Estúpidos hombres al volante

Desde la invención del automóvil las distancias pasaron a ser otras. La realidad se compactó y los trayectos dejaron de ser un problema mayor. El auto se transformó en un foco de nuestra organización como sociedad y casi nadie se resiste a la tentación de trasladarse en máquinas motorizadas que llegan a superar holgadamente los mil kilos.
Pero cada año, en la Argentina, los “fierros” matan más personas que la famosa inseguridad, sin embargo nadie parece pedirle cuentas ni “mano dura”. Quizá porque los intereses de la poderosa industria son enormes y no conviene meterse con ella o, quizás, porque creemos que morirse atrapado dentro de un montón de hierros o aplastado sobre el pavimento es un hecho fortuito.
La Argentina ostenta uno de los índices más altos de mortalidad producida por accidentes de tránsito: Unas 20 personas mueren por día, cerca de 7.000 muertos por año, y más de 120.000 heridos anuales de distinto grado, además de cuantiosas pérdidas materiales, que se estiman en unos 10.000 millones de dólares
Según datos estadísticos recogidos del sitio de la organización Luchemos por la Vida, Entre Ríos no desentona con la tendencia a nivel país y Latinoamérica (podríamos exceptuar a Chile y algún otro país más) de batir año a año la marca anterior en accidentes de tránsito con saldos trágicos: En la provincia las muertes por accidentes de tránsito se cobraron el año pasado 281 vidas, 68 vidas más que en el 2004 y 101 más que en el año 2000. Hasta lo que va del presente año el número roza las noventa víctimas fatales.
De los datos facilitados por la oficina de judiciales de la policía de Entre Ríos durante los meses de abril y lo que va de mayo de este año se registraron 19 accidentes con lesiones leves. En tanto, durante los meses que transcurren entre enero y abril se registraron 40 hechos graves (con 40 heridos de importancia y 8 muertos). La trágica tendencia parece ir en aumento si se considera que en enero pasado se contabilizaron 7 accidentes con un saldo de 7 heridos de gravedad, bastante por debajo de los15 accidentes con 12 heridos de gravedad y 3 muertos del mes pasado.
Otro dato estadístico habla que en igual período del año pasado (de enero a abril de 2005), los accidentes de gravedad alcanzaron una cifra trágica algo menor: 22 hechos con un saldo de 46 heridos de consideración y 6 muertos.
En Concordia el tránsito se volvió caótico hace mucho tiempo. Algunos de los motivos principales fueron el tremendo crecimiento del parque automotor, en parte a la irrupción de nueva modalidades de trabajo como los remises y motomandados, las facilidades con las que se ha podido acceder a créditos y financiaciones para la compra de rodados nuevos, además de un montón de jóvenes que se ganan la vida como cuentapropistas y preventistas sobre las ruedas de un ciclomotor o una bicicleta.
Consultado el director de tránsito municipal, Roberto Salvador, da su versión acerca de cuales son los factores que determinan el actual estado del tránsito: “Es un problema que viene de largo tiempo. Considero que un ordenamiento aceptable del tránsito nos va a llevar años. La situación pasa por una cuestión social, de educación y conciencia que ha sido olvidada. Considero que hemos tenido un retroceso en ese aspecto ya que vemos, a través de las estadísticas o con la simple observación diaria, que la gente cada vez respeta menos las normas. Por supuesto que también reconozco que a pesar que realizamos todos los esfuerzos posibles muchas veces no son suficientes, pero estamos tratando de mejorar. Se incorporó la grúa y estamos poniendo el acento en un curso de capacitación para los futuros conductores que lleva tres meses en funcionamiento. También estamos haciendo que aquellos conductores que renuevan su carnet tengan que rever los conocimientos aprendidos e incorporar nuevos. Les estamos brindando una charla de una hora sobre educación vial que es un poco resistida, pero a diario vemos como mucha gente que tiene carnet hace mucho años no aprueba los cursos teóricos y prácticos a la hora de renovar la cédula.”
La planificación vial parece brillar por su ausencia. Los vehículos de tránsito pesado circulan y estacionan en cualquier lugar, los semáforos carecen de una óptima coordinación, las paradas de motos, taxis y remises están desbordadas y son insuficientes, las sendas peatonales parecen pintadas con tiza. El tamaño crecimiento del parque automotor desbordó la infraestructura de la ciudad debido a que no fue acompañado por políticas preventivas. El centro y la costanera quedaron chicos y las calles y veredas muy angostas y maltratadas. Los semáforos y señales perdidos entre tanta cartelería luminosa (a esto se le llama “contaminación visual” en la jerga del tránsito)
Sobre este tema Salvador opina que “Este gobierno es el que más énfasis ha puesto en la pavimentación de calles y la obra pública en general. Pero con semáforos o sin semáforos, con calles rotas o en buen estado, de todas formas el principal problema del tránsito sigue siendo la educación. No tenemos estadísticas al respecto pero los accidentes ocasionados por problemas de la infraestructura son mínimos. Le doy un ejemplo: las mujeres manejan por la misma ciudad donde también conducen los hombres, sin embargo, los accidentes protagonizados por mujeres son en un porcentaje muy inferior. No tenemos números al respecto pero cualquier inspector se lo puede corroborar por experiencia: las mujeres ocasionan muy pocos problemas en el tránsito. El hombre conductor de Concordia se cree muy bueno porque tiene pericia al volante. Pero son buenos pilotos, no buenos conductores. Por eso también estamos por hacer cursos de capacitación a docentes para que ellos les transmitan la educación vial a los alumnos. Antes solía ir el inspector a las escuelas a dar cursos a los chicos pero eso no perdura en el tiempo y no queda grabado en los alumnos. La apuesta es que esos chicos, que hoy están en la escuela media, cuando lleguen a la edad de poder obtener la licencia, tengan incorporados los valores, el respeto y la solidaridad por el prójimo al menos en lo que respecta al tránsito. Si queremos cambiar la mentalidad de los conductores en la ciudad tenemos que poner el acento en las futuras generaciones.”
