ELECCIONES 2005: Crónica de un final anunciado

Y, remontándonos en el tiempo, la adolescencia es esa etapa en la cual se quiere hablar y comportar como adultos, pero no se tienen todavía los medios y la capacidad. Donde gustaría tomar la palabra y ser verdaderamente escuchado. Y cuando se la puede tomar, pocas veces se es oído. Es cuando se siente, que se debe abandonar a los padres e ir hacia una vida diferente. ¿Pero que vida? No siempre se desea la misma que ellos llevan. Pero a su vez, también la adolescencia es un momento pleno de energía de transformación.
Si el hoy pueblo-adolescente, utilizara esa energía de transformación hacia su conversión ciudadana, sería tal vez el primer paso, para llenar de contenidos una “democracia”, hoy sustentada sólo en slogans de campaña de rápido olvido, de apelaciones al miedo, de mutuas recriminaciones y “pases de factura”, de campañas “nacionalizadas”, y en definitiva de representantes sin estatura propia, sin propuestas ni proyectos (pero que luego deberán legislar), que sólo con suerte, vemos una semana antes de las elecciones y luego de lo cual se vuelve a la realidad de todos los días: al trabajo si se lo tiene, o a la angustia si no se lo tiene, a la sociedad de la desigualdad y la pobreza.
El paso a convertirnos en verdaderos ciudadanos, pasa quizás por institucionalizar instancias mediadoras de democracia directa, y revertir la centralización del poder y el unitarismo fiscal, desde la nación, a las provincias, y de éstas, hacia los municipios, como células básicas de la democracia y dentro de éstos a sus vecinos, quienes retomando el poder delegado, puedan decidir, a través de diferentes instrumentos sobre cómo y en qué se gasta el dinero(presupuesto participativo), y en instancias específicas esenciales sobre el modelo de ciudad y sociedad que se quiere.
Tal vez sea hora, de recordar que democracia significa “gobierno del pueblo”, y que si bien “el pueblo no delibera ni gobierna, sino a través de sus representantes”, si tenemos el derecho y la obligación de participar, de ejercer nuestros derechos y reclamar su cumplimiento, de tener memoria, y recordar y hacer recordar, que una democracia se construye desde abajo, implica un “contrato” entre los representados y los representantes, contrato, que éstos últimos no pueden vulnerar, y por el contrario ampliar, ya que el fin último del sistema democrático es el bien común, siendo garantía de su vigencia el bienestar de todos los ciudadanos.
En este mismo sentido, y como cierre, recordar lo que dijera el politólogo argentino José Nun: “Incluso en la tan utópica Atenas, hubiera sido imposible la democracia sin el imperio que les aseguró, aun a los pobres ciudadanos de Atenas, un ingreso satisfactorio. En América latina y en Argentina estamos tratando de hacer algo que no hicieron los países del primer mundo. Los países del primer mundo afianzaron sus democracias representativas gracias a los estados de bienestar, gracias a la disminución de la desigualdad y gracias a la disminución de la pobreza”
Queden estas palabras como mensaje para aquellos que resultaron electos, y tienen la misión de representarnos en el Congreso.

Concordia, 24 de Octubre de 2005

Manuel Anido

manuelanido@hotmail.com

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