Empecemos por lo primero: Scioli no me gusta, nunca me gustó, y de hecho después de pensarlo mucho ayer a la mañana me decidí y no lo voté: expresa lo peor dentro del kirchnerismo, sus peores resabios noventistas, la alianza (¿necesaria?) con los intendentes y los gobernadores más nefastos del peronismo. La única virtud que le veía en relación a Massa, por ejemplo, era el marco de alianzas en el que se inscribía su candidatura, condicionado por otros sectores del kirchnerismo, progresistas, de izquierda o centroizquierda, nucleados con organizaciones del campo popular, es decir, su condicionamiento político.
Al ver la conformación de su gabinete se confirmaron los peores presagios: desde el retorno de una política exterior de relaciones carnales, con Guillermo Francos (el presidente del partido de Cavallo) en Washington y Mario Blejer en Londres, hasta Gustavo Ferrari, un tipo de De Narváez, en la SIDE.
La gota que rebalsó el vaso fue la propuesta de Barbieri, el heredero de Shuberoff en la UBA y paladín de la privatización de la universidad pública. Todo esto se suma a la promoción de sus ministros de la Provincia a la Nación, contra los que no tengo nada en particular, pero que muestran un bajo nivel de condicionamiento por parte del kirchnerismo.
Ahora bien, debo confesar que no lo voté suponiendo que igual ganaba en primera vuelta, y ahora el escenario es otro. Mantengo en pie todo lo que dije de Scioli en el párrafo anterior y miles de críticas al kirchnerismo que he sostenido durante los últimos años: a la sojización, a la megaminería, a la ausencia de cambio estructural en la industria, etc. Todo lo malo del kirchnerismo con Scioli es claramente peor, pero ahora el escenario es otro.
Ahora tenemos enfrente a Macri, un tipo que después de reprimir una protesta en el Indoamericano se justificó planteando que nuestro problema era la inmigración descontrolada. Hoy recuerdo eso y no puedo dejar de sentirme orgulloso del plan Patria Grande que hace que Argentina tenga la política inmigratoria más laxa del mundo, de fronteras abiertas, en clara oposición a las políticas inmigratorias xenófobas que se imponen en otros lares.
Ahora tenemos enfrente a Macri, que subejecuta el presupuesto educativo de la ciudad y los techos de las escuelas se caen, mientras siguen subiendo los subsidios a la educación privada.
Y no puedo dejar de pensar que en los últimos 12 años se construyeron 700 escuelas y que la educación pasó a representar el 6 por ciento del PIB. No puedo dejar de pensar en las nuevas universidades públicas del Conurbano, a donde acuden estudiantes que en su gran mayoría son primera generación en la universidad, que jamás accederían a la UBA.
El salario docente debería ser muchísimo mayor, sí. La universidad pública (la UBA, por ejemplo) está llena de negociados y de corrupción, sí. Pero sigue siendo gratuita, a pesar de los esfuerzos por arancelarla que hicieron en los 90 los economistas que hoy son parte del PRO.
Ahora tenemos enfrente a Macri, que ejecutó 0% del presupuesto de ciencia y técnica de la Ciudad. Cuando gobernaban los economistas que hoy son parte del PRO la beca CONICET era de 400 pesos y entraban 6 becarios por año. Hoy entran al CONICET 1200 becarios por año, y lo que ganamos podría ser muchísimo más, pero es inmensamente mayor a lo de los '90. Es cierto, los becarios seguimos precarizados, hay gente que se queda afuera del ingreso a carrera después de 5 o 7 años de beca, los criterios de evaluación de CONICET son espantosos, etc.
Comprendo todo eso y apoyo las reivindicaciones que hacemos para modificar esas cosas, pero no podemos negar que el sistema científico en Argentina es hoy por hoy una salida laboral posible para muchos, que no tenemos que irnos del país o irnos a lavar los platos, sino que el Estado financia y apoya la expansión de la ciencia. Que afortunadamente se puede vivir de la ciencia en Argentina y de la docencia en Argentina, se podría vivir mejor, es cierto, pero se puede, y no siempre se pudo. Y con Macri no se va a poder más.
Ahora tenemos enfrente a Macri, cuyos diputados votaron en contra a la estatización de los fondos de las AFJP.
Tenemos enfrente un tipo que defiende un sistema privado en el que el Estado seguía pagando las jubilaciones, pero los aportes iban a las administradoras privadas, un sistema que generó un enorme aumento de la deuda pública y contribuyó a que la jubilación mínima durante todos los 90 sea de 150 pesos, y que además tenga jubilación la mitad de la población.
Hoy por hoy más del 95 por ciento de los ancianos tiene jubilación, hayan aportado o no, y la mínima es inmensamente más alta, y además hay un criterio automático para los aumentos. Es cierto, la mínima es igualmente baja, muchas veces no alcanza. Los jubilados deberían ganar el doble, o el triple, sí, sin dudarlo. Pero nadie puede negar que ser un anciano en la Argentina de hoy es mucho mejor que serlo en la Argentina de hace 15 o 20 años.
Ahora tenemos enfrente a Macri, que se opuso a todas las leyes de Derechos Humanos promovidas por este gobierno. Hoy tenemos avanzada una agenda de investigación sobre la complicidad corporativa de la dictadura, con investigaciones en distintos organismos, como la CNV, el INTA, el Banco Central. Estamos cerca de tener los primeros empresarios condenados por complicidad. ¿Se imaginan a Macri impulsando esto? ¿Se imaginan a Macri avanzando con los juicios que faltan? Es cierto, falta juzgar a la mayoría de los represores, falta desarticular los organismos de seguridad e inteligencia heredados de la dictadura.
Es cierto, está desaparecido Julio López. Pero no podemos negar que hemos avanzado muchísimo y que somos un ejemplo en materia de políticas de memoria y de derechos humanos. Pregunto, si Macri hubiera sido presidente, ¿Videla se habría muerto en el inodoro de su celda o en su casa?
En Francia la izquierda supo votar a Chirac en un ballotage contra Le Pen. En Brasil la izquierda bancó a Dilma cuando amenazaba Aecio. Hay una vieja frase española que lo sintetiza todo: "contra Franco estábamos mejor", en referencia a las peleas entre comunistas, socialistas, republicanos, etc. a partir del retorno de la democracia.
Bueno, ahora estamos contra Macri. Todo lo que dije arriba sobre Scioli lo voy a seguir sosteniendo, pero ahora tenemos enfrente a Macri. Así que, amigos y amigas compañeros/as de años de militancia, olvidémonos por unas semanas las diferencias, los detalles, las pequeñeces, y veamos la foto completa: tenemos enfrente a Macri.
El 22 hay que tragarse todos los sapos (Barbieri, Ferrari, Francos, todos) y votar a Scioli. En estas cuatro semanas me van a ver más K que nunca. Aunque sea con la nariz tapada y con el antiácido a mano, en esta hay que votar a Scioli.