El Río Uruguay estaba “picado”, ventoso, y golpeaba a las lanchas como aplaudiendo, acompañando la manifestación que argentinos y uruguayos realizaron ayer sobre su lomo. Las embarcaciones llegaron frente a la costa fraybentina y depositaron sobre el agua las banderas. El “abrazo del río” fue una nueva manifestación contra la instalación de dos plantas papeleras en Fray Bentos.
La gente (3.000 según Greenpeace) se congregó a partir de las 10 de la mañana en el balneario Ñandubaysal. Sobre las 13, las embarcaciones que se encontraban en el lugar marcharon en caravana hasta aguas uruguayas. Frente al ex Anglo se encontraron con veleros que venían del Este, desde el Puente Internacional. Se aguardaba también el encuentro con embarcaciones procedentes del Uruguay, pero según se informó, el vecino país lo impidió con un fuerte operativo de seguridad con las autoridades de su Prefectura.
Según el concejal Osvaldo Moussou (ROU), que consideró “insólito” el hecho, explicó que muchas embarcaciones uruguayas tenían previsto “venir a la Argentina al abrazo del río, pero no pudieron hacerlo por disposición del Gobierno de ese país”.
Demanda ante La Haya
En la protesta participaron vecinos de Gualeguaychú, e integrantes de las Asambleas Ciudadanas Ambientales de esta ciudad, Colón y Concepción del Uruguay, del Foro Ecologista de Paraná, Greenpeace, Movitdes de Fray Bentos, de la Coordinadora de ONGs de Mercedes, y autoridades. Entre ellas, el vicegobernador Guillermo Guastavino; el intendente, Daniel Irigoyen; concejales de Basavilbaso; el diputado radical Osvaldo Fernández y el secretario de Gobierno municipal Sergio Delcanto, entre otros.
Los gualeguaychuenses esperan que el presidente Néstor Kirchner presente una demanda ante la Corte Internacional de La Haya, para obligar al Uruguay a suspender la construcción de las dos plantas papeleras hasta tanto se haga un estudio completo de impactos ambientales, sociales y económicos en ambas orillas.
Jorge Daneri, presidente del Foro Ecologista Paranaense, dijo “el Presidente de la República y el canciller Rafael Bielsa han expresado claramente que van a concurrir ante esta Corte en cuanto entiendan que corresponde en términos jurídicos e institucionales. Esa oportunidad se aproxima, y el día que esto suceda, habrá una gran celebración. No queremos este río lleno de chimeneas, de 6, 7 plantas como se anuncian ahora, no sólo en la ROU sino tampoco en la Mesopotamia argentina.”.
Para Horacio Melo, profesor en Ciencias Biológicas e integrante de la Asamblea, el “abrazo” fue un éxito. “Estoy muy contento, vino mucha gente, es una muestra más de que no queremos las plantas. Espero que las autoridades y las empresas lo ven, gente de España y Finlandia. Seguiremos así. La gente no quiere las plantas.”
Para Edgardo Moreyra, de la Asamblea Ambiental, “creemos que los uruguayos escucharán nuestro reclamo. Nosotros seguimos pacíficamente esperando que cambien, que el Presidente uruguayo decida empezar a construir esta América a partir de nosotros y no de lo que nos vienen a decir y traer de afuera”.
“Las plantas de Ence y Botnia representan casi el doble de la producción de pasta de papel que hoy se realiza en la Argentina – dijo Emiliano Ezcurra, director de Campañas de Greenpeace -. Eso significa una concentración de contaminantes frente a las costas de Gualeguaychú que supera todo lo conocido para esta industria en la región”.
Cristina Rivas es una nutricionista argentina que vivió 10 años en Pontevedra, España, ciudad donde se encuentra la cabecera de la empresa papelera Ence. “Padecí las plantas de celulosa. Son de una presencia imponente, con chimeneas, olor a huevo podrido o a excremento de perro, al que uno no se acostumbra, adentro de los coches, de las casas… Desde el año 63 están allí, y los habitantes más viejos cuentan cómo fue la degradación de la ría y la marisquería por su causa. Por cada dos puestos de celulosa se perdieron 25 de marisquería. A la larga, lo que prometían como trabajo no fue así.
“Vi en mis pacientes en la clínica, en hijos de amigos y en mí misma afecciones respiratorias constantes, que cuando volví a la Argentina se me fueron – agregó -. También, otitis y niños que dos veces por semana debían acudir a Montecelo con oxígeno.