Estación de la Cultura de día, tierra de nadie de noche

Poco queda de la vieja estación. En la antigua sala de encomiendas, donde ahora se acumulan los caños de los stands para las ferias de artesanías, sólo quedan dos casilleros de madera y una añeja balanza de hierro. A la izquierda del hall de entrada, donde funcionaba hasta hace poco el museo de Ciencias Naturales (que se mudó a la antigua gerencia ubicada en Carriego y P. del Castillo) ahora se encuentra la Sociedad Oriental de Socorros Mutuos. Y en las otras oficinas se concentran diversas actividades pertenecientes a Cultura.
La única oficina que tiene vinculación con la actividad original de la estación es es la boletería. El Ferrotur tiene a su cargo el espacio físico adecuado dado que manejan la antigua boletería de la estación Central donde vende los pasajes de los trenes que llegan desde Basavilbaso los lunes y viernes impulsados por un coche Materfer nuevo. “Hace muchos años que estamos ahí. Ese espacio lo hemos logrado a través de un convenio que hizo el municipio con nosotros”, expresó Daniel Benítez, presidente de la cooperativa Ferrotur.
El pasaje para cruzar a Salto en el “Tren de los Pueblos Libres” no se consigue en el edificio histórico. La única ventanilla habilitada es la del grupo Plaza pero para comprar un boleto hay que cruzar media ciudad dado que se encuentra en la terminal de ómnibus o esperar a que cruce el tren, los viernes a las 17, para comprarlo al subir. El pasaje hasta Salto vale $ 12.
Benítez explicó que desarrollaron un vínculo con la empresa TBA (Trenes de Buenos Aires) perteneciente al Grupo Plaza mediante el cual le propusieron realizar la venta de pasajes. “No se pudo lograr por cuestiones ajenas a lo que es la cooperativa. Nos han pedido un tiempo de espera”, señaló.
“Yo creo que la empresa en esto está con un tema con el gremio que es la Unión Ferroviaria. Le han pedido que establezcan boleterías fijas y otras cositas”, dijo el presidente del Ferrotur. Más adelante, indicó que seguirán esperando la resolución que se tome. “La idea nuestra está en hacer ese trabajo”, acotó.
Oscar Fernández, secretario de Acción Social de la Unión Ferroviaria, confirmó que desde el gremio se solicitó la apertura de una boletería. “Cuando comenzó la corrida de este tren desde Pilar hasta Montevideo, nos enteramos a través de la secretaría de Turismo que la venta de boletos se iba a hacer a través de la terminal de ómnibus”, señaló.
Para la Unión Ferroviaria, se trata de un proceder incorrecto de parte de la empresa. “Este grupo tiene la venta de pasajes convencionada a los convenios colectivos de trabajo de la Unión Ferroviaria”, explicó. Por lo tanto, acudieron a la esfera nacional del gremio para realizar una presentación ante la secretaría de Trabajo para que se “convencionara” la venta de boletos. “No solamente de boletos sino el guarda y los camareros”, dijo Fernández. “Entonces se llegó a un principio de acuerdo, tal es así que desde Concordia se logró incorporar un guarda y lo otro se está conversando, tema venta de pasajes y camareros”, añadió.
“El espacio físico entendemos que está acá en la estación Central así que tranquilamente se puede llegar a realizar la venta de pasajes, más allá de que es informatizada la venta de pasajes, se puede hacer desde acá”, explicó el gremialista. Desde la UF creen que la empresa quiere otorgar la tarea a mujeres. “No tenemos ningún inconveniente en eso, al contrario, mejor que las mujeres también sean tenidas en cuenta”, dijo Fernández.
El secretario de Acción Social entiende que en la medida en que se vaya incrementando el servicio, va a haber mayor demanda de empleados. “Somos optimistas y creemos que se va a incrementar el servicio y la entrada de personal”, aseveró. Si bien se trata de un servicio que aún está en etapa de prueba, desde el gremio lo están siguiendo de cerca. “Una vez que se efectivice, nos sentaremos a conversar porque el personal que entre sí o sí va a tener que estar convencionado a los convenios de la Unión Ferroviaria”, explicitó.

