DIARIOJUNIO: ¿Cómo fue llegar a este barrio, a esta gruta, tan identificados con la figura del padre Andrés Servín?
PADRE DANIEL PETELÍN: Yo conocía la gruta. Participé de las reuniones que se hacían los días lunes acá en zona sur antes de empezar el proyecto de la Defensa Sur y después también cuando se organizó el proyecto «Mi club, Mi Escuela». Yo en aquel momento estaba en la parroquia de Villa Adela. Cuando vine me encontré con una parroquia organizada, con muchos servicios sociales, con mucha atención de distintas realidades, tanto de los niños, los jóvenes, los ancianos y la gente en situación de calle. Estaban en funciones un comedor comunitario y el ropero. Yo sabía que mi tarea era continuar y acompañar en esto que yo consideraba como algo bueno no sólo para la zona sur de Concordia sino para toda la ciudad porque por acá aparecen muchas personas con distintas realidades, de todos lados. Traté de mantener todo lo que tenía armado e ir viendo qué es lo que, en el momento actual, Dios nos está pidiendo. Lo primero que vimos fue que teníamos que continuar con todos los servicios sociales y tratando de ayudar también en un sentido espiritual. Si bien este tiempo estamos limitados, además de un plato de comida queremos que las personas sean acompañadas, contenidas y valoradas.
DJ: ¿Cómo vio la evolución el barrio desde su llegada?
PDP: Hay muchas cosas que han mejorado. Cosas buenas. Se mejoraron las calles en zona sur, las veredas, la iluminación y se mejoraron servicios de todo tipo. Nuestra zona sur ha cambiado de manera impresionante. Al tener todo un servicio de atención y calles asfaltadas y otras tantas cosas de las que se carecían, podríamos decir que ya no se trata de un barrio relegado. Es un barrio más de la ciudad. Ha tenido un gran progreso en todo sentido, desde la valoración del lugar y las viviendas gracias al plan HÁBITAT. Un mejor nivel de vida y una mejor comunicación entre todos los vecinos.
DJ: La zona sur abarca barrios que han sabido vivir años dorados, de una prolífica clase trabajadora, con mucho desarrollo y empuje, grandes clubes e importantes actividades sociales. Épocas gloriosas del ferrocarril, el molino, el puerto, los comercios y los clubes; después padeció el derrumbe de los años neoliberales, la hiperinflación, el tejido social se empezó a romper y el barrio cambió de una manera abrupta, empeorando en muchos aspectos. Ya desde la época de Andrés Servín había un abanico de problemáticas difíciles y urgentes.
PDP: Yo vine con gusto, vine como un gran desafío. Vine sintiendo que el trabajo no es sólo mío sino de la comunidad y de las personas que están acá en Gruta. Lo que yo venía a hacer como un desafío era venir a insertarme en una comunidad que ya estaba en marcha y poder acompañar de la mejor manera. Continuar lo que se estaba haciendo y atender las realidades emergentes, eso fue a priori. Lo que más veíamos como dificultad era la cuestión de las adicciones, porque las adicciones llevan a muchos otros problemas como la inseguridad, la violencia familiar y la destrucción de la persona. Por eso trabajamos para construir un centro para la atención de las adicciones que llamamos Centro Barrial La Gruta, que es un centro ambulatorio que funciona -en épocas fuera de la pandemia- de 9 a 17. Damos desayuno, almuerzo y merienda. Tenemos muchos talleres ocupacionales y brindamos acompañamiento psicológico grupal y acompañamiento psicológico individual. Tenemos un grupo de servidores para la contención y la reinserción social. Algunos de los chicos que están colaborando acá son los chicos que hicieron ese proceso en la gruta de Lourdes. Chicos que se han podido recuperar y se van reinsertando en la sociedad.
DJ: Sus misas de sanación tomaron mucha popularidad. Son multitudinarias y atraen a personas de diferentes barrios de la ciudad, incluso de zonas muy alejadas a la zona sur. ¿Esto cómo cae en los habitantes del barrio que de golpe ven que su parroquia tan identificada con zona sur se vea colmada de gente de otros lugares y otros estratos sociales?
PDP: Es muy probable que sea así, pero son personas de Concordia que por distintas razones vienen para la celebración de la misa de imposición de manos. La parroquia está abierta para todos. Mucha gente sólo viene para la misa y otra se queda trabajando y colaborando para la comunidad.
DJ: ¿Esta cuestión de las misas de sanación es relativamente nuevo en usted? ¿Qué es la sanación?
PDP: Cuando estuve en San salvador ya hacíamos imposición de manos. Es una misa normal, no es carismática, es como cualquier otra, pero después hacemos oración de alabanza, de sanación interior. Algo que está relacionado con quitar el enojo, con la falta de perdón, con el rencor. Está relacionado con la historia de uno, con no poder aceptar las cosas de uno. Todas las oraciones van orientadas a esta realidad interior a la vez que se acompaña con la imposición de manos. Cuando la persona se destraba y puede liberarse de todo eso que lo encierra, la persona está más capacitada para vivir mejor, para hacer el bien y para amar.
