Gualeguaychuenses en el espacio: Jóvenes que desarrollan satélites industria nacional

El sueño de la nave espacial

Adrián Orellano tiene 30 años y es ingeniero en sistemas de información. Nació en Gualeguaychú, en donde vivió hasta hace dos años y cursó la primaria en la Escuela Tomas de Rocamora, de donde conserva gran parte de sus amigos. “En esa escuela aprendí a estudiar”, expresó.

Antes de estudiar ingeniería en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) de Concepción del Uruguay, hizo la secundaria en el Colegio Nacional: “Fue muy importante para mí por la formación que me brindó y porque ahí obtuve la Beca de la Fundación Rossi, que me ayudó a continuar mis estudios”.

Actualmente, Adrián trabaja en la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae), el organismo estatal encargado de llevar a cabo proyectos espaciales por medio de la ejecución del Plan Espacial Nacional. En otras palabras, es la Agencia Espacial Argentina.

Hace poco más de un año y medio que se desempeña en el área de Software de a Bordo para el proyecto Saocom (Satélite Argentino de Observación Con Microondas). “Trabajo en todo lo relacionado con los programas que van dentro del satélite y son parte de su funcionamiento”, agregó.

Saocom es un proyecto de diseño y construcción de dos satélites que permitirán medir propiedades físicas de la superficie del planeta por medio de la utilización de un radar de tipo SAR. “Esto es de gran utilidad, tiene muchísimas aplicaciones y su principal objetivo es el monitoreo y la prevención de catástrofes naturales”, relató el joven ingeniero.

El radar del satélite medirá la superficie terrestre, más allá de las condiciones climáticas de la zona evaluada, “lo que le da la flexibilidad para responder muy rápido y acceder a cualquier parte del mundo”, explicó Adrián, al tiempo que hizo hincapié en la importancia del desarrollo de proyectos tecnológicos: “Es fundamental para el crecimiento del país, no solo por los beneficios directos de sus aplicaciones, sino porque de esta manera generamos conocimiento, desarrollamos y especializamos a nuestros técnicos, ingenieros y científicos, generando un altísimo valor agregado en nuestro principal recurso, el humano. También creo que la apuesta a la ciencia y la tecnología es la base para un cambio de paradigma social y económico”.

Saocom será una herramienta importante para el desarrollo nacional, ya que permitirá, entre otros beneficios, realizar mapas de humedad del suelo con aplicaciones en hidrología, agricultura y salud. Además de brindar la posibilidad de monitorear y prevenir catástrofes naturales, tales como derrames de hidrocarburos en el mar y el seguimiento del avance de las inundaciones.

Adrián dice: “Trabajar en la Conae es una oportunidad de la que siempre voy a estar agradecido y honrado, ya que me permite aplicar y, sobre todo, adquirir conocimientos todos los días y estar rodeado de un equipo de profesionales con un altísimo nivel técnico y humano, por quienes tengo una mucha admiración. Por último, aunque no menos, es maravilloso e increíble estar cumpliendo el sueño de mi niñez: ¡Construir una nave espacial!”.

De la feria de ciencias al espacio

Guillermo Ortiz

Guillermo Ortiz

Guillermo Horacio Ortiz, al igual que Adrián, trabaja en el proyecto Saocom. Pero no es lo único que tiene en común con el soñador de naves espaciales: Guillermo también fue a la Escuela Rocamora y considera “clave” la etapa de la secundaria.

“Hice el secundario en la Escuela Técnica Nº 2, donde me especialicé en Electromecánica. Fue clave para mi desarrollo personal y profesional, y fue el puntapié para estudiar ingeniería”, indicó. Además, “participé en varias olimpiadas y encuentros matemáticos. Una de las mejores experiencias que tuve fue el Club de Ciencias, cuando ganamos en la ciudad, luego en la provincia y fuimos invitados a participar en Brasil, donde logramos un tercer puesto”.

Guillermo llegó a Buenos Aires hace 14 años para estudiar Ingeniería Aeronáutica en la Regional Haedo de la UTN. Trabajó muchos años en el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), antes de entrar en Conae, donde se desempeña como Product Assurance Engineer, “dentro de un área transversal a todos los sistemas del proyecto, que tiene la finalidad de asegurar que tanto el producto como el mismo desarrollo del proyecto se lleven a cabo conforme a las normativas propias, nacionales e internacionales”.