Las estadísticas de infracciones obtenidas en la Dirección de Tránsito no parecen querer desmentir la particular observación de Salvador, quien persuade a la buena educación de los conductores desde un Estado en muchos aspectos ausente:
Entre los días 3 y 10 de mayo se labraron un total de 895 actas constatándose un total de 1017 infracciones a las disposiciones y ordenanzas en vigencia, de las cuales el 50% fueron hechas por mal estacionamiento (Estacionamiento a la izquierda, en ochava, parada de colectivo, reservado, garage, medido, etc), el 30% por falta de documentación o fuera de regla (carnet, tarjeta verde, seguro, etc) y un 20 % por otro tipo de infracciones a la ley.
Llamativamente son muy pocas las actas labradas por falta de casco, cruzar semáforo en rojo, circular contramano, doblar a la izquierda en arterias de dos sentidos, circular sin cinturón de seguridad, exceso de velocidad e irregularidades en la circulación del tránsito pesado. Contravenciones habituales, que se pueden ver a diario y causales de los accidentes de mayor gravedad.
“Estamos tratando de enfatizar el control de los semáforos, vehículos que circulan sin chapa patente y falta de documentación. En el caso de las bicicletas y las motos, que son un verdadero dolor de cabeza que transgreden todas las normas, tratamos de ponernos más severos. Estamos ubicando a los inspectores en sectores claves de la ciudad. Pero la ciudad es muy grande y con cincuenta inspectores no podemos estar en todos lados. No quiero decir que el número de inspectores sea insuficiente, hay ciudades como Salto que tienen menos, lo que sucede es que el nivel de desaprensión por las normas en Concordia es muy importante.”, explica el Director.
En la opinión de inspectores de tránsito, el problema surge porque este tipo de infracciones suceden con mayor frecuencia en la periferia de la ciudad, donde hay muy poco control. Ellos sostienen que las directivas son de controlar con mayor énfasis la zona centro. De las seis horas diarias que generalmente cumple un Inspector de tránsito de la ciudad, cuatro las debe cumplir en el microcentro. Según los inspectores, esta sería una orden precisa del intendente municipal.
Al parecer el afán del intendente por preservar el orden y la buena imagen del centro no se limita sólo a la intensa vigilia policial, las cámaras espías y al control de la ley que restringe el consumo de bebidas alcohólicas dentro de las avenidas, sino también al control del tránsito.
Los mismos inspectores sostienen que si bien el punto alto de esta gestión es el acento en la educación vial, el lado flaco es el control efectivo de las normas. Aspecto que podría mejorar algo en estos días con la implementación de la grúa y, en brevedad, del cepo.
El accidente no sucede, sino que somos nosotros quienes creamos las condiciones para que se produzca. Por ejemplo, es difícil que la gente respete señales si no pertenece a una cultura democrática bien arraigada y tiene una percepción poco clara de la solidaridad y el sentido cívico. Con respecto a este punto la reflexión que hace un agente de tránsito es reveladora: “La grúa viene a jugar como un mal necesario ya que la gente está acostumbrada a manejarse a discreción por las calles sin importarle si perjudica a un tercero. Cuando se le va a hacer alguna intervención a un conductor este suele responder diciendo: ‘Hacé el acta no más. Yo después me arreglo con la multa, pero al auto no lo voy a sacar’. La multa no resulta ser una solución inmediata. La solución inmediata es sacar el vehículo para descongestionar el tránsito.” El inspector agrega: “Los mismos concordienses que acá hacen lo que quieren, en otra ciudad más grande son mucho mas respetuosos y precavidos con el tránsito”
El principal motivo del actual estado del tránsito se debe a una cuestión de educación, no solo en lo vial, sino en la falta de conciencia democrática como consecuencia de una actitud menospreciadora del ámbito público en contrapartida a la devoción por lo privado. Lo “mío” en contraposición a lo “nuestro”.
La decadencia del tránsito tiene estrecha relación con una práctica política y humana y, en el caso particular de Concordia, con una idea pueblerina de cómo conducirse por la ciudad: pretender estacionar en la puerta del lugar al que nos dirigimos, tomar una calle en contramano o doblar a la izquierda en una avenida así se hace más breve el viaje, cruzar en rojo total los autos de la arteria habilitada al paso vienen lejos, estacionar en cualquier lado cuando “es por un ratito nomás”, circular rápido “total a esta hora no anda nadie”, etc.
El mensaje de la corrupción y la falta de justicia para las altas esferas sociales y políticas se derrama hacia las capas mas bajas y todos queremos también ejercer por lo menos un ratito el “derecho” a la impunidad.
El tránsito es una representación sintética de los tiempos en que vivimos. En las calles esto se traduce como una puja por prevalecer sobre la máquina vecina, en donde vivir no es convivir armónicamente con el prójimo sino imponerse a él.
Así las cosas, no hay buenos y malos conductores, hay vencedores y vencidos.

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