Marcelo Barrera, director de Producción Animal de Entre Ríos, explicó ayer que el problema bordea lo riesgoso, y que además es de imposible control. “Esto de la faena de animales que mueren por cansancio, estrés, ahogo o mientras son arreados, ha pasado en varios lugares. Ya tuvimos la experiencia de lo que ocurrió en Victoria”, dijo.
Barrera expresó que ya se ha dado instrucciones expresas a la Policía de Entre Ríos de modo que aplique severos controles para evitar “la comercialización de estos animales. Pero ocurre que se nos hace imposible controlar esta situación. Estamos hablando de un problema que no ocurre en un punto definido, sino en distintas zonas de la provincia, y no se puede llegar a todos lados”.
El funcionario sostuvo que “el riesgo sanitario producto de esa comercialización no es tan alto, porque se trata de animales que están controlados, con su vacunación en regla. La mayoría de los animales muertos no tiene afecciones sanitarias, pero esto no habilita al consumo y mucho menos a su comercialización”.
Aislados
Un productor ganadero del departamento Diamante que pidió que no se revelara su nombre explicó que en el arreo de reses desde las islas a tierra firme se producen muchas muertes de animales, situación que es aprovechada luego por desconocida que los carnean no sólo para vender la carne sino también para comercializar el cuero.
“El mayor malestar de la gente es lo aislado y desprotegido que estamos. Ni la Policía ni la Municipalidad se hace presente para ver cómo se enfrenta estos problemas. Enfrente nuestro veíamos cómo la gente venía, los carneaba, los degollaba, y se iban con cuartos, con lomos a cuestas. Y no aparece nadie para poner un poco de control”, se alarmó.
“Acá la gente está indignada con todo lo que está pasando. A un ganadero se le murieron 20 vacas aplastadas en el barco que las trasladaba y tuvieron que dejarlas en el camino. Ahí nomás aparecieron unas personas, y se las llevaban, y algunos decían que ya tenían compromisos con algunos carniceros para entregar lo que conseguían”, señaló.
Cuando el problema se dio en Victoria, el asesor legal del Municipio, Héctor Marchesse, denunció penalmente el episodio. “Es de público conocimiento que al colocar a esos animales en la vía pública aparecen como ofreciéndose a la faena ilegal, contraria a las normas de sanidad, terminando en el consumo popular y colocando en grave riesgo a los consumidores y a quienes están cerca de ellos porque puede producirse una epidemia”, señaló.
La carne que no es inspeccionada bromatológicamente por el Senasa tiene dos riesgos para el consumo humano: que el animal haya muerto de una enfermedad infectocontagiosa —como el carbunclo, que puede ser letal para el hombre— o que esté contaminada por no haber sido desangrada, dado que la sangre se coagula en el cuerpo del animal y es un caldo de cultivo ideal para que crezcan bacterias como estafilococos, estreptococos o colibacilos, entre otras, dijo un veterinario.