Más allá de la enumeración detallada de todo lo que se hizo, que está a la vista y conocimiento de cada vecino, es relevante señalar que cada paso adelante es parte de una planificación a largo plazo. No hay improvisación ni se trabaja solo en la coyuntura. Hay objetivos claros y una visión de una ciudad moderna, dinámica, inclusiva, sustentable.
Todo esto, en un marco socioeconómico que determinó la optimización, ampliación y fortalecimiento de todos los programas sociales; para estar al lado de quienes necesitan de un municipio activo y presente en un país donde la pobreza y la desesperanza castigan a las familias y niños que el modelo neoliberal excluye y posterga.
No obstante, más que el ladrillo y el cemento, más que la solución concreta a un problema, el cambio más importante que se logró es el que opera desde lo político y cultural. Superar la grieta. Trabajar en equipo, construir el consenso, ver en el adversario un aliado cuando lo que está en juego es el bienestar de la gente y cambiar lo que muchos pensaron que no podía cambiarse. Esta es la verdadera transformación que debemos profundizar. Y estamos convencidos que el Intendente que la impulsó es el más indicado para continuar este proceso, porque tiene la fuerza, la experiencia y la capacidad de llevarlo adelante.
Por eso, por lo que se hizo y todo lo que podemos lograr, es importante que sigamos acompañando este proyecto local y provincial. Que renovemos nuestro voto de confianza en el futuro acompañando a Enrique Cresto y Gustavo Bordet.
Hoy – en una Argentina que más que nunca necesita unión y esperanza – tenemos la oportunidad histórica de continuar construyendo entre todos la Gran Ciudad que todos anhelamos, para nosotros y nuestros hijos. Juntos, podemos lograrlo.