“Hay que pensar en el aporte igualitario y cohesivo que la educación común pueden brindar a la sociedad” dijo Adolfo Stubrin

El Dr. Stubrin, con una vasta trayectoria en materia de gestión educativa, fue presentado por el Presidente del Comité Departamental, José Antonio Artusi, quien se refirió a los objetivos del ciclo y resaltó el compromiso del radicalismo con la educación pública y laica, a la vez que recordó el 120° aniversario de la sanción de la Ley 1420, que consagró sus principios y sirvió durante décadas como instrumento de la promoción educativa al servicio de la movilidad social y la integración nacional.

En ese sentido, Stubrin expresó que en este momento «es necesaria y factible una política pública nacional en materia de educación. Una falsa disyuntiva suele presentarse al respecto alrededor de si la educación debe formar parte de las políticas sociales o de las políticas de desarrollo. Según mi enfoque la política educacional es una manifestación de la intervención activa del Estado con pareja intensidad en ambas dimensiones de la realidad nacional y, a la vez, una bisagra que articula la modernización productiva con la justicia social».

A su vez, manifestó que «transcurrido casi un año desde su instalación el actual gobierno constitucional no ha presentado un conjunto articulado de intenciones e instrumentos para la acción pública que pudiéramos reconocer como una política pública. Con la vista puesta en los graves problemas existentes es evidente que hay aquí una asignatura pendiente. Es una responsabilidad del gobierno nacional, entre otras razones, porque va haciéndose carne en la opinión pública que las políticas de descarga de funciones hacia las provincias ha llegado demasiado lejos, al punto de casi disolver los rasgos estructurales comunes de la educación popular y neutralizar la vigencia del principio de igualdad de oportunidades».

Finalmente, Adolfo Stubrin abogó por «reencontrarnos, entonces, con la tradición nacional que arranca con Domingo Faustino Sarmiento», que «obliga a pensar en el aporte igualitario y cohesivo que el sistema educativo nacional y la educación común pueden brindar a la sociedad. La dramática constatación de que nuestro país ha descendido en los estudios mundiales que miden los aprendizajes de niños y jóvenes y que nos encontramos sumergidos, junto con la mayor parte de Latinoamérica, en medio de una bien llamada «tragedia educativa» es una señal de alarma que conviene escuchar».

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