DJ: ¿Pero es automático, padre? Sé de gente que se ha visto en estado desesperante de angustia y depresión y, luego de visitar al padre Daniel… Es como si les hubiera quitado un dolor de muelas. Se las nota aliviadas, livianas, pacificadas…
PDP: Alguna persona se puede sentir mejor en el momento, pero, en general, suele ser un proceso. No buscamos la sanación física. La persona puede sanarse físicamente también, pero lo que buscamos es que la persona interiormente pueda estar mejor. Al estar mejor, muchas de las situaciones exteriores pueden fortalecerse y sanarse. La experiencia es que cuando uno está bien con uno mismo y con los demás, todo el organismo tiene más defensa y puede afrontar cualquier situación hasta una enfermedad. Cuando estuve en África fui encargado de un hospital por más de 4 años. En ese lugar atendíamos a los enfermos de SIDA. Eran muchos los que estaban en una situación muy avanzada de la enfermedad. Personas de distintas religiones. Entonces yo les decía que cada uno tiene que orar, como le enseñaron a orar en su creencia, y la persona se va a fortalecer. La experiencia es que las personas que oraban -en su religión y a su manera- estaban mucho mejor mientras que las personas sin oración, que estaban desanimadas, la enfermedad los iba atrapando, envolviendo mucho más rápido, y las posibilidades de mejorar eran mucho más bajas. En las misas de Sanación, la gente ora por una variedad de males espirituales, emocionales o físicos.
DJ: Usted conoce parte de la pobreza en la Argentina y la de una zona del África, ¿qué diferencias notó entre una y otra?
PDP: Nosotros tenemos mucha pobreza, pero tenemos también muchas más capacidades para salir de la pobreza. Tenemos conocimientos, tenemos formaciones, tenemos posibilidades y muchos medios para poder mejorar. Donde yo estaba la mayoría eran analfabetos y sin documentos, sin títulos de propiedad, sin acceso a medios para comunicarse, al agua, a la luz, al teléfono. Cada zona, cada tribu, tenía su idioma. Se hablaban más de 20 idiomas diferentes; además del francés que era el idioma de la capital. Lo que hacía muy difícil la enseñanza y la comunicación. Acá tenemos escuelas gratis, posibilidades de estudios gratis, hospitales gratis. Allá no existe nada de eso. Allá, lo poco que hay, se paga. Son otras realidades. No obstante, a pesar de aquello, curiosamente tienen una economía que podría decirse estable: Yo fui, por primera vez, en 2002 y, la última vez, en 2020, pagué las cosas al mismo precio. Es un país sin ingresos, sin impuestos, sin recursos, uno vive naturalmente, enseñábamos a leer y escribir debajo de un árbol.
DJ: Ir al África, ¿Por qué?
PDP: Yo elegí África porque quería ir a un lugar donde tengan pocas posibilidades y muchas necesidades, en todo sentido. Busqué un país de primera evangelización, con muchas dificultades, muy pobre, pero que se podía trabajar con libertad, sin tantos problemas de violencia y guerras internas. Yo fui a un lugar donde estaba llegando el cristianismo, donde la mayoría era animistas, que es una religión tradicional africana, o musulmanes. Una zona cerca del Desierto del Sahara con temperaturas muy altas, sin ventiladores, sin luz eléctrica, dormíamos entre tules para evitar las picaduras de mosquitos que allá es el causante de la malaria.
El padre Daniel Petelín participó en 2001 de la “Carpa por la Defensa de la Democracia y la Dignidad”, apostada sobre la rotonda de Chajarí, cuando era cura en Villa del Rosario. Encabezó los reclamos de vecinos de Benito Legerén en el año 2010 por el mal estado y abandono del barrio. Lideró las gestiones de los vecinos de Villa Adela, en 2011, preocupados por el avance de los casos de cáncer de hígado, intestino, estómago y páncreas, para que se investiguen las posibles causas de la enfermedad en la zona (agroquímicos, agua, etc.) También en 2011, y con motivo del encuentro entre la ex presidenta CFK con el presidente uruguayo Pepe Mujica en el viaje por “El Tren de los Pueblos Libres”, el cura le acercó una carta, a la entonces primer mandataria, en nombre de los vecinos de Villa Adela en la que le solicitaba la creación de una “Comisión Investigadora Integral del Medio Ambiente”. En su paso por San Salvador también se puso al servicio de la comunidad en su lucha contra la drogadicción y junto al padre José Zabaleta impulsaron la construcción del Centro de Adicciones Juan XXIII, del que fue presidente y ahora es vice.
DJ: releyendo viejas noticias se lo puede encontrar encabezando varias movilizaciones y reclamos en los diferentes lugares donde estuvo. Ahora como que se lo escucha más volcado a lo espiritual y menos armador de líos como dijo el Papa Francisco alguna vez ¿Es sólo una impresión?
