Hernan López Echagüe presenta su nuevo libro : Tierramemoria

Organiza esta presentación Ediciones Guayacán y auspician: Semanario Análisis, Nuevo Banco de Entre Ríos, Códice Libros, Librería Mauro Yardín.
«Creo que todos hemos padecido la tierra en algún momento de nuestra vida. Ausencia, inefable compromiso, atávica necesidad de escarbar para hallar respuestas. Mis mejores y más colosales amigos están bajo tierra, o sumergidos, presumo, las patas apresadas en cemento, en el acaramelado Río de la Plata. En el lodo.
En las semblanzas y breves historias que a continuación refiero, la tierra es el lugar común, esencia en ocasiones maldita, en oportunidades cargada de raro misticismo, acaso improbable preñez de historia. Cuerpos que han hecho de la vida una continua sucesión de muertes y renacimientos. Personas que, como la tierra, exhalan el perfume y el vigor de lo irreductible, de lo permanente. Y es la permanencia, en el tiempo, en el espacio, ese estado abstracto de la presencia terca y firme, lo que los ha reunido en este libro a pesar de que entre ellos nunca jamás se han visto. En algunos casos, por razones obvias: unos han muerto. Pero la alquimia de la palabra logra a veces obsequiar forma y verosimilitud a escenas fraguadas. Reunir en estas páginas, por ejemplo, a mujeres y hombres separados por la distancia, por el tiempo y los propósitos, que, sin embargo, me tomo el atrevimiento de darlo por hecho, hoy andarían de la mano. Es más: hoy andan de la mano aunque pocos lo adviertan, y en la ignorancia de semejante encadenamiento histórico e ineluctable de los sucesos, de sus derroteros, incluyo a los mismísimos protagonistas y hacedores de este paisaje figurado en el que tienen cabida el cálido vozarrón de un asentamiento del norte de Rosario, la esquiva cadencia de los campos del noroeste de Córdoba y de Abra Pampa, norte de Jujuy, y el eterno retorno de la dictadura y su atrocidad irremisible.
El orden de estos relatos y apuntes es naturalmente caprichoso. Lo modifiqué en más de una oportunidad, hasta que me ganaron el cansancio y la sensatez. El orden implica una sujeción a normas muchas veces fundadas en la peor de las subjetividades, como la preponderancia, la importancia, la superioridad de fuerza y autoridad. En este libro el orden de las historias está sujeto simplemente a su título, a lo azaroso de su título. Van, por lo tanto, en la sucesión cronológica en que fueron escritas, es decir, sin método ni plan alguno» (fragmento del prólogo).
H.L.E | otoño del año 2004

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