Hotel Ayuí: 18 empleados se hundían con la pandemia pero salieron a flote

El sábado 3 de abril del año pasado, a la tarde, en plena Semana Santa, había aproximadamente 90 vehículos estacionados en las termas que pertenecen a la Codesal; turistas iban y venían entre las piletas. Un poco más al norte, en el Hotel Ayuí, el contraste era absoluto: no había ningún auto estacionado, ni se veía movimiento alguno desde afuera. El hotel, de 40 habitaciones, estaba cerrado desde el inicio de la cuarentena, en marzo de 2020. La  decisión era incomprensible, el establecimiento está a 150 metros de las playas de un espejo de agua como el Lago y a 20 metros de las termas. Desde cualquier punto de vista, es un lugar privilegiado.

Ante la falta de respuestas del Estado, DIARIOJUNIO consultaba pocos días más tarde al presidente de CTM Luis Benedetto, quien explicaba que el organismo binacional no tenía ninguna intervención en el establecimiento dado la existencia de un convenio por el cual fue cedido en 2004 a la Provincia por 30 años. “Salvo que la Provincia diga ‘señores se cae el convenio, no quiero más esto y se lo devuelvo’”, explicó. Por otra parte, admitía que, si bien no pueden intervenir, tienen una relación muy fluida con la Provincia e indicaba que la preocupación por la situación era compartida por el gobernador Gustavo Bordet. “Creemos que el gobernador actual cree que es uno de los factores fundamentales del desarrollo turístico esto y hay que darle el valor que se merece”, señalaba.

En septiembre pasado la situación no había cambiado; al contrario, se deterioraba. Los trabajadores habían decidido manifestarse para transparentar la situación que atravesaban. Ivana Paniagua, una de las empleadas del Hotel Ayuí,  explicaba que el establecimiento estaba “cada vez más deteriorado, está destruido”. “Se puede ver de lejos, porque no podemos ingresar, pero está todo desordenado”, decía. “No vemos que eso vaya a reabrir. Estamos preocupados. Somos 18 familias que estamos sin trabajar y no sabemos si eso va a reabrir. Nadie nos dice si eso va a abrir o no”, remarcaba la empleada. ‘Necesitamos saber que va a pasar con nosotros porque estamos a la deriva’, indicaba.

En octubre, el abogado que representa a los trabajadores, Martín Centurión, confirmaba que Balace les había ofrecido a los empleados capitalizar el hotel de una forma “inviable”. Desde la firma les habían explicado que no tenían dinero suficiente para poner en condiciones el hotel, y mantener los sueldos, y seguir adelante. Para ello, los trabajadores debían renunciar a sus indemnizaciones o que las empleen aportándolas como capital en el establecimiento. De movida, la propuesta fue rechazada. Roh recordaba que había muchos rumores: “que cerraban, que cambiaba de manos, que venía una cooperativa, un  montón  de cosas que no eran ciertas”.

“Eso estuvo mucho tiempo cerrado; los trabajadores pasaron muchas vicisitudes por el tema de cobrar sus salarios, estuvieron un par de meses sin cobrar, después pudieron recuperar sus salarios atrasados. Se les pagó en cuotas”, indicó el gremialista. Los trabajadores nunca quisieron abandonar el barco a pesar de que parecía que se hundía irremediablemente. Llegaron a pasar hasta tres meses sin cobrar y de cuando en cuando aparecía un pago parcial. “En un momento se vio amenazada la subsistencia de esta gente y sus familias”, remarcó Roh.

En septiembre pasado, los empleados salian a protestar por su situacion laboral angustiante.

Pero trabajaron todo noviembre en la recuperación. Roh mencionó que nunca pudieron entrar al hotel ya que estaba cerrado pero se veía desde afuera el deterioro. Se resolvieron los problemas que había: aguas, cañerías, cloacas, electricidad. También se recuperaron el parque y las piletas. “Los trabajadores dicen que el hotel está apto. Pueden haber desperfectos por el uso diario pero fallas en la infraestructura no están reportando”.

 Y en diciembre se reabrieron las puertas. Desde ese momento, comenzaron a llegar turistas. “Empezaron a llegar las reservas”, indicó. “Hoy el hotel está trabajando con todo su personal”, destacó. “Hoy los trabajadores están cobrando sus sueldos en término”, recalcó. Además, la empresa comenzó a cumplir con el traslado desde la ciudad hasta el hotel en cada cambio de turno, les entregó los uniformes y la comida.

Roh recalcó que la temporada fue muy buena. Según los números que manejan los propios empleados, la ocupación promedio del hotel fue del 80 %. Los turistas debieron desembolsar de $ 6.000 a $ 8.000 para ocupar una habitación doble por cada noche que permanecieron. Los datos coinciden con lo informado la semana pasada por el Observatorio Turístico de la Secretaría de Turismo de Concordia: el porcentaje de ocupación de la temporada estival cerró con más 90%, arrojando en el balance final el ingreso aproximado de más de 170 millones de pesos.