Al respecto, se mostró entusiasmado, ya que “es un trabajo que me plantea desafíos todo el tiempo”.

Allí interactúa con todas las áreas y sistemas, en todas las etapas de desarrollo del proyecto. “De manera que se trata de un trabajo de fuerte carácter interdisciplinario, me conecto con ingenieros de diferentes especialidades, mecánicos, electrónicos, aeronáuticos, de sistemas… y eso me demanda estar a la altura”.

Guillermo dice: “Este tipo de proyectos pone de manifiesto que aún tenemos recursos humanos para afrontarlos. Es un orgullo personal y profesional ser parte de este tipo de iniciativas, y al mismo tiempo me considero afortunado por haber tenido una infancia y una adolescencia feliz en Gualeguaychú: Mi familia, mis amigos y profesores son parte de esto. A todos: ¡Gracias!

“Siempre me gustaron los fierros”

Mariano Paredes

Mariano Paredes

Es el mayor de los tres, aunque solo tiene 35 años. Casi de la mano con las orientaciones de las políticas públicas del país, Mariano Paredes, después de cursar sus estudios en el Instituto Malvina Seguí de Clavarino y en el Pio XII, comenzó la carrera de Economía en La Plata. Pero, según el mismo reconoce, siempre le gustaron “los fierros”, por lo que, cuatro años más tarde, empezó Ingeniería Mecánica en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).

“Cuando me fui de Gualeguaychú, en el ‘97, la realidad del país era otra, la ingeniería no era una profesión valorada. Pero con los años la vocación fue  queriendo asomar y me volqué a lo que realmente me gusta”, contó quien hace algo de seis años trabaja en proyectos asociados al Plan Espacial Argentino, “primero para el satélite científico SAC-D y luego para VENG S.A que es la empresa bajo la órbita de Conae que lleva adelante el proyecto de Acceso al Espacio”.

Durante la entrevista con ElDía, Mariano sacó a relucir su capacidad pedagógica y con total claridad explicó: “Argentina hace muchos años que fabrica satélites de aplicación científica, particularmente los que miran la tierra. ¿Para qué? Hay dos tipos de desarrollo en nuestro país: Los Científicos, que están en órbita baja, a 600 kilómetros de altura y sirven para mediciones de temperatura, humedad del suelo, los glaciares, las cosechas, et. Todos estos datos son procesados por científicos que luego elaboran modelos que nos ayudan a predecir situaciones que repercutirán en nuestra vida cotidiana”.

Pero además, están los proyectos de comunicación: “Argentina está por lanzar el próximo 16 de octubre el satélite Arsat 1 desde Guayana Francesa, con un lanzador Arianne de la Agencia Espacial Europea. Este satélite es el primero de una serie de tres y su órbita está a 35.000 kilómetros (casi 60 veces más que los científicos). Fue diseñado, fabricado y ensayado completamente en Argentina, siendo nuestro país el primero en América Latina en completar el desarrollo de un satélite de esta clase. La empresa encargada de la gestión es la estatal Arsat, la cual encargó la fabricación a Invap SE”.

Junto a su equipo de trabajo, Mariano está a cargo del desarrollo de lanzadores satelitales: Los vehículos que llevan los satélites hasta la órbita deseada, llamados VEx (Vehículos Experimentales).

“El pasado 15 de Agosto tuvimos un lanzamiento en cercanías a la localidad de Punta Indio, que marcó un hito histórico, ya que un vehículo (Vex1-B), de 14,5 metros y 2800 kilos, voló siguiendo la trayectoria esperada, con un sistema de navegación autónomo (sistema inteligente de vuelo), desarrollado  completamente en el país”, relató y agregó que pretenden llegar “al Tronador II, que será capaz de transportar pequeños satélites a orbitas bajas, lanzados desde nuestro territorio”.

Mariano dice: “En momentos tristes de nuestra historia, muchos profesionales tuvieron que irse del país para poder desarrollar sus carreras en países donde la ciencia y la tecnología tenían apoyo económico. Hoy, es nuestro propio país el que fomenta el desarrollo de tecnologías de avanzada y genera los espacios para que ingenieros, científicos y tecnólogos podamos desarrollarnos profesionalmente, generando conocimientos que pueden ayudar a mejorar la vida de nuestro pueblo. Es doblemente gratificante trabajar de lo que uno elige y le gusta, sabiendo que además se puede colaborar en algunas pequeñas cosas para transformar parte de la realidad de tu propio país, de tu gente”.

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