Sin duda es terrible pensar que todo lo que hemos vivido se repetirá. A mi modo ver, es bastante útil este pensamiento nietzscheano a la hora de realizar una acción. Hoy nos encuentran nuevamente con los fantasmas de una nueva crisis ya experimentada en otras épocas por la aplicación de las mismas políticas neoliberales, que ata a las mayorías populares a un presente lleno de adversidades y frustración.
En efecto, está claro que Cambiemos, vino para profundizar esa línea. La idealización del pasado es tan fuerte en el gobierno que tira por tierra las expectativas que sembró: “luchar contra la pobreza”,” crear empleo”, “acabar con los privilegios”, “terminar con la inflación”, “equilibrio fiscal”, etc. Es nuevamente la vuelta al eterno retorno de lo igual en materia de política económica, sin dudas, aunque quieran llamarla “reformismo permanente”.
Las comparaciones sirven para reconocer diferencias y semejanzas y para descubrir sus relaciones.
Es muy interesante revisar un poco la historia en línea con los preceptos que traía bajo el brazo el plan económico de la dictadura en mano de Martínez de Hoz, que sentaría las bases para el desarrollo del neoliberalismo en nuestro país en favor de los grupos concentrados.
– Entre ellos, estaba la retracción de un 52% los salarios reales, es decir, perdieron los asalariados la mitad de su poder de compra. De esta manera, se redujo la participación de los trabajadores en el ingreso de 47,5 por ciento en 1976 a tan solo 33,2 por ciento en 1983.
– Mientras la industria perdía protagonismo en la economía, las finanzas se convertían en el foco central. En febrero de 1977, se aprobó la Ley de Entidades Financieras que sentaba las bases institucionales para el proceso de apertura financiera y posterior endeudamiento.
– También retrajeron la intervención del Estado en el comercio exterior y en el mercado financiero, impulsando así una liberalización de las importaciones a partir de la rebaja de aranceles que permitió el ingreso de productos de manera indiscriminada.
– Recordemos la propaganda que mostraban que lo que se fabricaba acá era eran de mala calidad y que, una vez liberadas las importaciones, la competencia haría que la producción nacional mejorara. Lo cierto es que la participación de la industria en la producción total del país se redujo del 21,8 % en 1976 al 13,2 % en 1983. A su vez, se eliminaron regulaciones y subsidios a las exportaciones.
– La dictadura generó un modelo en el que las tasas de interés locales eran muy altas y las internacionales, bajas. Esto gestó una afluencia de fondos especulativos hacia la plaza financiera argentina, proceso conocido como “bicicleta financiera”.
– La democracia volvió en 1983 con una crisis de deuda que produjo un déficit financiero del 6% del PBI, financiado con créditos y emisión inflacionaria, que termino con los acuerdos de precios y salarios.
Comparar, por lo tanto, es cotejar.
– A pesar que el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, afirmó que los salarios le ganaban por “goleada” a la inflación., en el promedio de dieciocho meses (enero 2016-junio 2017) el salario real del sector registrado (privado y público) retrocedió 6,1 % en relación al nivel de diciembre de 2015. En el mismo periodo, el haber mínimo jubilatorio perdió 6,7 % de poder de compra frente a la inflación.
– El sector financiero es el de mejor desempeño durante el gobierno de Cambiemos, por lo cual pasó de representar el 3,9 por ciento del PIB al 4,7 en 2017, `por las altas tasas de interés, la desregulación del sistema financiero, el acuerdo con los fondos buitre y la libre disponibilidad de divisas. "Estas medidas recrearon las condiciones para la bicicleta financiera, garantizando al sector grandes ganancias particularmente a través de las Lebac, detalla el Centro de Economía Política Argentina. La economía macrista garantiza buenos rendimientos para las inversiones financieras.
– Otros sectores que ganaron es electricidad, gas y agua, a raíz de los aumentos tarifarios, lo que permitió incrementar su peso en el PIB del 1,4 al 2,0 por ciento. El sector agropecuario, avanzó del 5,9 al 6,3 por ciento del PIB entre 2015 y 2017 gracias a la devaluación del peso a fines de 2015, la baja de las retenciones a la soja y la eliminación total de los otros derechos de exportación.
– Por el lado de los perdedores sobresale la industria manufacturera, cuya incidencia en el PIB bajó del 16,9 por ciento en 2015 al 15,4 por ciento en 2017. La anti industrial del macrismo está dado por la debilidad del consumo interno que impacta a la baja en las ventas de los industriales nacionales, la suba de costos por efecto de la inflación, suba del dólar y los incrementos tarifarios, el aumento de las importaciones y por último la suba de los costos financieros.
– De acuerdo a los propios datos oficiales, la deuda pública total al 31 de diciembre último ascendía a 334.934 millones de dólares, 59 % del producto bruto. Aumento el 16 % respecto al 2016, y del 32 % respecto a la anterior administración.
En el 2019 abre a la mayoría de los argentinos otra oportunidad para que Zaratustra no acierte con su mito del “eterno retorno”. El futuro, al que vamos, requiere interrogarnos: ¿Qué hacemos para detener el actual proyecto con efectos sociales graves y con sobreendeudamiento ?. ¿Cómo reconstruimos una nueva representación política unificada?. ¿Cuál sería los puntos principales para una política de inclusión social en los próximos años?
El silencio y la inacción no es el camino.