El juez de Instrucción Dardo Tórtul recibió ayer el expediente con la causa caratulada “Domínguez Gustavo Ismael, sobre su muerte”, e inició las primeras diligencias formales. El juez evitó brindar detalles cuando fue consultado acerca de las versiones de hechos aberrantes que habría sufrido el niño días previos a su muerte.
Es que de manera extraoficial, se supo que la autopsia practicada al cuerpo del niño no solo confirmó la muerte por asfixia por inmersión, sino que habría determinado la presencia de lesiones anales.
Gustavo Ismael tenía 13 meses, no caminaba, gateaba, y fue encontrado solo, muerto, ahogado en el interior de una pileta de lona de 80 cm. de altura, con, por lo menos 30 cm. de agua en su interior, el martes, a las 4 de la tarde. Su madre dice que lo había dejado dentro de un corralito de madera un par de horas antes. A pesar que en la casa viven, por lo menos 10 personas, entre menores y mayores, nadie advirtió el drama.
“La última vez que le dí un beso”
Cristian Marcelo Domínguez (30), el padre del niño, no encuentra consuelo y no cree “una sola palabra” del testimonio de su ex pareja. “la criatura no se metió sola en la pileta, es imposible, alguien lo metió”.
Domínguez y González eran pareja hasta el 30 de agosto del año pasado, “cuando ella se fue”, expresó Cristian. “Y al mes ya estaba casada”, con otro hombre.
“Quiero ver preso al que le hizo eso a mi hijo”, espetó abriendo el diálogo. Luego, relató que se enteró ayer por la mañana, por LT41, que su hijo presentaba lesiones de abuso sexual. “Eso me mató”, expresó entre lágrimas.
Domínguez vio por última vez a su hijo en diciembre. “Fui dos veces a querer verlo y me echaron a empujones insultándome, tirándome piedras. Así que tuve que agachar la cabeza y volverme”. Domínguez manifestó que hizo un reclamo en el juzgado, pero le informaron que la tenencia correspondía a la madre. “El 10 de diciembre, antes de las fiestas, antes del cumpleaños de él lo vi, fue la última vez que le di un beso”.
“¿Y quién lo va a violar acá?”.
La madre del pequeño fallecido, María José González, tiene 24 años y espera su segundo hijo para el mes de julio. Sentada en la puerta de la casa de su suegra, Rosa García, participa de una rueda de mate con ella y otras personas. En su brazo derecho luce un tatuaje vertical con el nombre de su hijo “Gustavo” y al lado, la inicial “R”, por Rosa, su suegra.
La vivienda es humilde. Por la puerta abierta que da al interior de un comedor con piso de tierra se ve a unos pequeños jugando, y sus gritos se mezclan con la música que sale de un minicomponente ubicado en la parte superior de un mueble abarrotado de cosas. Desde el lugar, se puede imaginar uno el sitio, debajo de un árbol, donde estaba la pileta instalada, y el corralito. Ya no están, los familiares de María José los quemaron porque “dijeron que ya estaba todo terminado, ya había sacado fotos la policía”, explicó la madre del niño muerto.
Cuando fue consultada sobre las versiones que indican que el niño habría sufrido anteriormente algún tipo de abuso sexual, respondió “no estoy enterada de nada”, para preguntarse seguidamente “¿Y quién lo va a violar acá?”.
Al momento de relatar el momento trágico, la mujer expresó “lo busqué al nene y lo encontré boca abajo en la pileta. Lo agarré de los brazos, desesperada y no me reaccionaba. Estaba sentada yo ahí adentro, vino mi hermana, me lo quitó; vino mi cuñado, le hizo respiración boca a boca y me agarraron a trompadas ahí adentro, y no pude estar con el nene yo”, se lamentó.
“Yo quiero que lo dejen descansar en paz, ya pasó, el nene ya está con Dios”•, repitió la madre.