‘Elegí contarlo de todas las formas posibles para aportar a la Memoria, a la Verdad y a la Justicia’

Verna, el padre, le contó a un familiar que inyectó a Susana Solimano, Alfredo Berliner, Julio Suárez y Diana Shatz, quienes fueron arrojados con vida al río dentro de un Peugeot 504, consignó El Diario del Juicio de la Contraofensiva.  “Simularon que esas cuatro personas iban a un día de camping, con una canasta con sanguchitos, cañas de pescar y cuando caen con ese auto al río o arroyo, el agua ingresa a los pulmones y pierden la vida de esa manera”, relató Pablo Verna. Su padre también le dijo que sabía cómo se interrogaba en la tortura y que no estaba de acuerdo con las desapariciones sino que a los que llamaba subversivos había que fusilarlos en Plaza de Mayo, según publico Página 12. 

En el año 1979, cuando se produce la Contraofensiva de militantes montoneros que terminaron con vida en Campo de Mayo y luego fueron desaparecidos, Pablo tenía seis años. En 1984, sabiendo que su progenitor había sido médico militar en Campo de Mayo, comenzó a sospechar “por las cosas que se escuchaban puertas adentro, en la casa, en familia”, dijo. Al mismo tiempo, por todos lados: “se empezaba a hablar de las cosas terribles que habían ocurrido en nuestro país y se empezaron a descubrir cosas todos los días”, dijo.

Allí empezó a escuchar su padre, quien decía que “ahí no había pasado nada”. Pero el hijo dedujo que esa respuesta daba a entender que su padre sabía que en algunos lugares no pasó nada y en otros sí había sucedido algo. “Hablaba desde un saber y ese saber fueron las primeras sospechas”, dijo. Otras veces, cuando contaba algo, Pablo le preguntaba como sabía y la respuesta era que lo habían dicho las enfermeras en el hospital o por algún conscripto que se habían ido a atender por algún motivo. La mentira surtió efecto por algunos años pero “la verdad es como la humedad en los muros, va encontrando una grieta con el correr de los años y sale a la luz”.

“Yo me entero porque finalmente después de mucho tiempo de sospechar y empezar a preguntar y después de un tiempo de empezar a tener la no duda de que mi padre había participado de lo que fue el genocidio en nuestro país”, indicó.  

“En el año 2013, un familiar revela este secreto y con esa revelación lo interpelo por última vez, con esta información, y en una conversación muy tensa y muy larga en la que comenzó negándomelo y luego admitió su participación. Intento justificarlo con distintas cosas: charlas sobre puntos de vista, por decirlo de alguna manera, que el evidentemente cree que pueden valer como justificación”, expresó Verna.

“Elegí contarlo de todas las formas posibles para aportar a la Memoria, a la Verdad y a la Justicia porque yo tenía dos opciones: aceptar esa imposición de silencio que él me quiso imponer, y la otra alternativa era romper ese mandato. Quedarme con eso como un secreto familiar, como si fuese cualquier pavada, implicaba una complicidad, que no es a nivel jurídico pero es mucho más que eso. Es algo que no lo puedo tolerar”, dijo. Pero esa decisión terminó con el vínculo que lo unía a su padre. Hoy no hay comunicación entre ambos.

De hecho, hizo una denuncia en la Justicia en base a las declaraciones de su padre. Pero hasta el momento el militar no fue imputado. “No tengo bien claro que sucedió con eso. No sé si algunas medidas de investigación se hicieron y no ha dado resultado positivo o si en realidad formalmente la denuncia hecha por un hijo, en este caso soy yo, está prohibida de alguna manera por el Código Procesal Penal del año 91, por el artículo 178º”, dijo. En ese artículo se establece la prohibición de denunciar a un familiar. “Art. 178. – Nadie podrá denunciar a su cónyuge, ascendiente, descendiente o hermano, a menos que el delito aparezca ejecutado en perjuicio del denunciante o de un pariente suyo de grado igual o más próximo que el que lo liga con el denunciado”.

No obstante, dijo que el Código Procesal penal actual ya no cuenta con esas limitaciones y un familiar puede denunciar o testimoniar en contra de cualquier familiar sin importar que se trate de un vínculo cercano.

De hecho, menciono que pertenece al colectivo ‘Historias Desobedientes’ donde se nuclean hijos, hijas y familiares de genocidas. “Nos reunimos por la Memoria, La Verdad y la Justicia”, dijo. El colectivo surgió en 2017 cuando se beneficiar con el régimen del 2×1 a los genocidas condenados. “Por suerte duró desde que salió el fallo hasta que el pueblo salió a la calle para evitar la impunidad”, dijo.

 

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