¿Están informados?

Creo que era Borges quién decía que los diarios no deberían salir todos los días sino solamente cuando hay noticias que lo justifiquen. Pero el periodismo es un medio de vida, y la vida hay que salir a ganarla todos los días. Así que siempre tiene que pasar algo.
Usted, señor lector, debe creer entonces que siempre hay algo sobre que estar enterado aunque sea por el sólo hecho de estar enterado. Es así como usted tiene un montón de información imprescindible que no sirve para nada (He aquí un oxímoron: combinación en una misma estructura sintáctica de dos palabras o expresiones de significado opuesto, que originan un nuevo sentido; por ejemplo, un silencio atronador)
El periodismo vive en un estado casi permanente de oxímoron. O mejor dicho, es usted el que vive así, creyendo estar informado cuando en realidad está contaminado (para no salir de la onda ecológica) de información fugaz, repetida, intrascendente, pariente cercana del chisme. La noticia es moda pasajera -y parece redundante, pero hay modas que perduran-. Es olvidada rápidamente.
La agobiante periodicidad del flujo informativo, producto de la necesidad de que pase algo todos los días y llenar el espacio entre una publicidad y otra, aturde la conciencia y no permite la reflexión debido a que mientras pensamos, o lo intentamos, otras cosas suceden y corremos el riesgo de quedar retrasados en nuestra carrera por la indiscriminada asimilación de información.
También cuando ocurren acontecimientos realmente importantes es difícil diferenciarlos de la rutina sin que caigan en el olvido como tantas otras noticias tildadas de “urgente”, “último momento”, “exclusivo”, “lo que tiene que saber” o “la noticia del día”. Encontrar algo que valga la pena comunicar puede ser tan difícil como encontrar una aguja en un pajar.
Todo puede ser noticia, es una máxima del periodismo y, a puro oficio, numerosas veces se fabrican informaciones sobre la nada informativa. Y una noticia es sobrepasada y sustituida por otra y así sucesivamente.
Las puertas de la percepción se cierran, pero somos ciudadanos superinformados. ¿Para qué?
En estos últimos quince días usted se habrá informado por diferentes medios y programas de centenares de hechos que van desde un “brillante operativo policial” dónde fue detenido un particular al que se le secuestró un “porrito” hasta el debate propuesto por el Gobierno Nacional para reformar la Ley Federal de Educación, pasando por avistamientos de ovnis, accidentes de tránsito, delitos menores, incendios, momias, la pelea del rating, la teta incontenible de Pamela David, ancianos abusados, ancianos abusadores, riñas callejeras, riñas domésticas y riñas en el Concejo, manifestaciones, entredichos, robos y asaltos, Alemania 2006, el frío en Alaska, curritos, desmentidas, aclaraciones, Botnia y Ence, etc.
La realidad no se detiene, nosotros tampoco… faltan ocho días para el mundial… la realidad no se detiene… Messi tiene novia, tiene novia… nosotros tampoco, tampoco, tampoco…
Tragamos diariamente información que no podemos digerir, y lo más preocupante es que, en la batalla de los medios por imponer sus informaciones con sus respectivos enfoques, uno se manda el tenedor a la boca sin saber muy bien cómo fue preparado el plato y a qué intereses responden todos esos cocineros encargados de batir la sopa que usted no debe dejar de probar si se quiere considerar un ciudadano interesado.
También es cierto que en este mundo de la información superabundante no todos los lugares, ni todas las personas, ni todos los sucesos están incluidos. Sería imposible, claro, pero ¿quién decide y cómo decide qué es lo que debe informarse y qué no?
Supongo que el sistema en general determina que es valioso y que no de acuerdo a los intereses y valores dominantes…
Cortita y al pie, y si me apuran la saco de punta al lateral porque –ya estaban avisados- uno no está para traer soluciones sino para proponer problemas.
Como suele decir el periodista Juan Miceli de canal 13 antes de mandarnos a dormir: “Buenas noches, están informados”.
¿Están informados?

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