PDP: En todas las actividades en las que participé siempre fue junto con muchas personas. Nunca voy solo. Siempre vamos con la comunidad y de acuerdo al sentir de la comunidad. Y siempre obtuvimos resultados buenos. Si bien hay que esperar, tener paciencia y saber negociar, en todos los casos hemos obtenido respuestas satisfactorias. Uno trata de no chocar, pero cuando la causa es justa, hay que insistir. Pero mi actuar tiene que ver con la necesidad de la comunidad. Si es necesario, uno va y acompaña, pero son acciones que empiezan desde la gente.
DJ: Alguna vez se cruzó con el actual gobernador cuando este era intendente de la ciudad. Él había salido con todo su gabinete hacia Benito Legerén, El Martillo y Villa Adela para escuchar y atender a los vecinos, buscar soluciones, y ustedes se fueron, al mismo momento, a reclamar frente a la municipalidad. Cuando se lo reprochó, usted contestó algo así como “todo bien, pero con una pasadita de máquina no alcanza”.
PDP: Una vez estando en Villa Adela vinieron a inaugurar un sector de iluminaria y Bordet dijo: “Bueno, Vinimos a inaugurar esta iluminaria nueva y, si hay alguna dificultad, se la comunican al padre Daniel que él me llama todos los días a las siete de la mañana sin ningún problema” (Risas) Lo que quiere decir es que, por más que yo le haya dicho esas cosas, él lo tomaba a bien porque entendía que el reclamo era válido y sincero. La relación siempre fue buena.
DJ: Usted también acompañó la firma del Pacto de Padua, una especie de tratado social que tenía diez puntos y fue acompañado por la firma de varias autoridades de la ciudad y la región, además de muchos referentes de distintos sectores de la sociedad. ¿Qué fue de ese Pacto?
PDP: Eran cosas planteadas por el bien de la comunidad, de la sociedad. Creo que en algunas cosas se pudieron avanzar y en otros puntos no fue tan fácil. Me hubiera gustado que se avance más en el punto de la defensa de la vida, que se avance con más firmeza. (N del R: el Pacto de Padua incluía, entre otras metas e intenciones, el controvertido punto 5, que proponía la Defensa de la Vida desde el momento de la concepción) Creo que se podría haber hecho más. Frente algunas presiones muy fuertes de algunos ámbitos políticos, a veces, hay miedo y se echa para atrás.
DJ: ¿Cuál es su mayor preocupación hoy?
PDP: Hoy es el hambre en muchas familias. Lo otro sigue siendo el tema de las adicciones, el poder acompañar bien a nuestros jóvenes y niños. Otra gran preocupación son las familias que atraviesan problemáticas de violencia interna.
DJ: En este momento tan particular signado por la pandemia y las medidas de aislamiento y distanciamiento social, sin misas, sin catequesis, sin reuniones de grupo, ¿en qué se concentran las actividades de la parroquia?
PDP: Ahora lo que necesitamos es poder atender y contener a las personas que tienen menos posibilidades para subsistir y atraviesan problemas de alimentación. Desde Gruta de Lourdes hemos fortalecido el servicio de comida. Seguimos con el comedor comunitario de lunes a viernes para 400 personas e implementamos en este tiempo de pandemia un comedor también en la capilla San Andrés del barrio ex aeroclub. Allí empezamos con 150 porciones y ahora estamos en 250 porciones diarias. El día sábado hemos llegado, en estos días de pandemia, a las 2400 porciones.
DJ: ¿La situación del hambre venía en aumento y se agravó con la pandemia?
PDP: En los últimos años la situación se fue agravando en ese aspecto y, en este tiempo de pandemia, la situación empeoró porque la gente que trabaja de changas a visto muy reducida su capacidad de salir a trabajar. Desde octubre del año pasado tenemos, a dos cuadras de la gruta, un centro de noche para personas de situación de calle llamado “Casa de Lázaro”, pero en tiempos de pandemia tuvimos que habilitarlo las 24hs y tenemos unas 16 personas que están viviendo ahí desde que comenzó el problema . Es un grupo grande de todas las edades, desde 20 a 64 años.
DJ: ¿Cómo hace ahora con la gente que lo necesita, pero desde un aspecto más espiritual? Me refiero a esas personas que se acercaban a las misas de sanación en busca de otro tipo de alimento.
PDP: Muchos ahora llaman por teléfono. Algunos que pueden vienen para charlar en persona y otros tantos siguen la misa por radio y por el Facebook de la parroquia, todos los días a las 20hs.
DJ: Desde que llegué a la gruta no ha parado de atender el teléfono, a la gente que se turna para entrar a verlo y a la gente que lo ayuda, pero que también lo solicita, y a la prensa… No debe ser nada fácil vivir así, además de que está poniendo el cuerpo, la salud…
PDP: Estoy muy contento de estar acá. No podría estar en un lugar mejor.