En la escuela “Gerardo Yoya” veinte familias evacuadas pasaron la noche sin agua potable

“Tengo un bebé entero brotado de dermatitis”, indicó María Teresita. Los médicos que asistieron al bebé le dijeron que debía bañarlo cada tres horas. “Imposible, tenemos unos tachos con agua pero están todos herrumbrados. Los tachos serán viejos o no sé pero se herrumbran”, dijo.
Si bien el inconveniente había sido subsanado y la vecina dijo que el agua de los baños ya había retornado, no podían tomarla. “Nos prometieron agua mineral para tomar, pañales que es lo que más necesitamos; mercadería; algunos colchones”, añadió la vecina del Nébel.
Dri fue a la escuela y les explicó a los vecinos que la bomba de agua había sido reemplazada porque la anterior no podía elevar el agua hasta el tanque. “Aparentemente esa bomba anoche no funcionó. Hoy hubo que comprar una bomba nueva y en este momento se normalizó el suministro”, indicó. Respecto de las otras demandas, dijo que no era incumbencia del área de Educación.
El agua del arroyo Manzores cubrió por completo la vivienda de María Teresita, que se encuentra a la altura de la cota 13. Al principio había decidido mudarse a una esquina no muy lejos de su casa. “Pero nos sacaron de la esquina por la tormenta, por la lluvia y porque seguía creciendo”, indicó, Hace cuatro días que vive en el salón de usos múltiples de la escuela.
La subida del arroyo fue abrupta y perdieron varios enseres por el camino. “Se me fueron cajas con ropas, zapatillas, las carpetas de la escuela. A los chicos los tengo todos sin ropas, sin zapatillas. No nos dio tiempo a sacar nada porque íbamos ayudando a los vecinos de más abajo y empezaron a largar agua de golpe. Cuando nos quisimos acordar, teníamos todo bajo agua”, indicó María Teresita. A la escuela llegó con una cama, dos colchones y “nada más”.
A diferencia de otras escuelas, donde se abrieron las aulas, en la escuela “Gerardo Yoya” conviven una veintena de familias en el salón. Para dividir el espacio, separar los muebles y obtener cierta privacidad, los vecinos optaron por improvisar paredes con lo que tenían a mano: nylons, puertas de madera, frazadas, heladera, sábanas, etc. Con más de 30 ºC en el interior del salón, el único alivio para el calor son algunos ventiladores de techo y de pared.
“No nos dieron para dividir, dividimos como pudimos porque entre tantos chicos lo que menos queremos tener es drama una familia con la otra. Dentro de todo la vamos llevando sin pelea, sin disturbio. Esperemos que la sigamos llevando así porque vaya a saber el tiempo que vamos a estar acá”, señaló María Teresita.
Hasta el momento, 18 escuelas son utilizadas como refugio para los vecinos evacuados. Fueron desafectadas la escuela Nº 70 “Trabajador Comunitario”, la Nº 53 “San Martín” y la Nº 70 “Eva Duarte”. Pero se incorporaron otras a la atención de la emergencia como la Nº 9 “José María Gutiérrez”, Técnica Nº 2 “Independencia” y la Nº 47 “Justa Gayoso” (Benito Legerén).

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