Un aguantadero

Los fines de semana largo suelen ser problemáticos para los encargados de la higiene. En más de una oportunidad en que los baños han quedado abiertos, por la falta de agua, se han acumulado excrementos durante tantas horas que tornan irrespirable el ambiente. Carlos Cicognini, director de Cultura de la municipalidad, explicó que hay problemas de seguridad sobretodo en horas de la noche.
“Desde el año pasado que estamos trabajando para ver como ponemos en valor ese edificio”, explicó. En 2010, se pintó el edificio con materiales de alta calidad y se colocaron más luminarias para resaltar el edificio que supera el centenar de años. “Duró muy poco tiempo en las partes que están accesibles al transeúnte, chicos jugaban con las bicicletas y chocaban contra las paredes. En poco tiempo quedó todo destruido. Después empiezan a aparecer grafitos y escritos”, dijo. Más adelante, beneficiarios del plan Argentina Trabaja volvieron a repintar el edificio.
En vísperas de la llegada de la presidenta Cristina Kirchner para la reapertura del ramal a Salto, el municipio comenzó a arreglar los baños. “Pero no se hicieron a nuevos. Lo que se hizo fue habilitar todos los baños con agua”, explicó Cicognini. Aún así, no descartó que se puedan remodelar a nuevo el año que viene como se hizo en la ex estación Norte
No obstante, volvieron a chocar con el problema de la falta de seguridad en la zona. “Desde que la estación dejó de funcionar como estación, comenzaron los hurtos, robos, sobre el material. Alguien esperaba la noche para llevarse el plomo, las canillas, las mochilas. Algunos se llevaban, otros sacaban todo el plomo para fundir. Inclusive se llevaban algunos artefactos como lavatorios y demás”, acotó.
Desde Cultura han intentado realizar diversos tipos de medidas para frenar la depredación. “Poníamos un candado pero los rompían, después buscábamos otro sistema como cerraduras pero eran violentadas”, recordó. Inclusive, en una oportunidad, en el sanitario de mujeres se forzó la puerta y los visitantes hicieron fuego en el interior.
“Permanentemente me llama el señor Pezzarini (director del Archivo municipal que funciona en planta alta) para avisarme que en el hall de la estación hay dos, tres cuatro, hasta siete personas durmiendo en invierno, en verano también”, dijo Cicognini. Por ese motivo, deben llamar a personal de la Comisaría 1º. “Cuando los empleados querían limpiar, los muchachos se enojaban y los amenazaban. Entonces la 1º hace ese trabajo, toma la identificación pero es casi sistemático”, explicó Cicognini. Por el nivel de agresividad, se deduce la ingesta de alcohol y se presume consumo de drogas. “Es por la reacción y no sé si alguna otra droga”, dijo.
El director de Cultura explicó que no se puede impedir el merodeo de quienes rondan el lugar porque pueden alegar que están esperando el tren. “Si alguien anda caminando a las dos de la mañana, no altera el orden no comete ninguna falta delictiva, no se le puede decir nada”, aseguró.
Si bien el edificio está custodiado por seguridad municipal, los empleados no tienen el poder de policía como para enfrentarse a quien desconoce las normas básicas de convivencia. “El empleado no es policía”, señaló Cicognini.
“Yo diría que hoy la estación Central por ahí en algún instante funciona como un aguantadero. Lo digo por el perfil de las personas que he visto durmiendo a las siete de la mañana”, señaló. No obstante, dijo que se debería pensar en un lugar para pernoctar a quienes deambulan por ese lugar. El funcionario aseguró que son los vendedores de artesanías y los malabaristas quienes ocupan la estación en horas de la noche.
Además se presume que hay convivencia con quienes se albergan en el ex edificio de la Bagley. “Hay intrusos, ocupas que hacen tándem con los que duermen en la estación. Ese edificio la municipalidad intentó comprarlo pero la empresa no lo quiere vender. Es un agujero negro: vos no sabés que pasa adentro”, mencionó el funcionario.
Cicognini aseguró que una alternativa para restar espacio a quienes “van de camping” a la Estación es vidriar el hall de acceso para montar una sala de exposición de fotografías. “A medida que los habitantes cruzan por la pasarela, se va generando una circulación de personas que respetan las normas de convivencia y va alejando a aquellos que no la respetan”, señaló.

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