El Mercado abre a las siete de la mañana, y permanece abierto hasta cerca de las diez de la noche. “Hasta que no se va el último, no cerramos porque tenemos necesidad de vender”, dijo la propietaria de un puesto de ropa. Algunos vendedores dicen que hay 85 puestos, otros 90, hasta se menciona más de un centenar. En su mayoría, los puestos ofrecen ropa: remeras de vestir o camisetas de fútbol, pantalones, mallas, bermudas, zapatillas, guardapolvos, etc. Pero también pueden encontrarse hasta CD´s de música, herramientas, bombones o café.
Alejandra hace 12 años que tiene un puesto en el Mercado de Pulgas. Asegura que la noticia “cayó mal”. Tienen en cuenta el antecedente de los vendedores de la peatonal que fueron reubicados en la ex-estación Concordia Norte. “Lamentablemente a esa gente le fue muy mal, volvieron a vender por los barrios como eran antes”, expresó.
La vendedora expresó que “tres o cuatro familias” subsisten por cada puesto. En general, los puestos no son usufructuados por el dueño y sus empleados, sino que es compartido entre los familiares del propietario del mismo. “Mucha gente vive de esto, es la única entrada que tiene”, expresó.
“Pagamos luz e impuestos, AFIP, monotributo. Se paga todo acá”, señaló Alejandra. La energía eléctrica comenzaron a pagarla desde la gestión de Hernán Orduna.
“Presentamos el año pasado un proyecto a ‘Enriquito’ Cresto (Enrique-diputado PJ) por el asunto de un tinglado por las mejoras del predio, y el nos avaló. Trajo un abogado, se firmó, se mandó a Casa de Gobierno y estamos esperando”, indicó Alejandra. El tinglado es necesario debido a la escasa altura de los techos -incómoda para quienes miden más de 1,80 mts.- y porque la lluvia impide que los visitantes puedan recorrer los pasillos ya que el agua se filtra por todos lados.
Alejandra expresó que el Mercado es una opción turística porque trabaja “de lunes a lunes; de sol a sombra”. Debido a que los comercios céntricos están cerrados, los turistas recurren al predio.
Los puesteros rechazan el traslado a la ex estación Norte debido a la distancia existente con el centro de la ciudad, la cual es fundamental para el sostenimiento del Mercado. “Estamos cerca de los bancos, la gente cobra y viene; cualquier cosita, un cumpleaños, y vienen a comprar una remera, un par de medias, un slip”, expuso.
Los vendedores están dispuestos a resistir. Pero confían en que nadie los va a mover de esa esquina. “Tenemos la palabra de lo ‘más alto’ que acá, a nosotros, no nos tocaba nadie”. La referencia al gobernador Jorge Busti es indudable. Fue quien, en su segunda intendencia, les consiguió la esquina.
De todas formas, Alejandra se manifestó dispuesta a poner el cuerpo para evitar el desalojo. Ni siquiera está dispuesta a retirarse temporariamente, en caso de que se instale el tinglado. “Si me dicen que me tengo que retirar para hacer la obra, no me retiro. Me quedo acá adentro”, expresó.
Contrabando de Brasil
Lourdes, una vendedora de las más antiguas -hace 16 años que se estableció-, es conocida como la “abuela”. Aseguró que tres familias subsisten de su puesto.
“No queremos que nos trasladen”, indicó, para luego agregar que esperan que el intendente Cresto refrende la promesa hecha en campaña acerca del tinglado. “Queremos mejorar el lugar, pero no se vende tanto como para hacerlo”, expresó.
La vendedora esgrimió que, antes de reubicarlos, deberían indemnizarlos. “Por ley es así, es una ley que nos ampara al trabajador”, indicó.
“Quizás alguien puede decir que tienen muchas prendas los kioscos pero no es todo mío; es del primo, del sobrino, del tío. De ahí sale para comer día a día”, añadió.
Por último, admitió que mucha mercadería llega de contrabando. “Y cuando viajás y Gendarmería te quita todo, venís con las manos vacías. Es contrabando, es ilegal, pero de eso vivimos hace 16 años. Todos sabemos que es contrabando de Brasil. ¿O no? ”.
“Resistencia masiva”
Fernanda trabaja desde hace seis años en el Mercado. Opinó que el proyecto de cerrar el Mercado no va a prosperar “porque proviene de un solo concejal”.
Esta puestera sostuvo que hay pocos puestos que venden ropa traída de Brasil. “Son muy pocos. Se hace un trabajo de hormiga, no es mercadería ilegal. Hay un tope de mercadería que se puede pasar, no es de contrabando”, dijo.
Reconoció la necesidad del tinglado por la lluvia y por el calor “agobiante” del verano. Aseguró que deben compartir gastos, porque un sereno se ocupa de cuidar durante la noche. Y agregó que hay agua corriente y baños para los visitantes. “Está avalado por la municipalidad, hay una persona que la municipalidad le paga para que esté en los baños”, expresó.
“Hay que preguntarle a la gente que viene a comprar si le serviría que cierren Las Pulgas”, indicó. “Mucha gente no tiene $ 50 para comprarse una remera. Y acá la consiguen a $ 13”, añadió. No obstante, garantizó que habrá una “resistencia masiva”, en caso que prospere el proyecto. “Hay cerca de 90 puestos, de tres o cuatro familias cada una”, dijo, haciendo cálculos.