El hecho ocurrió el 1 de marzo de este año. La victima, una joven de 17 años, embarazada y con un hijo de 3 años, fue ingresada de urgencia a la guardia del hospital Masvernat, con quemaduras gravísimas en la zona del abdomen y un potencial riesgo de muerte para ella y para el feto.
Cuando los fiscales le preguntaron que había ocurrido, la menor declaró que su concubino, un hombre de 35 años, padre de sus hijos, estaba molesto porque ella se negaba a prostituirse para mantenerlo, un reclamo que el agresor venía ejerciendo hace tiempo sobre la muchacha y que ante su negativa siempre acababa con discusiones violentas.
Según la denuncia de la victima, esa noche la violencia sobrepasó los límites de lo que podía llegar a imaginar, y él la roció con combustible y la prendió fuego. Pasaron los días y el victimario fue detenido, se le dictó prisión preventiva y aguardó la fecha de juicio que se fijó para el pasado lunes, cuando comenzó el debate oral en la Sala Penal de los tribunales de Concordia.
Según confirmaron fuentes judiciales a DIARIOJUNIO, la victima, mantuvo en sucesivas entrevistas con los investigadores la misma versión, incluso a pocos días de que comenzara el juicio el testimonio se mantenía invariable, pero en la mañana de ayer, cuando los vocales de la Cámara Criminal, el Fiscal, el Defensor y el Ministerio Pupilar se constituyeron en el Hospital para oír su testimonio, la joven simplemente se retractó y dijo que “había sido un accidente” que el imputado –que oía la declaración detrás de una puerta- nunca la había agredido y que era el padre de sus hijos.
“Un príncipe azul”
Así fue como describió el Fiscal en su alegato –en tono irónico- al imputado, “un príncipe azul”, de una día para el otro, el encartado “pasó de ser una hiena para convertirse en un señorito ingles” y es que en efecto, así quedó reflejado por la declaración de la testigo. De hecho es ese el motivo por el que esta nota no detalla la identidad del imputado, ya que el hombre que en estas líneas se describe, será absuelto de culpa y cargo a pedido de la Fiscalía por falta de prueba para poder sostener la acusación -por haberse caído la prueba fundamental del caso- el testimonio de la propia víctima.
No podemos afirmar desde la prensa que el acusado, ese hombre que hoy camina libre nuevamente por las calles de Concordia, sea en efecto un proxeneta que intentó quemar viva a su mujer; no podemos tampoco sostener que intentó matarla. Pero podemos sí, hacernos algunas preguntas: ¿Habría tenido el mismo final esta causa, si la joven madre que espera poder dar a luz en pocos meses -si su salud se lo permite- hubiese tenido la contención y protección necesaria para despreocuparse de su futuro en caso de que el acusado fuera preso? ¿Estuvo realmente aislada de cualquier influencia externa que pudiera torcer su voluntad, o libre de pensar más en la justicia que en su sustento diario y el de sus hijos?
Cómo en el 40% de los casos de abuso sexual y violencia familiar en los que el imputado es también el sostén económico del hogar, ¿No habrá influido la carencia económica en este repentino y brutal cambio de testimonio?
Es difícil saber si hay o no respuestas para estas preguntas, o mejor dicho, de haber, seguro que hay; el punto es si puede haber certeza en estas circunstancias. Si puede haber Justicia cuando no hay protección de testigos; testigos que son también víctimas, pero que muchas veces –y las estadísticas lo confirman- tienen preocupaciones más urgentes que la Justicia en su lista de prioridades.
Dice un proverbio; que la ignorancia es la madre de todas las miserias, y que ésta a su vez, es la madre de la Injusticia.