La Secretaría de acceso a la Salud nacional compra penes y en educación se sigue penando por la ESI. Está claro que el “ruido” que provoca el llamado a licitación para la compra de penes de madera pulida se relaciona con una cuestión cultural, y si es cultural es educativa. Una vez más nos enfrentamos a un “caso” que amerita el análisis, en el escenario educacional.
La idea de comprar penes de madera no es para escuelas, en este caso, sino para Salitas y Centros Primarios de Salud de todo el país. Estos penes, junto con diez mil dispensadores de preservativos y diez mil maletines de polipropileno, formarán parte de un kit que tiene como objetivo concientizar y educar para evitar la propagación de infecciones de transmisión sexual (ITS)[1], tales como el VIH, la sífilis, la clamidia o la gonorrea, es decir que serán utilizados por profesionales de la salud para atender a pacientes con Enfermedades de Transmisión Sexual y para explicar cómo proteger a otros, evitando el contagio.
Esta decisión del Ministerio de Salud se relaciona con la información que indica el aumento de los diagnósticos de Infecciones de Transmisión Sexual, como por ejemplo la Sífilis. Según la Fundación Huésped, en los últimos años, las ITS han crecido de forma sostenida en nuestro país, en ocho años aumentó un 650% la cantidad de personas con sífilis. Respecto al VIH hay alrededor de 4800 casos nuevos por año y se ha visto que la cifra se mantiene, pero lo importante es que el 98% se contagia por no usar preservativo, cuando el contagio es algo que debería ser completamente evitable. ¿Por qué no lo es? Porque cada vez que se aborda un tema que debe estar resuelto con el aprendizaje en el ámbito de la ESI, se desata la polémica con argumentos provenientes de conductas culturalmente arraigadas.
Lo que deja en evidencia la desinformación a la que estamos expuestos e involucra el desconocimiento de la ESI. Así lo expresó en una entrevista la Ministra de Salud de la Nación: “…se educa en lo que se trata de Enfermedades de Transmisión Sexual y es un kit que no es solamente los penes de madera, y es muy llamativo que llame la atención la palabra pene, porque todas las demás compras del Ministerio de Salud, fuera de lo que es la pandemia, no son objetadas…”
Es oportuno recordar que la Ley de Educación Sexual Integral (26.150) data del año 2006, y en la normativa regulatoria, desde 2009, se prevé la compra de penes como material didáctico para el desarrollo de la enseñanza en el sistema educativo. Resta deducir que, si no hubiera existido la alta resistencia, desde los más variados estamentos, para la plena vigencia de la ESI, hoy la compra de penes de madera, sería un hecho más de la gestión. Pero lo más importante es observar los argumentos esgrimidos desde los cuestionamientos, la mayoría en tono de seudohumor, risas contenidas y hasta mejillas sonrojadas ¡OOH penes!
¿En serio causa tanta polémica la palabra pene? Si da vergüenza e inquieta la palabra pene y su imitación en madera para ser utilizado como recurso que se relaciona con el cuidado del cuerpo y la salud[2], algún problema tenemos.
En relación a la ESI, según el Ministerio de Educación de la Nación, alrededor del 50% de los y las estudiantes manifiestan que la escuela debería profundizar el abordaje sobre la prevención de infecciones de transmisión sexual; el embarazo no intencional en la adolescencia, los métodos anticonceptivos y la violencia de género. Asimismo, los estudiantes identifican entre los temas que menos se trabajan en el aula es el derecho de las personas a vivir su sexualidad de acuerdo a sus convicciones y preferencias, en el marco del respeto y cuidado por uno mismo y por los otros; y los marcos legales para el acceso a los servicios de salud sexual.
Cabe reflexionar, como adultos y adultas enseñantes, sobre las matrices de aprendizaje que deberían inquietarnos, lo que implica trabajar sobre las concepciones que subyacen en la práctica áulica y/o sanitarias sobre el abordaje de la ESI. La temática de la sexualidad suele incluirse como un agregado en talleres o clases especiales, que solo algunes docentes se comprometen a emprender.
Ante esto se puede plantear la hipótesis de que el problema es el pene, como significante y significado, pues no solamente es en términos biológico, sino que también se relaciona con el placer y, además, en algunos casos, con el amor. Todos temas que aún la escuela no se anima a afrontar como desafío.
Tekoá Cooperativa de Trabajo para la Educación
[1] Mal llamadas venéreas: El curioso origen de llamar ‘enfermedad venérea’ a las infecciones de transmisión sexual. A pesar de que las enfermedades de transmisión sexual ya se conocían desde muchísimo tiempo antes, en la Edad Media se empezó a llamarlas ‘venéreas’ debido a que éstas se contraían a través del deleite sexual, pero, sobre todo, culpabilizando a las mujeres de ello, ya que éstas (según la Iglesia Católica) eran las responsables de infectar a los hombres por culpa de su lujuria la cual emanaba de la diosa pagana Venus. Así fue como desde la religión se tergiversó y utilizó un término que había sido originalmente concebido para referirse al deleite del placer carnal del sexo y el amor y lo convirtió en un vocablo relacionado con las enfermedades contraídas a través de los ‘actos impuros’. https://blogs.20minutos.es/yaestaellistoquetodolosabe/el-curioso-origen-de-llamar-enfermedad-venerea-a-las-infecciones-de-transmision-sexual/
[2]Ejes de la ESI: cuidar el cuerpo y la salud, valorar la afectividad, garantizar la equidad de género, respetar la diversidad y ejercer los derechos
