Gualeguaychú: evalúan los daños económicos derivados de las papeleras

La base material de Gualeguaychú está amenazada. Las papeleras hace tiempo vienen metiendo ruido en la economía local, frenando negativamente su dinamismo.
Hay una creencia generalizada en que el polo celulósico uruguayo es incompatible con el modelo de desarrollo adoptado, más o menos en forma planificada, por Gualeguaychú.
Esto se echa de ver con el turismo. La torre que levanta Botnia frente al balneario Ñandubaysal, es una postal de la contradicción. ¿Cómo se concilian la polución fabril con una playa recreativa?.
El sentido común indica que no tienen nada que ver. La ruina del balneario uruguayo Las Cañas, montada en gran medida por inversores locales, es otro síntoma inequívoco de que algo anda mal.
A decir verdad, la economía local ya venía dando señales preocupantes antes de que se conociera lo de La Haya. No pasaron desapercibidas, al respecto, las declaraciones pos-fallo del intendente. “Hay inversiones paradas y gente que está trasladando sus inversiones a otros lugares”, dijo Daniel Irigoyen, al denunciar que las pasteras ya le están propinando a Gualeguaychú un severo daño económico.
Pero el tribunal de La Haya, que argumentó que Argentina no probó que las pasteras en construcción contaminen, no evaluó este impacto socio-económico efectivo. ¿No denuncia esto la miopía de los jueces frente al conflicto?.
Al parecer Gualeguaychú no ha logrado hacer que se entienda que, más allá de la cuestión ambiental, el modelo celulósico uruguayo, por su patente cercanía, trastoca la ecuación de su base económica, sobre la cual se asienta el estilo de vida de los gualeguaychuenses.
Por otra parte, hace al menos quince años esta ciudad, al lanzarse a la “industria sin chimenea del turismo”, descubrió que la naturaleza tiene un alto potencial económico.
Vio que cuidar los cursos de agua -Gualeguaychú es una ciudad doblemente ribereña- la flora y la fauna autóctona, el conjunto del paisaje, era una fuente de plusvalía económica.
El desarrollo turístico doméstico es impactante. Le ha cambiado el rostro a la ciudad, que ha visto gracias a ese motor económico ensanchar su base material y crecer a una tasa que supera la media provincial.
Ayudada por la ventaja comparativa de estar a solo 220 kilómetros de Buenos Aires, la ciudad ha sabido explotar una veta que la proyecta hacia un futuro auspicioso.
Por tanto, un mazazo a esta actividad, como preanuncia la puesta en marcha del complejo celulósico trasnacional en Fray Bentos, equivaldría a amputarle el futuro a Gualeguaychú.
Esa es la certeza unánime que tienen los vecinos hoy movilizados por su ciudad. Y lo que está detrás de la advertencia del director del Consejo Mixto de Turismo, Sebastián Bel, que ha dicho que lo que está en riesgo en Gualeguaychú es “la paz social”.

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