Faltando solo un mes y medio para dictarse sentencia de condena a uno de los máximos responsables e ideólogos de la dictadura genocida, nos encontramos nuevamente con las nefastas consecuencias de tantos años de impunidad. Muere Albano Harguindeguy, ex ministro del Interior, sin sentencia de condena.
La tardanza de la Justicia nos ha conducido a enfrentarnos con el punto final biológico. Es la muerte con impunidad, sin embargo es parcial ya que estaba procesado y por primera vez sentado en el banquillo de un juicio oral, denominado “Causa Harguindeguy” por crímenes de lesa humanidad, siendo culpable de aberrantes crímenes contra la humanidad.
En esta megacausa, se lo imputa por asociación ilícita, por ser autor mediato de la muerte de Sixto Zalasar, Julio Solaga, Norma González y Oscar Dezorzi; y por más de 20 privaciones ilegales de la libertad, numerosos tormentos y allanamientos ilegales en Gualeguaychú, Concepción del Uruguay y Concordia.
Queda impune por tanto sus obrar genocida y esto como consecuencia directa de las leyes de obediencia debida y punto final primero, el indulto después y la lenta actuación de la Justicia finalmente.
Junto con el genocida (Genaro) Díaz Bessone por causas de salud, y con la muerte de Trimarco. Harguindeguy es uno más que se nos va, sin embargo los organismos de Derechos Humanos, sobrevivientes, familiares y la sociedad entrerriana los condenamos sistemáticamente, y el juicio político hace años que está en marcha.