El STJ confirmó la sentencia de Eduardo “Polingo” Acosta, el joven que había intentado matar al asesino de Emmanuel Cosi en 2010

Esta mañana se conoció la sentencia del Superior Tribunal de Justicia, que confirmaba la condena de Eduardo Aníbal Acosta, alias “Polingo”, de 23 años. La pena impuesta por el tribunal penal era de cinco años de prisión efectiva, por haber sido hallado culpable de causarle “Lesiones graves” a Daniel “Neri” Amaro, otro joven de la misma edad, el 18 de abril de 2010, cuando Amaro estaba sentado en el frente de su casa, y –según la sentencia- Acosta se acercó y sin mediar palabra le descargó a tiros el tambor de un revolver calibre 22, logrando pegarle un disparo en el pómulo derecho y otro en el abdomen, que lo dejó exánime. Pero Amaro sobrevivió tras una intervención médica de urgencia.
Tan bien se repuso Amaro de ese episodio, que 10 meses después, andaba queriendo vender en negro un revolver calibre 22 (una coincidencia poco grata) en su barrio, y se puso a orinar en un poste de teléfono, a pocos metros de una casa de familia donde dos mujeres conversaban y tomaban mate.
Todos los testigos del lugar, aseguraron que “el Neri” estaba drogado esa noche, la noche del 28 de febrero de 2011, cuando en un gesto de caballerosidad, un amigo de la familia que estaba conversando en el frente de esa vivienda, le pidió a Amaro que se fuera a hacer sus necesidades a otro sitio, que fuera mas respetuoso, que había gente sentada en la vereda.
Ese Joven era Emmanuel Cosi. El resto de la historia ya es conocida, Amaro se fue, pero volvió enseguida, se ocultó bajo la sombra de un árbol. Era de noche, y un modesto foco a mitad de calle iluminaba la cuadra, pero no allí, donde la copa del árbol hacía sombra. En ese lugar, Amaro se ocultó y llegó a estar a dos metros de Cosi, y al igual que su vecino, “Polingo Acosta”, erró los dos primeros tiros –estaba a dos metros y erró los dos primeros- el tercero, fue fatal, penetró el tórax de Cosi por la espalda, lesionando el corazón y parte de un pulmón, para darle muerte dos horas después, en la mesa de quirófano de hospital. Eran las 00.40 cuando dejó de existir.
Más de una vez, los familiares de Cosi habrán pensado en Acosta, más de una vez habrán deseado que “Polingo” no hubiese errado los otros tres tiros, con los que intentó matar a Daniel Amaro, aquella tarde de abril de 2010.
Sin embargo, Acosta erró -al igual que Amaro cuando mató a Cosi- Acosta también había errado los primeros tiros -en ese caso tres- y también al igual que Amaro, Acosta solo estaba a dos metros de su blanco, de su victima; lo tenía servido, estaba sentado, y aún así erró los tres primeros disparos.
Amaro vivió, y cambió la camiseta de víctima por la de victimario. Pero no fue Acosta, sino Cosi –un inocente- su blanco fácil. No fue venganza lo que motivó su “cambio de bando”, tampoco fue un intento de robo, ni su defensa personal, sino un cúmulo de factores que están presentes en muchos barrios de Concordia, pero en particular tres. Tres factores que fueron indispensables para que hoy dos jóvenes de 23 años estén presos, y uno de 26 haya sido asesinado.
Y son además, los mismos tres factores que se dan en los barrios de la zona Sur, donde en los últimos meses se vienen dando una serie de asesinatos, que tienen por victimas y victimarios a jóvenes de la misma edad, y las causas de esas muertes pueden ir desde la disputa por una cubierta de automóvil, hasta el simple hecho de pertenecer a una u otra banda, a una u otra familia, o vivir de un lado o del otro de un barrio.
1) El desprecio por la vida, y el grado de violencia con que se resulven las cosas; propios de un nivel educativo bajo, marcado por la deserción escolar, la pobreza, el trabajo infantil, y fundamentalmente la falta de presencia del Estado, ya sea como autoridad, o como educador, formador y rector de un contrato social, que está extinto en el barrio, porque allí la autoridad la marcan las armas. Y no hay otro contrato social, que el del temor a las armas, o a que una bomba molotov les incendie la precaria casilla en la que viven.

2) La abundante cantidad de armas en el mercado negro: Está al alcance de cualquiera que pueda pagarla o robarla, y además de ser una herramienta para dar muerte, es una herramienta para infundir temor, ya sea para delinquir o para “imponer una autoridad”. La presencia de armas, genera además la presencia de más armas, porque el vecino atemorizado, también adquiere una para la defensa de su familia, y ésta, por su escaso valor, también la adquiere de forma irregular.

3) Consumo y adicción a las drogas: Es el principal detonante de conflicto, es desinhibidor y por ende multiplica la agresividad de cualquier discusión, cuando no, es el motivo de ella. La noche que Amaro le dio muerte a Emanuel Cosi, los vecinos manifestaron que el victimario estaba drogado, también se comentó lo propio respecto de Acosta, cuando fue enjuiciado por intentar matar a Amaro. Y no es casual que ambos erraran varias veces contra un blanco inmóvil y que estaba a solo dos metros, antes de lograr herirlo.

Entradas relacionadas