Barrandeguy, se sabe, fue el primer gran artífice de la salvación de Jorge Busti cuando ocupó durante su primer gobierno provincial la Fiscalía de Estado. Posteriormente y cuando el ex gobernador Mario Moine había puesto en jaque a Busti y este estaba en caída libre dentro del Justicialismo nacional, Barrandeguy volvió a ser una carta en la manga de Busti. Es que, a poco de comenzar la Asamblea Constituyente en Paraná-Santa Fe, que reformaría la Constitución y le permitiría la reelección a Carlos Menem, Busti estaba relegado a un lejísimo tercer o cuarto plano, debajo de Moine y Alasino que, por esos días, aparecía como la principal figura del PJ nacional.
En ese marco y con un Carlos “Chacho” Alvarez que brillaba y un Frente Grande en constante crecimiento Busti era tentado a saltar el charco y utilizaba ese ofrecimiento para amenazar con irse del partido. No se animó. Una noche, Alasino, con el vozarrón y el desparpajo que lo caracteriza le anticipó a los gritos y de vereda a vereda (en una calle céntrica de Paraná) la inconveniencia de caer en la tentación de irse. Al otro día y en un hotel de la ciudad capital, Busti se reunió con “Chacho” Alvarez y le ofreció a “su hombre” con la condición de ubicarlo como el referente principal del Frente en la provincia. Era el gesto y el mensaje que Busti desplegaba hacía uno y otro partido. Ese hombre era Barrandeguy, el mismo que, cada vez que juega solo, lo hace en las ligas “progres”, el disimulo es su fuerte.
En cuanto a la mujer de Busti, ya se sabe cuál es su actitud cuando las papas queman. El conflicto que tuvo como protagonista al sector más privilegiado del campo, desnudó sus intereses y en que lugar elige estar cuando la etapa no permite medias tintas.
De este modo, el único que podría llegar a defender las políticas nacionales en el congreso es el sindicalista que ingresaría a la legislatura una vez que la actual diputada Cristina Cremer renuncie a la banca que ocupa actualmente y asuma la que ganaría en junio.
Con esta jugada, es probable, solo probable, que Urribarri defienda “su gobernabilidad”, no la del gobierno nacional que, si esta lista es confirmada, deberá saber que, al menos con los diputados elegidos en esta elección, no podrá contar.