El hecho es que de acuerdo a la ley vigente, solo se permite una farmacia cada 3 mil habitantes. En Chajarí hay 17 farmacias en una población de mas de 35.000 habitantes. Es decir, hay una cada cerca de 2.200 habitantes o –visto desde otra forma- están sobrando cinco o seis. Esto, como se dijo, es algo que ya no se puede revertir, pero no se puede abrir ninguna más. Similar situación de irreversibilidad se advierte ante otro tramo del texto de la 9.817 que prohíbe que haya una distancia menor a los 300 metros entre una farmacia y otra, y en la localidad hay hasta una a la vuelta de la esquina de la otra, a menos de 60 metros.
Lo que si se podía hacer y, de hecho, es el motivo por el cual la adecuación a algunas de las exigencias tomó tanto tiempo, era poner en orden el rol del farmacéutico dentro de la actividad. De acuerdo a la Ley, modificatoria de una anterior (la 3818), el farmacéutico pasa a adquirir un rol central en la actividad cotidiana de la farmacia, debiendo estar presente –al menos- ocho horas diarias dentro del local. Esto, lejos estuvo durante años de ser así. No fue un cambio sencillo y para algunos sigue siendo traumático (de hecho, hay farmacias que aún no están trabajando acorde a la Ley), ya que la modalidad presencial del profesional obligó a propietarios de farmacias con varias sucursales en la ciudad a tener que “importar” farmacéuticos de otras provincias, ante la escasez en el territorio provincial. La gran mayoría vino del Chaco, donde se estudia la carrera en cuestión y donde a veces la salida laboral no es segura. Pero no es tan amplia la oferta de profesionales en esta rama, y hoy a muchos propietarios de farmacias les está costando conseguirlos.
Daniel Zordán, dueño de tres farmacias de la ciudad, cuenta que “la presencia del farmacéutico como Director Técnico nunca se cumplía. Después de trabajar durante años en forma desregulada, con esta ley se debe cumplir con que esté en la farmacia durante ocho horas o –como máximo- diez”. “Si la farmacia abre por mas horas, se necesita ya otro farmacéutico.”, explica, no sin dejar de observar un dato para nada menor: el sueldo del farmacéutico debe ser de aproximadamente 5 mil pesos, esto fijado por el Colegio que los representa a nivel provincial. Pero reconoce que la Ley tiene su costado positivo, ya que cree que es “para proteger al farmacéutico, revalorizar su rol”. “En mi caso, que tengo tres farmacias, no niego que en su momento quedamos un poco descolocados (cada una tiene que tener su director técnico farmacéutico propio), pero yo creo que realmente se protege a la profesión”, asegura. La realidad latente es que no son solo los 5 mil pesos los dolores de cabeza para los dueños “no farmacéuticos” de negocios del rubro. El cálculo es claro: un egresado en Farmacéutica puede quedarse en la ciudad o provincia donde se recibió con sus 5 mil asegurados, o emigrar. Obvio que la balanza se inclinará siempre hacia la opción de quedarse en su pueblo, su ciudad, su zona. Es por eso, que algunos empresarios locales han tenido que mejorar la oferta de trabajo hacia esto profesionales, ofreciéndoles, por ejemplo, casa u otros beneficios.
Los empresarios de farmacias saben que la Ley está y que hay que cumplirla. Incluso admiten que el nuevo rol del farmacéutico en el local es quizás un papel con una cuota de poder y control en la toma de muchas decisiones que hasta el momento eran estrictamente empresariales. Y apuntan: “nos exigen a nosotros, nos controlan a nosotros pero no le exigen al kiosco de al lado, no le controlan que no venda medicamentos como dice la Ley.”, dicen.
Con años en el rubro, Estaban Chichizola pone la mira sobre una ley que dice “es copiada de la legislación santafesina al respecto”. “Y la realidad de las farmacias en Santa Fe no es la misma que en Entre Ríos.”, dice. Sostiene que la legislación se ha “olvidado de los dueños (no farmacéuticos) de farmacias”, y que “en Entre Ríos el 60% de las farmacias está en manos de empresarios idóneos”. Además, observa con preocupación como farmacias chicas de diferentes pueblos del suelo entrerriano han tenido que cerrar sus persianas ante la imposibilidad de afrontar el pago de un suelo de 5 mil pesos al farmacéutico que la ley exige. Chichizola no niega que la ley favorece o revaloriza el rol del farmacéutico como profesional, pero pone la marca sobre el costo que para el empleador significa afrontar su sueldo, con las consecuencias como las mencionadas anteriormente. De todas maneras, admite que el reclamo de los particulares dueños de farmacias “ha llegado a oídos del gobernador”, por lo que no desestima que “se produzca alguna modificación de la norma”.