Porque, seamos sinceros, la protesta tenía sentido para los defensores de los intereses antipopulares, para la oligarquía golpista, para la oposición reaccionaria, para los que en cada reivindicación de los derechos del pueblo ven una pérdida de privilegios, para los que añoran un país donde los pobres estaban condenados a la pobreza y cualquier intento de cambio era fácilmente ahogado por un par de tapas de Clarín o una movidita de prensa en los grandes multimedios. Y en verdad muchos de los que estuvieron no podían responder muy bien a la sencilla pregunta de ¿Por qué viniste?
Ahora ya no se preocupen, fue muy lindo verlos en TN, leerlos en Clarín, fue muy motivador escuchar las radios mientras resucitaban dirigentes opositores que por un momento volvieron al protagonismo de otros tiempos. Todo esto no hace más que reforzar la certeza que vamos por el camino correcto, que hay que seguir avanzando, que aún hay mucho por hacer; que hay dos modelos de país: uno que mira hacia el pasado, que se resiste a reconocer que estamos mejor, que crecimos, que falta mucho pero también es mucho lo que se hizo. Y, felizmente, hay otro proyecto de una Argentina inclusiva, justa, solidaria, que camina a paso firme a un futuro mejor.
Así que cuando quieran los esperamos de este lado, para dar batalla a los verdaderos enemigos: la pobreza, la exclusión, la falta de oportunidades, el poder concentrado en grupos económicos, las barreras culturales, el individualismo, el odio y los derechos para unos pocos. Eso sí, no alcanza con cucharones y cacerolas, se necesita valentía y coraje, sentimiento y solidaridad, fuerza y objetivos claros. Y si no tienen nada de esto no se preocupen, con esta Presidenta, este Gobernador, este Intendente, este pueblo unido y movilizado, hay de sobra para seguir adelante por muchos años más, trabajando para que ustedes, sus hijos y las generaciones por venir tenga la posibilidad de vivir en un país mejor.