![](/fotos/foto0_1_119639_1.jpg)
Por: Fernando Belottini
Vale destacar de este drama el despliegue actoral de Marifé Franco, que se pone al hombro con mucha solvencia un texto poético, críptico a veces, con un registro de español neutro que pone alguna distancia con nuestra época, para contarnos la tragedia de esa nana despojada de amor, descendencia y justicia.
En ese punto, donde alguien “se ha secado”, como la ropa tendida y recogida durante la obra, encuentra a un público con la garganta anudada y los ojos bien abiertos para observar el preciso montaje que el texto requiere: Ambiente con escasa luz, arboles secos, hojas diseminadas por el piso: otoño de la vida con pocas primaveras.
Es interesante también cómo son utilizados los pocos objetos en escena, prendas de vestir, sábanas, muñeco de trapo, reivindicando con maestría la ilusión que el teatro provoca.
Existe una controversia sobre el origen de la palabra “nana”, algunos dicen que se trata de una onomatopeya como mamá, papá, nene; otros, que proviene del quechua, ñaña: hermana mayor; algunos creen del inglés nanny: niñera. La figura, de todas formas, tiene ecos de canción infantil y cuidado, solo que, en este caso, parece ser de quien en el transcurso de una vida sometida al poder solo puede contar su dolor.
Ficha técnica
Voz en off: Andrea Juliá
Operación Técnica: Nicolas Eyeralde
Diseño de escenografía e iluminación: Horacio Medrano
Vestuario: Vanesa Escalada
Fotografía: Santiago Lacava
Imagen gráfica: Lucía Spiazzi
Producción y realización: Natalia Cuestas
Producción general: Grupo LAS YOTIVENCO