“La pobreza va a aumentar”, dice Macri. “Tenemos que hacer un esfuerzo para poder estar mejor”, repite la dirigencia del Pro, mirando de reojo los botes salvavidas. Y en las redes sociales dirigentes locales de Cambiemos – que cobran exorbitantes sueldos en dólares – publican mensajes de optimismo bajo la consigna “Yo te banco”.
Mientras tanto en la Cooperativa Eléctrica se prolongan las filas de madres y abuelos que lloran con desesperación por que ya no pueden pagar la luz siquiera en cuotas, los diarios publican que cierran más comercios y empresas y en los barrios se juntan un par de vecinos y arman un comedor comunitario porque cada vez hay menos invitados al banquete del señor… Es fácil bancar, cuando al dolor y sufrimiento lo ponen otros.
“La pobreza va a aumentar”, dice Macri. Y Concordia resiste como puede, mientras el gobierno municipal redobla esfuerzos para contener el impacto de la crisis en los sectores más vulnerables, al mismo tiempo que los referentes de Cambiemos con pretensiones electorales se preparan para seguir echándole la culpa de todo al peronismo. Pero esta vez no les va a servir, no van a poder usar la artimaña de cargarles culpas al otro por lo que ustedes mismos generan. La gente ya no compra espejitos de colores. Si los indicadores de pobreza y desocupación se disparan en Concordia, esto es consecuencia directa de las malas decisiones de un Gobierno nacional que miente mucho y resuelve poco.
Ante este escenario, desde este Consejo Departamental del Partido Justicialista reclamamos que el Gobierno Nacional tome conciencia de su enorme responsabilidad en esta situación, que escuchen más a la gente y menos a los mercados, que se den cuenta que ya hicieron bastante daño y la paciencia se agota, que se esfuercen menos en hacer creíbles las mentiras y más en afrontar la innegable realidad.
Persistir en recortes y ajustes donde ya es imposible ajustar, perjudicar al más desfavorecido, mantener privilegios y vulnerar derechos, beneficiar los negocios de unos pocos en desmedro de muchos y seguir al pie de la letra las exigencias del FMI son los componentes de una receta que invariablemente lleva a un penoso camino de desolación y desesperanza que nadie quiere volver a transitar.
Si no aprendemos las lecciones de la historia, nunca vamos a cambiar nada.
