En efecto, tal lo que se suponía y ya varias consultoras habían afirmado, el ente oficial confirmó que en todo 2018 el aumento de precios fue de 47,6 por ciento, impulsado por la devaluación y de las “actualizaciones” de las tarifas.
En contraste con estos númerros debe decirse que el aumento de precios no llegó de la mano de una suba del poder adquisitivo, porque entre noviembre de 2015 y diciembre de 2018, el salario real cayó un 17,3 por ciento, la merma más profunda desde la crisis de 2001. Incluso con la reapertura de las grandes paritarias, el salario real promedio no recuperó los niveles de 2017.
El Instituto Estadístico de los Trabajadores (IET) que depende de la UMET, había estimado que 2018 cerraría con una inflación de 47,8 por ciento y según su medición el año pasado todos los productos de la canasta de precios subieron por encima del 40 por ciento excepto indumentaria y calzado y educación. Por su parte, el denominado IPC Congreso difundido por el Frente Renovador calculó una inflación de 48 por ciento para todo 2018.