La ciudad de Buenos Aires es el distrito donde hay menos armas en comparación con sus habitantes, y el 89,4% de los habitantes del conurbano también respondió negativamente a la pregunta de si tenían un arma en su casa, auto o lugar de trabajo. A su vez, hay el doble de gente que tiene armas en el conurbano en relación a los porteños (9,6% contra apenas el 4,8%).
Todo surge de una encuesta hecha en 2005 en las 23 provincias por el Ministerio de Salud de la Nación, cuyas conclusiones se conocieron en los últimos días. La muestra abarca 41.392 encuestados mayores de 18 años en ciudades y pueblos de más de 5.000 habitantes de todo el país. La conclusión global es que el 10% de los argentinos tiene un arma. No están incorporadas en el estudio las armas en poder de las fuerzas policiales y de seguridad: aproximadamente 500.000.
Varias organizaciones vinculadas con el desarme habían entregado números estimativos sobre el circulante en negro —se hablaba de entre 700.000 y 2.000.000— pero esa información pocas veces tenía una base de consulta tan amplia. En este trabajo de encuesta se utilizó el mismo método que se usa para las encuestas sobre desocupación.
Lesiones intencionales
Según los autores del estudio, la decisión de incluir en el formulario preguntas sobre inseguridad fue a partir de relevar la situación hospitalaria. En los informes se destacaba que «las lesiones intencionales» eran la primera causa de muerte en personas de hasta 35 años. De ellas, muchos eran heridos de bala.
Entonces, para determinar situaciones de riesgo, era necesario obtener mayor información sobre cuántas armas hay entre la gente. Los especialistas explican que hay una doble lectura en el por qué la gente tiene más armas en el Interior que en los grandes centros urbanos, donde la inseguridad arde. «Por un lado, porque en las zonas rurales es común que tengan armas para cazar. Pero también hay un tema cultural: en el interior no está mal visto que alguien tenga una escopeta en su casa. Está mucho más aceptado que en la Capital, por ejemplo».
«Las entrevistas fueron personales y se le garantizó confidencialidad a cada uno de los encuestados. Nos interesaba tener esos datos a partir de la gran cantidad de heridos con armas que llegan a los hospitales. Por la seriedad del estudio, entiendo que los resultados son muy similares a la realidad», explicó a Clarín el coordinador técnico de la encuesta, Daniel Ferrante.
Según se explica en la ficha técnica, el muestreo por provincia fue de 2.000 personas mayores de 18 años entrevistadas en sus propias casas, en localidades de más de 5.000 habitantes. A todas ellas se les preguntó si tenían armas de fuego en su vivienda, automóvil o depósito.
Ley
Hace dos semanas, el Senado convirtió en ley el Plan Nacional de Desarme, que busca captar las armas que están en manos de civiles para destruirlas. En cuanto se ponga en vigencia, el Estado les pagará a todo el que las entregue voluntariamente.
Según organizaciones vinculadas al desarme, la cantidad de revólveres en manos de la población civil es causante de gran parte de los casos que terminan con heridos de bala. Y, naturalmente, favorece la inseguridad.
Darío Kosovsky, cofundador de la Red Argentina por el Desarme y uno de los redactores del proyecto de la ley recientemente aprobada, describe: «En conflictos entre vecinos o amigos cuya tensión podría llegar a la agresión verbal o a golpes de puño, la presencia de un arma multiplica las posibilidades de que una discusión sin importancia termine con la muerte de alguien».
Un experto que trabaja para el Registro Nacional de Armas detalló: «Las cifras de armamento ilegal se cuentan en cientos de miles. El nuevo plan entrega las potestades para sacar de circulación una enorme cantidad que la gente tiene para defensa propia y que luego provocan accidentes fatales. Pero no hay que engañarse. También hay que tener una política de Estado para bajar los índices de delincuencia».
