Hace once años nacía DIARIOJUNIO

El 7 de junio es una fecha de reflexión profunda y extensa para quienes escribimos en DIARIOJUNIO. Es el día del periodista, pero es además, el aniversario de la fundación del primer periódico publico que tuvo nuestro suelo, el primer medio de comunicación que era escrito desde el gobierno revolucionario, por orden de Mariano Moreno, para que el pueblo manejara información sobre lo que hacían sus representantes, y lo que ocurría en el mundo. Antes de eso, las noticias llegaban a los habitantes de la colonia española, a través de pasquines británicos y de otras procedencias ajenas al interés público, e incluso enemistadas con éste.

 La creación de este periódico, era una política de estado, tendiente a contar con un pueblo que estuviera al tanto de las decisiones de sus representantes y las acciones de los demás poderes, económicos, políticos, militares, eclesiásticos, que tomaban decisiones y practicas sobre los recursos, bienes y costumbres de los habitantes de este suelo. Había que desterrar, la vieja costumbre de agachar la cabeza ante las órdenes del Virrey; había que ser libres pero para eso había que saber primero qué estaba pasando.

En esta misma fecha, un 7 de junio, pero de 2003, La revista Junio, que había dejado de editarse en 2001 en medio de la crisis, reaparecía en formato digital, para tomar la posta dejada en su última editorial. Ese último número de la revista Junio, donde Gastaldi hace una cruda descripción del impacto que la crisis tuvo en Concordia, es además el texto inaugural del libro “Piqueteros Pudientes y Hegemonía”.

El titulo de esa nota de tapa era: “Llegó el momento”  

Así se despedía la revista Junio en 2001, y con esa impronta nació DIARIOJUNIO DIGITAL dos años después. La crisis nos dejó muchas enseñanzas, y había llegado el momento de refundar muchas cosas. De que el pueblo participara de la vida política de su país: lo hizo cuando salió a la calle a pedir la renuncia de un presidente, pero era necesario además, que lo hiciera para opinar y proponer acerca de las políticas que demandaba el nuevo tiempo.

Desde ese lugar, nos paramos todos los días; desde la convicción que el pueblo no solo tiene derecho a saber, sino que debe saber y tomar partido de lo que pasa a su alrededor, y de las decisiones que se toman en los ámbitos de poder.

Un medio alternativo

Somos alternativos, porque informamos desde un paradigma totalmente distinto al que lo hacen las empresas multimediaticas que imponen con su poder de incidir en la opinión pública, un modelo de periodismo que fomenta el “no te metás”; un modelo de periodismo basado en eliminar la participación ciudadana, en condenar la participación política, y el debate de ideas.

Un modelo, basado en que los ciudadanos cumplan el rol de consumidores y repetidores, y que no participen ni pretendan tener algún grado de incidencia en las discusiones sobre la organización social.

Es lo que ocurre cuando el servicio de información está solo en manos del mercado, y los consumidores de este servicio no tienen poder o interés en regularlo.

Nuestra función es bien distinta, informamos para mejorar la sociedad de la que somos parte, para aportar conocimientos, información que no está a la vista de todos, y que es importante que los ciudadanos conozcan.

Desde este sitio, hemos denunciado episodios de corrupción e inacción de funcionarios públicos, tanto como de los grupos, empresas y capitales privados, que abusan de su poder para violar los derechos de sus conciudadanos. Lo hacemos permanentemente.

Advertimos, mediante la participación de los lectores con sus comentarios; que una parte de ellos espera que sigamos el mismo modelo de periodismo que proponen diarios como Clarín y la Nación; un periodismo que les de elementos para poder culpar a alguien y justificar el “no te metás”. Un periodismo que les de la tranquilidad de hacer sus vidas de la puerta de casa para adentro, regalándoles un culpable a quien responsabilizar de los dramas sociales que nos sorprenden en la puerta de un negocio, en la cola de un banco o al final de un largo camino que nos lleva al campo de una renombrada familia, a costa del esfuerzo, sudor y lagrimas de sus trabajadores explotados.

 

Fortalecer la participación

Cuando informamos estas partes ocultas de realidad de nuestra región, no lo hacemos para aportar más elementos a la disgregación social, ni para aportar nuevas excusas o justificaciones que nos resuelvan la contradicción que nos abarca al mirar a los ojos a un pibe que pide limosna en la calle. Lo hacemos, para poner en debate lo que está pasando, lo hacemos para que se discuta y se busque una solución; que si no sale de los dirigentes, debe salir de sus representados, pero nada bueno puede salir de un pueblo que ignora lo que pasa, o ignora que es capaz de cambiarlo.    

Como periodistas y antes como ciudadanos, asumimos ese compromiso de intentar dejar las cosas un poco mejor de la que las encontramos.

Conocer y publicar nuevos puntos de vista que nos aproximen a la verdad es la primera parte de esa tarea, que nos permite empezar por reconocer la situación. La búsqueda de las soluciones debemos hacerla entre todos y en esa inteligencia nació la posibilidad de los comentarios al pie de nuestras notas: Que esta herramienta, que nos permite una comunicación de “ida y vuelta” se haya degenerado una sección cada día más intolerante e imposible de leer, nos habla del poco valor que se le da a la participación y al dialogo.

De la misma manera que nos lo muestra, la proliferación de páginas en las redes sociales, donde los concordienses prefieren el escrache antes que la justicia. Prefieren, a riesgo de condenar inocentes; acusar sin pruebas incitando al odio y la violencia, en lugar de hacer valer nuestros derechos de llevar a juicio a los responsables de un delito.

Si algo anda mal en esa administración de justicia, es potestad de los ciudadanos reclamar las mejoras que estimemos pertinentes, y así en todos los órganos estatales que nos dan la posibilidad de cambiar lo que está mal.

Renegar de ese derecho de transformar lo público y pararse desde la propiedad privada para arrojarle piedras a lo que es de todos, está lejos de resolver el problema y desalienta a los que sí intentan hacerlo… 

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