíamos hacer que el complejo sea municipal y empezamos a asesoramos”. Fue entonces que el ejecutivo abrió el diálogo con todo el espectro político local, “hablamos con los concejales de la oposición”.
En esta gestión, Miñones trabajó junto al equipo técnico de la Municipalidad hasta que hicieron un viaje a Concepción del Uruguay, “donde teníamos unos amigos entendidos en el tema”, recuerda y sostiene que, a la vuelta de ese viaje, habían tomado la decisión de emprender el Parque Termal como una iniciativa netamente municipal.
“Ya había un proyecto que estaba dibujado y empezamos a ver cómo podíamos seguir avanzando”, dice Miñones cuando se le pregunta cómo se iniciaron las gestiones. Para él la virtud estuvo en el trabajo en equipo, “recuerdo que los consulté a los chicos de la Oficina Técnica, estaba Ariel Vago y la Arquitecta Taborda, les dije, vamos a zonificar el área”, dijo sobre una de las primeras medidas que tomó en busca del complejo municipal.
Al proyecto se le adosó la inversión privada, que fue trascendente en la obtención de recursos para afrontar la obra, “había algunos interesados en comprar terrenos”, expresó recordando que la situación económica de ese momento en la comuna tenía algunos problemas. De esta manera se acopló el SPA y los servicios gastronómicos dentro del predio, a lo que, hasta allí, eran sólo las piscinas y el edificio de ingreso, “llegamos a un acuerdo con un inversor y les adjudicamos un terreno dentro de las termas con algunas condiciones”, señaló.
Con el apoyo del Concejo Deliberante se autorizó la venta de los primeros lotes, que ya estaban distribuidos en una zonificación y así ingresaron los fondos que permitirían afrontar la financiación, “prendió tanto esta propuesta, que enseguida vendimos terrenos, hubo gente de Federación que nos acompaño y después empezaron a venir inversores de afuera”, recordó el protagonista principal de aquellos días.
De esta manera, a los seis meses el municipio había logrado pagar la primera parte de la construcción del complejo, “y hasta teníamos la plata para construir dos piletas más, al contado”, recuerda Miñones, quien de esa manera había completado el paquete inicial de 5 piscina, el cerramiento y el edificio de ingreso.
En su evocación, Miñones también hizo mención al aporte del gobierno provincial, presidido por Jorge Pedro Busti. Pese a ser de un color político distinto, en aquella ocasión, el poder ejecutivo provincial giró una partida de $100.000, “fue un compromiso que venía del gobierno provincial”, dijo Miñones y señaló que con el entonces diputado provincial, Carlos Cecco, solicitaron al gobernador Busti dicho aporte y éste accedió al pedido de los representantes federaenses.
