Unos minutos habían pasado de las 10 cuando llegó Sara Sarmiento de Osuna y sus tres hijos a la morgue de Oro Verde. Enseguida arribaron integrantes de la Asociación de Familiares y Amigos de Desaparecidos entrerrianos y en Entre Ríos (AFADER) y con ellos ex detenidos políticos y compañeros de militancia de Beto que se habían concentrado en el Monumento a la Memoria, en la Plaza Sáenz Peña y de allí emprendieron la caravana.
El fiscal federal Mario Silva llegó 40 minutos más tarde, acompañado por funcionarios del Juzgado Federal de Paraná, para formalizar la entrega del cuerpo.
Cubierto por una bandera argentina con la estrella federal roja de ocho puntas, que era un símbolo de Montoneros, llevaron el cajón que cargaba Rubén Osuna. Inmediatamente emprendieron el viaje al Cementerio Parque de la Paz. La caravana de unos 20 autos acompañaba a los familiares. Y una multitud -en su mayoría compañeros de militancia en la década de 1970- esperaba en San Benito, adonde arribaron hacia las 11.55.
En una emotiva ceremonia, Clarisa Sobko leyó una emotiva carta de la agrupación HIJOS, en la que se destacó el valor que representa la recuperación de la identidad de un desaparecido. “Ya te recuperamos Beto, ya estás con nosotros. Ahora desde aquí nos das tu fuerza para encontrar a todos los compañeros y seguir la lucha que llevará a la cárcel a tus asesinos”, leyó Clarisa, cuyos padres se encuentran desaparecidos.
Mariana y Cecilia Fernández sostenían las pancartas con fotos de los asesinados en la Masacre de La Tapera, mientras a su lado, leía Clarisa el mensaje para Beto Osuna: “Vos sos la semilla desde donde germinará savia nueva para continuar peleando por el sueño de ustedes”. ¡Beto Osuna, presente; Carlos Fernández, presente; 30.000 compañeros detenidos-desaparecidos, presentes!, fue la proclama que cerró el homenaje a un militante que ahora descansa con su identidad recuperada.
Por su parte, el titular del Registro Único de la Verdad, Guillermo Germano dijo a Canal Once que “sólo habrá paz cuando haya justicia” y manifestó que la sepultura de los restos de Osuna “es emocionante, pero a su vez de profundo dolor y alegría por las futuras luchas por recuperar a cada uno de los compañeros”.
Además adelantó que se seguirá ampliando la búsqueda de Fernández, el otro desaparecido en la Masacre de la Tapera. “Este es nuestro camino y en él dejaremos lo que hay que dejar”, indicó finalmente Germano.
La Masacre de La Tapera
El crimen de los militantes montoneros ocurrió el 25 de septiembre de 1976, en un falso enfrentamiento. Aproximadamente a las 0.30, un grupo de más de 50 efectivos de las fuerzas de seguridad, policiales y militares, asesinaron a balazos a Carlos José María Fernández y a Juan Alberto Beto Osuna al abrir fuego sobre una vivienda ubicada en calle Rondeau 1.396 de la ciudad de Paraná. Previamente, los mismos asesinos los habían dejado allí, luego de torturarlos salvajemente.
El hecho fue groseramente enmascarado como un enfrentamiento, aunque la vivienda mostraba más de 300 impactos de proyectiles de todo tipo y calibre, tal como se reveló en noviembre de 1995, en el libro Rebeldes y ejecutores.
Fernández había sido secuestrado el 4 de septiembre de 1976 de la Fábrica Coego Hermanos, en Teodolina, provincia de Santa Fe, por cuatro individuos que se identificaron como pertenecientes a la Policía Federal, hecho que fue visto por varios compañeros de trabajo. Osuna trabajaba en la Dirección de Catastro de la provincia, y su familia supo que estuvo detenido unos días en Santa Fe o Santa Tomé, antes de ser trasladado al Escuadrón de Comunicaciones.
De esta farsa dan cuenta los artículos periodísticos publicados el 26 de septiembre de 1976 en los diarios La Capital, de Rosario; Clarín; La Nación y La Opinión, de Buenos Aires, en los que un comunicado oficial relata el “simulacro” de enfrentamiento producido en la casa en circunstancias en que se realizaba un “allanamiento”.
A raíz de las mencionadas publicaciones la esposa de Fernández, Rosario Dora Taganone, con quien ya tenía dos hijas, se presentó en el Comando de Ejército de Paraná donde le comunicaron que los cuerpos de los “subversivos” habían sido enterrados en el Cementerio Municipal de Paraná en la Fosa Número 71. Allí le informaron que no podían darle mayores datos ya que los cuerpos “no estaban identificados”. Fernández aún permanece desaparecido y el Equipo Argentino de Antropología Forense no ha podido localizarlos.
Por su parte, Rubén Osuna, hermano de Beto, acudió directamente al interventor militar en la provincia, Juan Carlos Trimarco para preguntarle sobre el paradero de su hermano. El represor sacó un mazo de fotos y seleccionando una le dijo: “Éste es tu hermano”, y al recibir la confirmación, amenazó: “Déjate de hinchar las pelotas porque te vamos a hacer boleta a vos también. Está muerto, déjate de joder”, y le acotó que había sido enterrado en el Cementerio Municipal de Paraná, sin precisarle el lugar.