El viejo hospital abandonado

El paisaje se repite en cada una de las salas desfiguradas por los pastizales, cubiertas por árboles que fueron ganando espacios y aparentemente desperdigadas en el amplio terreno por la ausencia de las veredas que quedaron escondidas debajo de capas de hojas secas, basura y tierra.
Cuando en noviembre del año 2005 se trasladó definitivamente el hospital a su nuevo edificio en el oeste de La Histórica, funcionarios de entonces, también hoy funcionarios, desgranaban una a una las inmensas posibilidades que brindaría el edificio que quedaba vacío para albergar la inmensa cantidad de iniciativas que ya entonces contaban con los avales oficiales.
Ciudad universitaria, un completo centro de atención para enfermos crónicos, una nueva sede para la Universidad Autónoma de Entre Ríos, un centro de rehabilitación neurológica, espacios de investigación, centro concentrador de oficinas estatales, comedores y hospedajes estudiantiles, bibliotecas.
Los proyectos parecían interminables y las posibilidades inagotables.
“Estamos evaluando cada uno de los proyectos, muy pronto los pondremos en marcha, es un lugar que seguramente traerá muchos beneficios para la ciudad”, se escuchó decir.
Cuatro años más tarde, no se hizo absolutamente nada.
La necesidad y el abandono solamente llevaron una oficina policial a instalarse en lo que antiguamente era el pabellón destinado a la dirección del nosocomio.
La necesidad de espacios de la Policía, y la urgente vigilancia que demandaba este enorme predio abandonado llevaron a la sección Investigaciones ocupara el lugar y desalentara cualquier intento de ocupación por parte de aquellos que están listos para asentarse en cualquier lugar que no acredite dueño.
Al movimiento uniformado se sumo también el trabajo de un jardín de infantes, que sin formar parte de los grandilocuentes proyectos también supo sacar algo de provecho de una edificación retirada en uno de los laterales y hoy los chicos le aportan sus risas y sus juegos a un ambiente signado por las siluetas oscuras de los altísimos pabellones que parecen sacados de una película de terror.
En la zona del ingreso también funciona un centro de salud para atenciones menores, un lugar que ni siquiera tiene la oficialización de parte del estado provincial y depende funcional y económicamente del hospital central desde su nuevo edificio.
Ni limpieza. Hace poco más de un año se volvió a reiterar oficialmente una nueva promesa. Más modesta, y por lo tanto hasta pareció creíble: “Ya están los fondos para comenzar a limpiar y recuperar el primer pabellón”, anunció un alto funcionario del gobierno provincial.
Claro, dijo que estaban los fondos, no que se comenzaría a trabajar. Las enredaderas no se amedrentaron ante el anuncio inminente y siguieron cubriendo las paredes.
El reclamo de los vecinos, el vergonzante estado de un edificio que es patrimonio histórico, el derroche de espacios y edificaciones a 5 cuadras del centro de la ciudad, y la falta de decisión política para ocupar y aprovechar el lugar dan muestras de una desidia que se puede comprobar accediendo cualquier día a este lugar que fue pensado como un faro de vida a principios del siglo pasado y hoy solo presenta los despojos ante la falta de preocupación.

Fuente: Uno

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