Raúl Ricardo Alfonsín, así lo nombraron, fue atraído por la arena política desde adolescente. Tras obtener su título secundario en el Liceo Militar de la Nación ingresó a la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de La Plata, donde se graduó como abogado en 1950.
Allí comenzó a militar en el Movimiento de Intransigencia y Renovación en el seno de la Unión Cívica Radical, a la que había ingresado atraído por el discurso de su líder, Ricardo Balbín, un antioligárquico y crítico con el populismo social del peronismo. Ya convertido en un líder carismático entre los jóvenes de su partido, Alfonsín fue electo diputado provincial en 1958 y hata 1963, cuando alcanzó el Congreso de la Nación y fue distinguido por sus correligionarios con la vicepresidencia del bloque radical en Diputados.
Autor de numerosos proyectos de ley, afirmados en una clara y dinámica visión social, dejó su banca en 1966, cuando fue derrocado por la Fuerzas Armadas el gobierno constitucional que presidía el doctor Arturo Illia. Ese año fundó el Movimiento de Renovación y Cambio.
Bajo la dictadura militar de 1976-83 se distinguió en la defensa de los derechos humanos, algo que se supone le valió la elección como presidente de la Unión Cívica Radical en 1983.
Alfonsín se casó con María Lorenza Barreneche, con quien tuvo seis hijos: Raúl Felipe, Ana María, Ricardo Luis, María Marcela, María Inés y Javier Ignacio.
El 10 de diciembre de 1983, con el 51,74% de los votos a su favor, el líder radical asumió la primera magistratura del Estado en medio de una fiesta cívica que marcó el retorno de la vida democrática al país.
En sus primero años frente al Ejecutivo, el entonces presidente llevó a cabo el plebiscito que logró la paz con el vecino país de Chile, creó la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (CONADEP) que concluyó su investigación con el libro “Nunca Más” (editado en 15 idiomas titulado) y se llevó adelante el juicio juicio a los integrantes de las Junta Militar que interrumpió la vida democrática del país en 24 de marzo de 1976.
Entre los logros de gestión más importantes también se destacaron la instrumentación y puesta en marcha del PLAN NACIONAL DE ALFABETIZACIÓN (premiado por la UNESCO) y el Plan Alimentario Nacional (PAN) cuyo modelo interesó al punto de ponerse en práctica varios países de América latina. También fue sancionado el divorcio vincular (Ley 23.515) —en medio de una fuerte oposición de la Iglesia Católica— y la patria potestad compartida.
Después de cumplir la mitad de su mandato —en aquellos años la Constitución diponía períodos presidenciales de seis años—, Alfonsín enfrentó tres insurrecciones militares, disconformes con la política de castigo para con las cúpulas militares y un permanente estado de insubordinación de las Fuerzas Armadas.
En lo económico, la hiperinflación en octubre 1989 llevó la pobreza al 47.3%. Faltaban 7 meses para la fecha de entrega del mando, pero ante el riesgo de disolución del Estado y la eventualidad de un nuevo golpe militar, Alfonsín renunció el 9 de julio de 1989 para anticipar la entrega del mando a Carlos Menem.
Bibliografía: Centro de Investigación de Relaciones Internacionales y Desarrollo y Luis Alberto Romero, Breve Historia Contemporánea de la Argentina.
Fuente: Crítica