EN LA DESESPERACIÓN DONDE BRILLA LA ESPERANZA

Comienza otro año y, quizás por tradición, las esperanzas se renuevan, en una vida abrumadora, acelerada y lidiando frente a condiciones adversas, a veces reales y muchas otras imaginadas por la propia angustia. Se suele decir que el pasado ya fue y miramos el porvenir con la esperanza de terminar con las aflicciones.  

Dicen que es en la desesperación donde brilla la esperanza. Ese es el lugar donde tiene el mayor efecto porque ya no queda mucho más. Si hubiera una salida evidente, uno no estaría desesperado. Entonces la esperanza es el último recurso al que podemos aferrarnos. Lo mejor de la esperanza es que no tiene que ser realista. En vez de calcular nuestras posibilidades, podemos esperar lo imposible, contra todo pronóstico sin tener que saber exactamente de donde vendrá la salvación. Al contrario de un deseo egoísta, la esperanza es algo que une a las personas y podemos regalárnosla.

La vida es una amalgama indefinida de dificultades, apremios, despedidas y nuevos comienzos. Mucha gente tiene el impulso de algún tipo de esperanza. La vida es un riesgo, por lo tanto, siempre esperamos lo mejor. En momentos de mucha oscuridad hay algunas cosas, en cada individuo, que hacen mucho para conservar el optimismo.

¿Qué da esperanzas para el futuro? ¿Cómo se puede ser optimista? ¿Está justificada la esperanza en este mundo?

En días sombríos a veces puede parecer que estamos perdidos. Pero no lo estamos mientras nos crucemos con personas que nos recuerden que todo o algo puede salir bien. No se puede saber con exactitud si mañana será otro día, si el sol saldrá. Pero se puede esperar. Tenemos que esperar que así sea.

Entre los cristianos es muy importante la esperanza en el paraíso y la vida eterna.  Los budistas, por ejemplo, no tienen esa idea. Para ellos, el momento es eterno, estar en el ahora. En la narrativa budista, querer y esforzarse ya es sufrimiento. Cuando se llega al objetivo y no se desea nada nuevo, por un momento no se sufre. De modo que no hace feliz el logro de una meta, sino el no querer nada nuevo durante un instante. Tal vez la felicidad no esté en la esperanza de un futuro mejor, no estar en el mañana, si no en el aquí y ahora. Esta última es una actitud que puede ser práctica para transitar lo cotidiano en momentos difíciles.

¿Significa que no siempre tenemos que mirar al más allá y tener esperanzas? y ¿qué también se puede aquí y ahora?

La razón de la existencia está basada en la esperanza, a pesar de que no hay garantías de que suceda algo bueno, algo mejor. La esperanza, más allá de las dificultades, mantiene la confianza.

El futuro que soñamos no es inexorable, tenemos que producirlo. la esperanza sola no transforma el mundo. Actuar, movidos por esta ingenuidad, es la mejor manera de caer en la desesperanza, en el pesimismo, o bien, en el desencanto. Prescindir de la esperanza en lo individual y, también, como aporte a la lucha por mejorar el mundo, como si esa lucha pudiera reducirse exclusivamente a actos calculados, a la pura cientificidad, es vana ilusión.

Los aportes de la visión filosófico-pedagógica de Paulo Freire permiten dilucidar la necesidad urgente de educar en la esperanza de construir una sociedad más justa en estos tiempos que las políticas del capitalismo neoliberal han oscurecido y manipulado nuestra comprensión de la realidad para cambiar las condiciones inhumanas que el mismo capitalismo ha generado. Si no educamos en la esperanza se puede llegar a la desesperanza y depresión continua, aceptando, como consecuencia, que no hay alternativas para esta realidad inhumana en que el capitalismo está haciendo vivir a la gran mayoría de los habitantes del planeta. Educar en la esperanza es un proceso de esfuerzo cognitivo y de aprendizaje conjunto, que debe llevarnos a una visión crítica de la realidad para concebir estratégicamente acciones que nos lleven a alcanzar el inédito viable de equidad y justicia para todos y todas.

 

Tekoá. Cooperativa de Trabajo para la Educación Ltda.

 

[1] En el discurso utópico freireano la búsqueda del inédito viable tiene, como elementos fundamentales: el sueño como condición básica para el mundo posible, y la esperanza como motor de dicha búsqueda, la cual se expresa en la lucha cotidiana y en el anuncio de alternativas posibles.

Entradas relacionadas