Villalba –estuvo ocho años en la UP 3 cumpliendo una condena por homicidio- iba a quedar en estado de libertad condicional en seis meses. “Era un interno de buena conducta, trabajaba en la Unidad antes de que saliera a la calle, no tenía problemas con sus padres ni con el personal penitenciario”, indicó.
El recluso, que tenía un empleo en un aserradero, atentó contra su vida el martes en una ermita de Villa Adela. “Siempre iba a rezar: algunos van al Gauchito Gil, otros a otra iglesia, hacen sus oraciones y después vuelven”, indicó. Luego de agonizar casi un día entero, falleció ayer a las 11 de la mañana.
El homicidio fue completamente descartado porque en el lugar del hecho fue encontrada una carta dirigida al Juez de Ejecución de Penas de Gualeguaychú. El contenido de la misiva no trascendió porque la causa está bajo secreto de sumario y la Policía tiene el papel.
La aparición de un arma en poder de un recluso con salida no llamó la atención del alcalde. “Cuando sale de la Unidad ya no hacemos el control, y el encargado del control es el del trabajo”, expresó Almada. De igual modo, precisó que en el trayecto de ida y vuelta a la cárcel, los reclusos pueden proveerse de un arma de fuego en el mercado negro. “Fácilmente encontrás un arma afuera. Hay mucha gente armada y el mercado negro es muy grande”, indicó.