El Papa fue recibido en Ciudad Juárez, última escala de su viaje a México, por miles de personas que agitaban pañuelos blancos, símbolo de paz, después de dejar atrás los peores años de violencia del narcotráfico. Asesinatos en plena calle, decapitaciones, sangrientos motines y matanzas hicieron de esa ciudad, entre 2008 y 2010, la más peligrosa en medio de una guerra entre los cárteles de Sinaloa y Juárez por el control del tráfico de drogas.
Calles cerradas y remodeladas, banderines y gigantescos carteles con el rostro del papa Francisco fueron parte del escenario de la recepción al obispo de Roma. Miles de personas cruzaron la frontera, desde la ciudad estaounidense de El Paso, para asistir a la misa que se celebrará en la vecina El Punto y a la que asistirán los familiares de los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos en septiembre de 2014, en la ciudad de Iguala.
