Los uniformados tomaran nota del hallazgo y se retiraron, mientras los municipales se ocupaban de asear el lugar. Lo más llamativo fue -sin dudas-los “cartelitos”, con nombres y apellidos de distintas personas de la ciudad, que “decoraban” las bandejas con el pororó.
Durante toda la jornada hubo distintos comentarios y versiones sobre el significado de los elementos encontrados, y hasta se mencionó que no sería la primera vez que ocurre esto, y la existencia -hasta ahora no confirmada- de testimonios de personas que habrían visto movimientos en el camposanto durante la madrugada y que el acceso más próximo al volcadero municipal había convertido en un improvisado escenario de prácticas rituales.