No obstante, no todos los hoteles atravesaron la pandemia. En total, el secretario general de la Uthgra Concordia indicó que en esta ciudad nueve hoteles, apart-hoteles y hosterías cerraron sus puertas. Tres reabrieron pero los otros seis siguen cerrados. Algunos se reconvirtieron y hoy funcionan como residencia para adultos mayores, por ejemplo, pero otros siguen con sus puertas cerradas. Y la imagen que viene a la mente inmediatamente es la del Salto Grande. “Tenía 23 empleados y cuando cerró les pagó a todos: no quedó con deuda con nadie”, dijo. El gremialista dijo que es una pena ver el edificio cerrado y que la esperanza es que reabra como el hotel Embajador de Gualeguaychú, un establecimiento simbólico para esa ciudad que también bajó las persianas por la pandemia. Pero este año, adquirido por un sindicato, volvió a la actividad y les devolvió el trabajo a varios de sus ex empleados.

Roh recordó que la hotelería básicamente está compuesta por dos tipos de empresarios. Al igual que en cualquier otro rubro de la economía, ambos buscan la rentabilidad. Pero, cuando surgen los problemas, reaccionan de diferente manera. Los primeros son los empresarios que “están en un escritorio, miran la rentabilidad y cuando ven que no les está dando, buscan la vuelta pero cuando no da deciden cerrar y poner su dinero en otra cosa”, indicó. Los otros son quienes tienen un sentido de pertenencia diferente -por legado familiar por ejemplo- y luchan hasta el final con sus empleados para no cerrar.

Volviendo al Ayuí, en el sindicato están esperando que termine la temporada para reunirse con los concesionarios, hacer un balance, charlar sobre el futuro del emprendimiento y ver como renegocian la deuda de aportes y contribuciones por la obra social que adquirieron desde hace años. Roh dejó en claro que la obra social siempre tuvo las puertas abiertas a los empleados a pesar de que no registran aportes desde hace mucho tiempo. “Ellos o cada vez que un familiar de ellos se enfermó, nosotros estábamos ahí”, indicó. Pero los insumos de la obra social aumentan periódicamente y no hubo ninguna contraprestación económica desde el establecimiento. “Eso generó una deuda y hoy, tras una temporada que fue muy buena para toda la ciudad porque hubo mucho turismo, es el momento de ir con la empresa para generar algún tipo de negociación por la deuda”, indicó el gremialista.

Proceso judicial en el medio

En abril del año pasado, el fiscal José Arias explicaba que la causa Codesal- Hotel Ayuí, por peculado de bienes, peculado de servicios e incumplimiento de los deberes de funcionario público, se elevó a juicio. “Ahora ya está integrado el Tribunal y se está esperando la fecha para el debate”, indicaba. “No hay ningún otro obstáculo, solo falta la fecha”, expresaba. Hay cinco personas imputadas en la causa: Luis Mazurier, ex titular de la Codesal y propietario del Diario El Sol, Cintia Mengeón, Alberto Jesús Villanueva, María Florencia Lauría y Teresita Bordón.

“A Mazurier los hechos que se le imputan son, en su carácter de presidente de la Codesal, que sustrajo dinero que era público, que recaudaba la propia Codesal, para provecho propio”, indicó. El fiscal sostuvo que no se puede determinar el dinero recaudado –de la venta de entradas o del canon de las cantinas de Punta Viracho, Las Palmeras, etc.- por la falta de registro. “Cuando se hace una pericia contable, se puede revisar lo que está registrado, pero si no está registrado no hay constancia alguna”, indicaba Arias. 

Sentido de pertenencia

Roh indicó que hoy el hotel está funcionando: llegan micros con turistas. “La satisfacción nuestra es que los trabajadores lucharon y lucharon para que eso se abra y hoy está trabajando”. Para Roh, se trata de un ‘hotel emblema’ de la ciudad. “Era una pena que se perdiera y quedara en el olvido”. No obstante, sostuvo que se desconoce qué inversión necesita para recuperar el esplendor de antaño pero el hecho que esté trabajando, para Roh, ya es positivo.

Al mismo tiempo, destacó el sentido de pertenencia de los empleados que no quisieron considerarse despedidos ni irse a otro lado a trabajar. Prefirieron luchar para que abra nuevamente. “Nos alegra mucho y es mucho más satisfactorio para nosotros saber que están en el hotel y no en la calle con un cartel pidiendo trabajar, o acá, en la recepción del sindicato, esperando que alguien les consiga un  trabajo o que alguien haga algo por ello”, indicó.

 

Informe: Guillermo Coduri

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