El primer testimonio fue el del suboficial Olivera Geiert de la Comisaría 1º quien estaba de guardia ese día. Interrogado por el fiscal Oscar Guerrero, recordó que recibieron una llamada de urgencia y acudieron de inmediato a la casa donde se produjo el hecho. Cuando llega observó a la chica sentada en el sofá herida con mucha sangre alrededor y a Casas a los gritos diciendo: “¿Mariana que te hiciste?”. A pesar de que Casas le dijo que no la tocase, el suboficial le tomó el pulso y sintió que seguía latiendo.
De inmediato, con una frazada improvisaron una camilla y la levantaron para trasladarla hasta el hospital ‘Felipe Heras’ en la caja de la camioneta policial debido a la tardanza de la ambulancia en llegar.
Posteriormente llevaron a Casas hasta la sección Judiciales de la Comisaría 1º. Olivera Geiert dejó el armamento y lo mismo hizo el oficial que estaba de guardia fuera de la habitación donde se encontraban porque vieron que miraba la pistola y presintieron que intentaría quitarse la vida. Más adelante, indicaron que un compañero de Casas de apellido Piriz ingresó a la comisaría, pidió para hablar con Casas a solas y luego salió diciendo que el policía fue quien había disparado.
La versión concuerda con la del Segundo Jefe de la Comisaría 1º, Ruíz Díaz, quien sostuvo que llegó a la seccional al enterarse de lo que había sucedido. Y aseguró haber escuchado al mismo policía Piriz decir, luego de conversar con Casas, decir que tenían que esposarlo porque “fue él el que la mató”. Y añadió que no sabía si eran amigos Casas y Piriz pero sabía que trabajaban juntos desde antes que Ruiz Díaz ingrese a la Policía, hace 12 años.
Por otra parte, el médico forense Manuel Mahler explicó el informe que elaboró y que consta en el expediente de la causa. En ese sentido, manifestó que el disparo ingresó por la región parietal izquierda del cráneo de la víctima y el orificio de salida se situó cerca del oído derecho. Además indicó que el arma estaba apoyada con firmeza en el cráneo al momento en que se efectuó el disparo porque la nitidez con que se evidenciaba en la herida del efecto “golpe de mina de Hoffman”.
El “golpe de mina” significa que es un disparo producido contra una tabla ósea. Al estar la boca del cañón totalmente apoyada sobre el cuerpo, la totalidad de los elementos expulsados por dicha arma junto con el proyectil ingresarán directamente, encontrándose así restos de hollín en el hueso y hasta en la superficie interna del cráneo. Además se produce una lesión de desgarro en forma de estrella de bordes contusos, irregulares y dentados.
Cuando el fiscal Guerrero le preguntó si Mariana podía haberse disparado a sí mismo, el forense indicó que se trataba de una chiquita que no era de contextura muy grande y que tenía una brazada corta. “Apoyar el arma, gatillar del lado izquierdo aunque no conocemos si la víctima era derecha o izquierda pero eso no cambia la historia. De haber sido izquierda, la presión de un arma grande como una 45 con una posición anatómica incómoda impide esa presión. Es decir, al tener una brazada corta y una posición anatómica que no es la correcta, eso impide que se haga una presión suficiente como para que el signo de Hoffman aparezca”. “¿Y siendo derecha?”, preguntó Guerrero. “Menos todavía”, respondió.
Posteriormente fue el turno de la licenciada María Verónica Godoy, quien analizó la herida en el cráneo de la víctima en el laboratorio y halló rastros de plomo y antimonio. Por ende, dedujo que fue un disparo a boca de jarro. O sea cuando la boca del arma está aplicada contra el cuerpo de la víctima. Lo mismo indicó un perito en balística de apellido Rosatelli que trabaja en la Policía, quien coincidió en que el arma estaba apoyada fuertemente debido a lo nítido del efecto del “golpe de mina” en la herida. Y subrayó que era la primera vez que veía tan claro esa característica tan marcada. “Y ví muchos muertos”, señaló.
Además, el jefe del Grupo de Infantería (GIA) Alexis Purgat recordó que el día anterior, el sábado 27 de julio, al homicidio de Mariana, Casas (quien integraba el GIA) había estado en la Cancha del Club Libertad donde hubo una verdadera batalla campal entre las hinchadas de Unión de Villa Jardín y Colegiales. Ese día el personal policial presente en la cancha se vio desbordado a consecuencia del enfrentamiento a pedradas entre ambas parcialidades y hubo funcionarios policiales heridos incluso.
De hecho, como dato ilustrativo puede mencionarse el descargo efectuado a la Liga Concordiense de Fútbol por la comisión directiva de Unión, donde se señala que esa tarde Casas “da la orden de avanzar a los tiros para desalojar las tribunas donde se encontraban todos los simpatizantes de Unión, sin hacer distinción entre varones, menores y mujer, golpeando y tirando tiros de gomas o no…”(www.concordiadeportes.com/2013/08/01/union-de-villa-jardin-hizo-su-descargo-tras-los-incidentes). Cuando el defensor de Casas, Pedro de La Madrid, le preguntó a Purgat si hay contención psicológica para los miembros del GIA, la respuesta fue que desde la institución no hay de ningún tipo.